El pr¨®ximo cap¨ªtulo de Europa comienza hoy
Lo hicieron maravillosamente. A pesar de la lluvia, la celebraci¨®n oficial de la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn, el lunes por la noche, me pareci¨® un acto aut¨¦ntica e inesperadamente emocionante. Los organizadores, seguramente dirigidos por Angela Merkel, hicieron casi todo bien. Los temas fundamentales fueron la libertad, Europa y el mundo, no la unidad alemana. La mujer germanoriental, de Leipzig, a la que la Stasi hab¨ªa encarcelado por llevar una pancarta que exig¨ªa "un pa¨ªs abierto de gente libre", Lech Walesa y el pionero sindicato polaco Solidaridad, los h¨²ngaros, Mija¨ªl Gorbachov, Estados Unidos: a todos se les reconoci¨® su parte de m¨¦rito. Curiosamente, la ¨²nica persona que no fue suficientemente reconocida fue el predecesor de la propia Merkel, Helmut Kohl.
Habr¨¢ que derribar otros muros. El inicio de una pol¨ªtica exterior europea parece m¨¢s delicado
Si la UE no tiene una pol¨ªtica para Rusia, no tendr¨¢ una pol¨ªtica exterior
La ca¨ªda de las fichas gigantes de domin¨® fue un golpe de efecto espectacular, en parte porque uno no pod¨ªa dejar de pensar ?y si sale mal? ?Y si una de las fichas se cae de lado, o se para? Pero los alemanes lo hab¨ªan calculado bien, por supuesto; son tan eficientes a la hora de derribar fichas de domin¨® como a la de fabricar BMW. Y qu¨¦ bien estuvo situar hacia el final de la ceremonia una entrevista con Muhammad Yunus, el bangladesh¨ª creador de los microcr¨¦ditos, que habl¨® del muro que a¨²n separa el Norte rico del Sur pobre: die Mauer der Armut, el Muro de la Pobreza.
As¨ª, pues, tres hurras por Alemania y tres hurras por Europa. Mientras mir¨¢bamos los focos que iluminaban el cielo nocturno sobre la puerta de Brandeburgo, pudimos reflexionar sobre la extraordinaria distancia recorrida en una ciudad que estuvo en el centro de dos guerras mundiales y la guerra fr¨ªa. Al fin y al cabo, durante al menos 50 a?os, de 1939 a 1989, las luces de focos en la puerta de Brandeburgo fueron siempre el anuncio de que iba a morir gente, de una forma u otra, y no una se?al de su liberaci¨®n pac¨ªfica.
Pero luego se acab¨®. Los berlineses volvieron a sus casas bajo la lluvia; la polic¨ªa empez¨® a desmontar las barreras de control de multitudes; y en la cena, seg¨²n nos han dicho, los dirigentes de la UE se dedicaron a conspirar en voz baja por las esquinas sobre qui¨¦n deber¨ªa ser el pr¨®ximo presidente del Consejo Europeo y el nuevo Alto Representante para la pol¨ªtica exterior y de seguridad. Quiz¨¢s eso era en lo que verdaderamente estaban pensando Gordon Brown, Nicolas Sarkozy y Angela Merkel, en su g¨¦lido estrado, mientras la larga ceremonia terminaba con j¨®venes de todo el mundo unidos en el estribillo claramente obamaniano de una canci¨®n escrita especialmente para la ocasi¨®n: Podemos ser uno. (En cuanto a Silvio Berlusconi, parec¨ªa tener los ojos cerrados cada vez que le captaba una c¨¢mara de televisi¨®n. ?Con qu¨¦ estar¨ªa so
-?ando? Mejor no preguntar).
?El presidente del Consejo Europeo deber¨ªa ser el belga Herman van Rompuy, que inspira a los autores de haikus? ?El Alto Representante deber¨ªa ser el cerebral ministro de Exteriores brit¨¢nico David Miliband? ?Es verdad que Miliband ha renunciado a ser candidato y prefiere, con un valor digno de encomio, permanecer en el puente del Titanic del nuevo laborismo? ?Dar¨¢ un noble paso al frente Peter Mandelson para convertirse, seguramente, en el lord Alto Representante (con m¨²sica de Gilbert & Sullivan)? ?O ir¨¢ a parar el cargo al ex primer ministro italiano Massimo d'Alema?
Yo ya he propuesto mis candidatos: el premio Nobel de la Paz y anciano estadista Martti Ahtisaari para la presidencia y Joschka Fischer o, en su defecto, Miliband para el cargo de Alto Representante. Son personalidades importantes. Pero, aunque las habituales negociaciones entre bastidores de la UE acaben designando a dos figuras d¨¦biles y anodinas -dos conejos sacados de una chistera gris-, todav¨ªa tenemos la posibilidad de crear una Europa que sea m¨¢s "una", para repetir las palabras de la canci¨®n de Berl¨ªn. Seguiremos pudiendo crear las instituciones previstas, en especial un nuevo servicio exterior europeo. Y, de todas formas, lo que hagamos con esas instituciones depender¨¢, tanto con el Tratado de Lisboa como sin ¨¦l, de la voluntad pol¨ªtica de los Estados miembros y sus Gobiernos democr¨¢ticamente elegidos. Si quieren que avancemos, se avanzar¨¢. Si no quieren, no se har¨¢.
Deber¨ªan quererlo, porque que en Europa tengamos gran cosa que celebrar, o no, dentro de 20 a?os, depender¨¢ de que nos aclaremos en nuestras relaciones con el resto del mundo. Por supuesto, sigue habiendo cosas important¨ªsimas que hay que hacer dentro de las fronteras de la UE: la creaci¨®n de nuevos puestos de trabajo y la integraci¨®n de los ciudadanos musulmanes, por no mencionar m¨¢s que dos. Pero, cada vez m¨¢s, los desaf¨ªos fundamentales que debe abordar la Uni¨®n Europea no se encuentran dentro de sus fronteras sino fuera de ellas.
Desde el punto de vista geogr¨¢fico, las prioridades comienzan con los pa¨ªses de Europa que todav¨ªa no est¨¢n en la UE. La fatiga de la ampliaci¨®n se palpa constantemente, pero todav¨ªa queda mucha Europa que agrupar para que "Europa" sea realmente Europa: el resto de los Balcanes, Ucrania, Moldavia, Bielorrusia, tal vez Georgia y Armenia y, como caso especial y de importancia estrat¨¦gica fundamental, Turqu¨ªa. Si tenemos visi¨®n de futuro, deber¨ªamos querer que todos estos pa¨ªses, siempre que cumplan los requisitos, sean miembros de la UE, por nuestro propio inter¨¦s y por el de ellos.
Luego est¨¢ Rusia. Si la UE no tiene una pol¨ªtica para Rusia, no tendr¨¢ una pol¨ªtica exterior. Y para tener una pol¨ªtica com¨²n respecto a Rusia, necesita una pol¨ªtica energ¨¦tica com¨²n. En el sur y el sureste est¨¢ la cuesti¨®n de c¨®mo ayudar a la modernizaci¨®n, la liberalizaci¨®n y, en definitiva, la democratizaci¨®n de unos pa¨ªses en su mayor¨ªa musulmanes que no es de prever que vayan a ser miembros de la UE. Aunque el muro de Berl¨ªn ha ca¨ªdo, sigue existiendo un muro que separa a israel¨ªes y palestinos.
M¨¢s all¨¢ est¨¢n las grandes potencias emergentes como China, India y Brasil. En comparaci¨®n con su propio pasado desgraciado y dividido, Europa ha ascendido; en poder relativo, est¨¢ descendiendo. Estados Unidos ya no considera de manera autom¨¢tica que Europa es su socio estrat¨¦gico (la aparici¨®n de Barack Obama en un v¨ªdeo para transmitir su mensaje en la puerta de Brandeburgo no sirvi¨® m¨¢s que para recordar a todos su ausencia f¨ªsica. Deber¨ªan haber dejado que lo hiciera Hillary Clinton). El argumento de Miliband de que tenemos que elegir entre un mundo con un G-2, en el que las grandes decisiones las tomen Estados Unidos y China, y un mundo con un G-3, que incluya a la UE como tercer interlocutor, es simplista y exagerado, pero es ¨²til para explicar la situaci¨®n.
Todav¨ªa m¨¢s all¨¢, y con consecuencias a¨²n m¨¢s amplias, est¨¢ el Muro de la Pobreza del que habl¨® Yunus. La UE posee la econom¨ªa m¨¢s grande del mundo. En combinaci¨®n con sus Estados miembros, suministra m¨¢s de la mitad de la ayuda oficial al desarrollo del mundo. Si fuera "una" y actuase con visi¨®n estrat¨¦gica, nadie tendr¨ªa m¨¢s posibilidades de rebajar ese muro que separa al Norte rico del Sur pobre. Y lo m¨¢s importante de todo es el reto planetario del cambio clim¨¢tico, ahora que queda tan poco tiempo para la cumbre de Copenhague a principios de diciembre.
Lo que importa es esto: no es necesario tener ning¨²n apego sentimental a Europa para comprender que, si queremos abordar estos problemas, necesitamos la dimensi¨®n y la influencia que s¨®lo puede ofrecer Europa. No tiene nada que ver con los sue?os de una "uni¨®n cada vez m¨¢s estrecha". Se trata de Europa como medio, no como fin. El objetivo es defender e impulsar los intereses vitales de todos nuestros ciudadanos, incluidos los brit¨¢nicos.
Europa tiene mucho que contar sobre los ¨²ltimos 60 a?os, y lo cont¨® magn¨ªficamente en Berl¨ªn el lunes por la noche; pero ese relato habla sobre todo de lo que hemos conseguido dentro de Europa. El pr¨®ximo cap¨ªtulo depender¨¢ de lo que hagamos fuera de ella.
Timothy Garton Ash es catedr¨¢tico de Estudios Europeos y ocupa la c¨¢tedra Isaiah Berlin en St. Antony's College, Oxford, y es profesor titular de la Hoover Institution, Stanford. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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