Cuando la ley es un engorro
Ninguno de los profesores de Derecho que conozco, y conozco a unos cuantos, ense?a a sus alumnos que la ley puede ser un engorro. Tampoco los de Pol¨ªticas llevan en el temario que los pol¨ªticos se ponen las botas de hacer promesas que luego no cumplen o de mentir, y sin embargo, son cosas con las que nos hemos acostumbrado a convivir.
Una de las afirmaciones m¨¢s contundentes y recurrentes de todos los Gobiernos espa?oles y que a estas alturas casi se ha convertido en un axioma, es que no se negocia con terroristas ni con nadie que quiera chantajear al Estado (por ejemplo, los piratas). No s¨¦ lo que usted, lector, se creer¨¢ de esta pel¨ªcula, pero, sin ser exhaustivo, me viene a la memoria el cierre de la central nuclear de Lem¨®niz o la modificaci¨®n del trazado de la autov¨ªa de Leizar¨¢n despu¨¦s de que ETA regara de sangre y muertos esos proyectos. Seguro que alguien dir¨¢ que no se negoci¨®. Es posible, quiz¨¢ simplemente se claudic¨®. "El miedo es m¨¢s injusto que la ira", como dijo Amado Nervo.
En 1986, los captores de un embajador espa?ol en L¨ªbano fueron indultados y recibidos como h¨¦roes
Sin embargo, de lo que no hay duda es de que el 17 de enero de 1986 el geo Pedro Antonio S¨¢nchez y los hermanos Assad y Gaspar Abdu, canciller y vicecanciller de la Embajada espa?ola en Beirut, fueron secuestrados por milicianos de Amal, la guerrilla shi¨ª de L¨ªbano. Los integristas, que a?o y medio antes hab¨ªan capturado por unas horas al embajador Pedro Manuel de Ar¨ªstegui, exigieron la liberaci¨®n de dos de sus compa?eros, Mohamed Rahal y Mustaf¨¢ Jalil, presos en Alcal¨¢-Meco. Ambos hab¨ªan sido condenados por la Audiencia Nacional a 23 a?os de c¨¢rcel cada uno por su participaci¨®n, en septiembre de 1984, en el intento de asesinato de Mohamed Aidress Ahmed, funcionario de la Embajada de Libia en Madrid, que result¨® herido en ambos brazos.
Los negociadores espa?oles, Ar¨ªstegui primero, y luego Rafael Pastor Ridruejo y Rafael Vera, desplazados a Beirut para la ocasi¨®n, se entrevistaron varias veces con el l¨ªder de Amal, Nabih Berri. Los tres secuestrados fueron puestos en libertad cinco semanas despu¨¦s de su captura. Oficialmente se lleg¨® a decir que la liberaci¨®n se hab¨ªa producido "sin contraprestaciones pol¨ªticas".
Siempre es complicado interpretar las declaraciones oficiales, porque ?qu¨¦ quiere decir eso, que no se modific¨® la Constituci¨®n? Igual las contraprestaciones no eran pol¨ªticas, pero ?y de las otras? Porque lo cierto es que Rahal y Jalil fueron indultados por el Gobierno seis meses despu¨¦s, expulsados de Espa?a y recibidos como h¨¦roes en L¨ªbano por Nabih Berri.
Ahora, tenemos la crisis de los piratas que abordaron el Alakrana y la prioridad es que los 36 tripulantes retenidos sean liberados sin da?o. En los m¨¢s de 40 d¨ªas transcurridos, la Armada, el Gobierno, los jueces y los fiscales espa?oles que han tenido algo que ver con el caso se han ajustado escrupulosamente a la legalidad: la captura de los dos piratas, su traslado a Espa?a debido a la jurisdicci¨®n y competencia de los tribunales espa?oles al haber ocurrido el secuestro de los tripulantes en un barco de bandera espa?ola que se encontraba en aguas internacionales y tambi¨¦n su ingreso en prisi¨®n. Todo es legal y as¨ª hab¨ªa que hacerlo para no dejar sin cobertura la acci¨®n de la Armada, pues de lo contrario se hubiera cometido una detenci¨®n ilegal de los dos piratas.
Pero, en este momento, en el que hay que ser flexible para poder negociar, la ley se convierte en un engorro, porque en las facultades s¨®lo se ense?a la bonita teor¨ªa perfecta, no la forma de retorcer la ley para que concluya con ¨¦xito una negociaci¨®n. Porque ahora el problema ya no es el dinero para el rescate, sino c¨®mo devolver a Somalia a los dos piratas presos en Espa?a, que es una de las condiciones exigidas por los secuestradores para la liberaci¨®n de los tripulantes del Alakrana, sin cargarse el Estado de derecho y sin hacer demasiado el rid¨ªculo.
A los familiares de los marinos les da igual la forma en que se haga, porque como sosten¨ªa Nietzsche, "aquel que tiene un porqu¨¦ para vivir se puede enfrentar a todos los c¨®mos". El Gobierno y la justicia, sin embargo, deber¨ªan cuidar tanto el fondo como las formas, porque cuando haces malabares cabe la posibilidad de que algo se te caiga. Y las posibles alternativas que baraja el Ejecutivo, m¨¢s que soluciones son extravagancias: rebaja de la petici¨®n fiscal para los piratas a penas de menos de seis a?os, cuando cada secuestro agravado -con exigencia de rescate y por m¨¢s de 15 d¨ªas- est¨¢ castigado con penas entre 10 y 15 a?os; instrucci¨®n y sentencia ultrarr¨¢pida y expulsi¨®n, cuando ¨¦sta est¨¢ prevista para extranjeros ilegales, no para los que hemos tra¨ªdo para juzgar; cumplimiento de condena en Somalia, e incluso cesi¨®n de jurisdicci¨®n a un Estado que el propio abogado del Estado considera que "carece en la pr¨¢ctica de un Gobierno operativo y real" y para el que todav¨ªa no existe convenio, ni acuerdo bilateral. Seguro que hay alguna otra soluci¨®n m¨¢s surrealista, pero en este momento no se me ocurre cu¨¢l pueda ser.
Napole¨®n Bonaparte afirmaba que "lo imposible es el fantasma de los t¨ªmidos y el refugio de los cobardes". No se preocupen, aqu¨ª somos cualquier cosa menos t¨ªmidos o cobardes. Al tiempo.
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