'Eso' puede ocurrir aqu¨ª
El Gobierno descarta la deflaci¨®n, pero varios expertos ven riesgos cada vez mayores
Pregunte a tres economistas su opini¨®n sobre cualquier cosa y obtendr¨¢ al menos tres respuestas distintas casi con toda seguridad. Si uno de los tres es Keynes, entonces habr¨¢ no menos de cuatro respuestas diferentes: Winston Churchill dec¨ªa que Keynes siempre hac¨ªa dos aportaciones. Eso es exactamente lo que pasa cuando se pregunta por la deflaci¨®n, una de esas palabras desagradables que utilizan los acad¨¦micos para referirse a una ca¨ªda generalizada y prolongada del nivel de precios que si no se aisla -y eso es algo tremendamente dif¨ªcil- puede provocar a?os de doloroso estancamiento econ¨®mico, paro y problemas en el sector financiero.
La Gran Depresi¨®n de los a?os treinta y la d¨¦cada perdida japonesa de los noventa del siglo pasado son las dos referencias hist¨®ricas m¨¢s claras de un fen¨®meno extra?o, ant¨®nimo de la inflaci¨®n, el aparentemente inexorable incremento de los precios de bienes y servicios que los bancos centrales de todo el mundo llevan d¨¦cadas combatiendo. Pero entre los acad¨¦micos ni siquiera hay un acuerdo claro en la definici¨®n o en la aplicaci¨®n pr¨¢ctica de esa definici¨®n. Ni en la posibilidad de que eso ocurra, o est¨¦ ocurriendo ya, en Espa?a y en el mundo.
"Sin el tipo de cambio, la trampa japonesa no se puede descartar"
"La ca¨ªda tiene efectos positivos, es una forma de ganar competitividad"
- Es la deflaci¨®n, est¨²pido. M¨¢s o menos la mitad de los economistas piensan que la crisis actual derivar¨¢ en una fuerte inflaci¨®n en cuanto la econom¨ªa empiece a recuperarse. Pero los expertos est¨¢n entre el fuego y el hielo: la otra mitad, encabezada por el Nobel Paul Krugman, opina que el principal riesgo, el drag¨®n que acecha, es la deflaci¨®n -o al menos un estado de ¨¢nimo deflacionista-, que ha afectado durante meses a Francia, Alemania y EE UU y que tiene a¨²n entre sus garras a econom¨ªas pujantes, como Brasil, y a los pa¨ªses m¨¢s afectados por el pinchazo de sus burbujas, Irlanda y Espa?a. Am¨¦n del inevitable Jap¨®n, que lleva pr¨¢cticamente 20 a?os entrando y saliendo de un fen¨®meno econ¨®mico que si no es una deflaci¨®n se le parece mucho.
Hay un par de trabajos de referencia para saber si estamos o no en deflaci¨®n. Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal (el banco central estadounidense, la Fed) y gran experto en la Gran Depresi¨®n, dio una conferencia en 2002 -en plena explosi¨®n de la burbuja puntocom- con un t¨ªtulo esclarecedor: "Deflaci¨®n: eso no va a ocurrir aqu¨ª". Alud¨ªa a que llegado el momento de enfrentarse a esa amenaza, EE UU dispone de una tecnolog¨ªa infalible: la m¨¢quina de imprimir dinero. Al grano: defin¨ªa deflaci¨®n como una "ca¨ªda general de precios, con ¨¦nfasis en la palabra general". "Ocurre cuando ¨ªndices de precios de base amplia, como el ¨ªndice de precios de consumo (IPC), registran ca¨ªdas sucesivas", a?ad¨ªa. El IPC espa?ol, por ejemplo, lleva ocho meses en negativo. En la pr¨¢ctica, la Fed sigue al dedillo la evoluci¨®n del ¨ªndice de precios sin alimentos y energ¨ªa (la denominada subyacente, otra palabra imposible), y el deflactor del PIB del consumo (m¨¢s de lo mismo).
Bernanke apuntaba adem¨¢s que es mejor prevenir que curar la deflaci¨®n. Y que las causas suelen ser un colapso de la demanda "tan severo que obliga a las empresas a reducir precios para buscar compradores", con efectos peligros¨ªsimos: recesi¨®n, paro y la llamada "deflaci¨®n de deuda": el coste real de las deudas se vuelve prohibitivo, lo que puede ocasionar un aumento de impagados y bancarrotas.
Cuando era economista jefe del FMI, Kenneth Rogoff firm¨® un estudio que da algunas pistas m¨¢s sobre lo que significa una ca¨ªda "prolongada" de "un buen n¨²mero de precios, el IPC o el deflactor del PIB". "Uno o dos trimestres t¨¦cnicos de deflaci¨®n no son problem¨¢ticos", dec¨ªa. Pero si la ca¨ªda contin¨²a -y en Espa?a se acerca ya a los tres trimestres-, empieza a ser preocupante "por la incertidumbre que lleva asociado ese fen¨®meno".
Rogoff ha llegado a proclamar recientemente que la obsesi¨®n de los bancos centrales con la inflaci¨®n es una de las causas de la crisis actual. Y que una de las v¨ªas de salida de la recesi¨®n -y una forma de evitar la ca¨ªda en la siniestra deflaci¨®n- es fabricar una inflaci¨®n notable, en torno al 6%, para impedir que la econom¨ªa global se congele.
- La anorexia y otras trampas. La causa m¨¢s habitual de una deflaci¨®n es una ca¨ªda importante de la demanda agregada "resultado, por ejemplo, del pinchazo de una burbuja o del aumento de la incertidumbre por motivos geopol¨ªticos", seg¨²n el servicio de estudios de La Caixa. Con los tipos de inter¨¦s en el 0%, se puede convertir en una "trampa de la liquidez", en la que el mejor activo para invertir es el efectivo, sin riesgo y con alta rentabilidad real.
Pero el gran problema llega cuando se instala en las expectativas de los consumidores, que dejar¨¢n de comprarse un coche -o una vivienda, si se piensa en clave espa?ola- si creen que en el plazo de unos meses el precio de ese coche va a bajar notablemente. Un proceso que el economista Ant¨®n Costas suele comparar con la anorexia, una especie de desgana por consumir. En ese caso, el reto para los bancos centrales es "prometer de forma cre¨ªble que va a ser irresponsable", seg¨²n Paul Krugman. Es decir, ponerse a imprimir billetes y tirarlos desde un helic¨®ptero si es necesario, confiando en que la gente gaste. Una met¨¢fora que en realidad consiste en inundar de liquidez los bancos a la espera de que empiecen a dar cr¨¦dito de una vez, en lugar de usar el dinero, como ahora, para limpiar los balances.
- ?Espa?a japonesa? Hay varios factores en Espa?a que recuerdan a la trampa japonesa. "Se gener¨® una burbuja enorme que explot¨®; el Gobierno ha anunciado una subida de impuestos cuando la econom¨ªa ni siquiera ha iniciado el despegue; hay un claro exceso de capacidad y un declive de la demanda agravado por el repunte del paro, que a¨²n no ha llegado a su punto ¨¢lgido, y dificultades para que los empresarios ajusten v¨ªa salarios... Sin la posibilidad de usar el tipo de cambio o la pol¨ªtica monetaria, la trampa japonesa no se puede descartar", asegura Jordi Gal¨ª, de la Pompeu Fabra. "Pero lo m¨¢s grave es el desplome del ¨ªndice de precios sin alimentos y energ¨ªa: raya el 0% y no hay motivos para pensar que se vaya a recuperar", avisa.
Guillermo Calvo dibuja un horizonte tenebroso desde Columbia: "Es dif¨ªcil ser optimista con Espa?a. El crecimiento estuvo muy basado en capital barato y abundante, con poco cambio tecnol¨®gico. Las crisis anteriores, como la Gran Depresi¨®n y las que golpearon a los mercados emergentes, demuestran que el cr¨¦dito es una variable que tarda mucho en recuperarse. En consecuencia, es de esperar que el crecimiento se mantendr¨¢ bajo mucho tiempo. Si a eso se le suma el aumento de impuestos y la posible alza de tipos, el panorama se oscurece a¨²n m¨¢s. En mi opini¨®n, la situaci¨®n es m¨¢s seria que la trampa japonesa: Espa?a no ha demostrado tener una capacidad de exportar comparable a Jap¨®n".
La puntilla la puso Krugman hace unas semanas en Argentina. "Odio esto: no me gusta la deflaci¨®n, pero en Espa?a va a suceder. La pregunta es si esperan 10 a?os de sufrimiento o si el ajuste ser¨¢ r¨¢pido. Para eso se requiere una devaluaci¨®n interna". En plata: un ajuste de precios y de salarios. "Espa?a debe regresar a los precios y salarios de 2000 y volver a empezar", ha afirmado el gur¨² Nouriel Roubini.
- Zombis en la costa. Una de las caracter¨ªsticas de la deflaci¨®n japonesa fue que el Gobierno permiti¨® sobrevivir a bancos t¨¦cnicamente quebrados -los llamados zombis-, que segu¨ªan operando pero eran incapaces de dar pr¨¦stamos. El cr¨¦dito es el lubricante de la econom¨ªa: sin ¨¦l nada funciona. Y de momento apenas ha arrancado en Espa?a y en Europa. Vicente Cu?at, de la London School of Economics, rechaza que en Espa?a haya bancos -o cajas- zombis, "pero s¨ª hay proyectos inmobiliarios zombis dentro de sus balances: est¨¢n refinanciando deuda para no confesar p¨¦rdidas, y eso puede retrasar la recuperaci¨®n si el nuevo cr¨¦dito se resiente". Carmen Reinhart, de la Universidad de Maryland, afirma que retrasar la reestructuraci¨®n bancaria "es una receta fabulosa para un desastre a c¨¢mara lenta en Espa?a". "A la japonesa", aclara.
- ?Pero hay o no deflaci¨®n? "T¨¦cnicamente, ocho meses de ca¨ªdas del IPC son equivalentes a una deflaci¨®n. Pero no creo que esas ca¨ªdas de precios se hayan incorporado a las expectativas. As¨ª que no hay deflaci¨®n real, aunque nos estamos acercando a un terreno de lo m¨¢s peligroso: cada mes que pasa aumentan los riesgos", resume Santiago Carb¨®, asesor de la Fed. Juan Ignacio Crespo, de Thomson Reuters, a?ade que "es un riesgo controlado". "Confiemos en que las pol¨ªticas monetarias y fiscales expansivas acaben sacando esto adelante en todo el mundo, y Espa?a se beneficie de ello", abunda.
- No y no. Juan Carlos Conesa, de la UAB, cree que se ha exagerado: "Sin alimentos y energ¨ªa no existe tal deflaci¨®n. Eso prueba que la ca¨ªda del IPC es resultado de la evoluci¨®n de los precios de la energ¨ªa y las materias primas". "La ca¨ªda actual tiene incluso efectos positivos: cuando no se puede usar el tipo de cambio, la evoluci¨®n de los precios es la forma de ganar competitividad", sostiene.
"Excluimos ese escenario por completo", repite desde hace meses el n¨²mero dos de Econom¨ªa, Jos¨¦ Manuel Campa. "Creo que el Gobierno espa?ol tambi¨¦n neg¨® la crisis con insistencia", ataca Reinhart. "Nunca se debe subestimar la capacidad destructiva de algunos fen¨®menos", aconseja la autora del magn¨ªfico This time is different, un libro que demuestra que hay pesadillas que se repiten. Una y otra vez.
La extensi¨®n de una duda
La deflaci¨®n es un t¨¦rmino que el Gobierno insiste en dejar fuera del vocabulario de esta crisis, pese a que algunos datos se empe?an en no cerrar el debate antes de tiempo. Al conocido argumento de que la ca¨ªda del IPC se debe en exclusiva al comportamiento ciclot¨ªmico del petr¨®leo se opone que la inflaci¨®n subyacente (que no incluye en su c¨¢lculo los productos energ¨¦ticos) estar¨ªa ya en territorio negativo si se descontara la subida de impuestos al tabaco.
Y ante el recordatorio de que la academia s¨®lo da certificado de deflaci¨®n cuando se produce una ca¨ªda de precios "generalizada y persistente", las estad¨ªsticas vuelven a sembrar dudas. Seg¨²n el ¨ªndice elaborado por el Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE), el retroceso en tasa interanual acumula ya ocho meses consecutivos. Y la extensi¨®n de las tasas negativas en la cesta de bienes y servicios es, como poco, llamativa. En marzo, cuando el IPC empez¨® a decrecer, un 30% de las 126 subclases (el m¨¢ximo desglose que ofrece el INE) estaba ya en n¨²meros rojos. La proporci¨®n ha crecido de forma constante desde entonces hasta alcanzar el 45% de las 126 subclases y de las 57 r¨²bricas, la categor¨ªa utilizada por el INE en sus notas informativas.
El descenso de los precios es generalizado en todo el territorio, con la excepci¨®n de Ceuta (un 0,5% de aumento en octubre). Pero la disparidad es, tambi¨¦n, digna de estudio: si Canarias roza un retroceso interanual del 2% y Castilla-La Mancha, Murcia o La Rioja superan el -1%, otras comunidades como Catalu?a o Pa¨ªs Vasco se quedan en el -0,2%.
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