Los herejes
Un juez ha ordenado la expulsi¨®n de los estrados de la Audiencia Nacional de una abogada que se cubr¨ªa el pelo con un pa?uelo, a la manera musulmana.
No sabemos si habr¨ªa tomado la misma decisi¨®n en el caso de que la letrada fuese una monja con su toca y h¨¢bito. Seguramente s¨ª. Tal vez s¨ª. Tal vez no.
Visible o no, todos llevamos algo cubri¨¦ndonos la cabeza. Por ejemplo, Alberto Manguel, el autor de Una historia de la lectura, lleva una esfera terrestre. Vivir vive en una aldea en Francia, en un antiguo monasterio que ha reconstruido y convertido en biblioteca, pero cuenta que de los muchos hogares que ha habitado su pa¨ªs predilecto es Canad¨¢. ?Por qu¨¦? No existe la obsesi¨®n de una identidad ¨²nica, ni tampoco el env¨¦s obsesivo de pretender anular las identidades. ?sa ser¨ªa la identidad: compartir identidades. Lo resume con una an¨¦cdota. Si hay un s¨ªmbolo de Canad¨¢ ser¨ªa la Polic¨ªa Montada. En el uniforme, la prenda m¨¢s caracter¨ªstica es su singular sombrero, el equivalente a lo que fue en su d¨ªa el tricornio para la Guardia Civil. Cuando un miembro de la comunidad sij, y de la Polic¨ªa Montada, pidi¨® permiso para llevar turbante en vez del sombrero, se desat¨® una gran pol¨¦mica zanjada al modo canadiense. Lleve lo que lleve en la cabeza, lo que importa es que el montada haga bien su trabajo. No s¨¦ el porqu¨¦, pero no acabo de imaginarme un Guardia Civil nuestro con turbante.
Esperanza Aguirre ya ha avisado de que ella anda con casco permanente. ?Y es una autoridad! Con el casco, la gabardina blanca y los zapatos planos ya tenemos perfilada la identidad. Se repite que eso, la identidad, es lo que ha perdido la izquierda en Europa.
Ese problema lo han resuelto en Espa?a los obispos en un pisp¨¢s. Han vuelto a sacar los capirotes para poner en la cabeza de los herejes.
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