Segregaci¨®n de sexos
El pasado s¨¢bado el presidente de la Junta de Andaluc¨ªa, Jos¨¦ Antonio Gri?¨¢n, se pronunciaba sobre la educaci¨®n ante un auditorio de m¨¢s de cien profesores en las cocheras del Puerto de Huelva. Se expresaba de forma clara y precisa. Dec¨ªa que "la educaci¨®n es la patria socialista. Es un bien p¨²blico, no privado". Y a?ad¨ªa que "la mejor pol¨ªtica econ¨®mica es invertir en ense?anza". No hay duda de que es persona de palabra y que sus manifestaciones se acompa?an con la realidad.
No hace mucho destacaba en este mismo espacio que, pese a la situaci¨®n de crisis que soportamos, el presupuesto de la Junta era acorde con esta pol¨ªtica social. Bajaban los presupuestos de todas las consejer¨ªas menos las de Educaci¨®n, Sanidad e Innovaci¨®n. Precisamente aquellas en las que descansa la igualdad social. Son frases que no s¨®lo no han ca¨ªdo en saco roto, sino que se refrendan con actos de gobierno. Estos principios de igualdad son los mismos que justifican que los centros de educaci¨®n que defienden la segregaci¨®n sexual no se nutran de fondos p¨²blicos.
Muy elegantemente, Gri?¨¢n se ha referido a los recursos que han planteado contra la Consejer¨ªa de Educaci¨®n algunos colegios concertados. "Muchas veces bajo la cobertura de impugnar la educaci¨®n se impugnan otras cosas". Y estas cosas, aunque no las haya dicho, est¨¢n en la mente de todos: que los recursos contra la Junta realmente vienen a impugnar la propia igualdad de g¨¦nero.
Se conoce que en uno de estos ¨²ltimos recursos planteados por los colegios concertados ha quedado en suspenso la aplicaci¨®n de la orden por la que Educaci¨®n establec¨ªa que los centros sostenidos con fondos p¨²blicos fueran mixtos. Una decisi¨®n de la sala tercera del Tribunal Superior de Justicia de Andaluc¨ªa ha acordado la suspensi¨®n cautelar de esta orden hasta que se dicte sentencia. Considera que, de no acordarse esta medida, los peque?os y peque?as pueden sufrir un perjuicio irreparable. Pero en fin, con independencia de las razones de esta sala -tan conocida por seguir en su interpretaci¨®n de las leyes los postulados de la Conferencia Episcopal, y sobre lo que ya se habl¨® con motivo de su sentencia sobre Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa-, lo cierto es que, tal como dice el presidente de la Junta, lo que est¨¢ en juego es un modelo educacional. Un modelo en el que de verdad las personas no sean segregadas en ninguna fase de la educaci¨®n por su condici¨®n de ni?os o ni?as. Que dejen atr¨¢s esos modelos anacr¨®nicos en los que cada uno y cada una serv¨ªan para un trabajo distinto y una posici¨®n social diferente.
Estas educaciones diferenciadas y segregadas son un modelo residual y condenado a extinguirse. Nadie cree a estas alturas que las ni?as o los ni?os valgan para una u otras cosas. La inteligencia y el esfuerzo son patrimonio de ambos sexos. La segregaci¨®n, se diga una cosa o se diga otra, no tiene como fin instruirlos mejor, sino mantener una separaci¨®n por raz¨®n de sexos y establecer una desigualdad educativa por esta sola raz¨®n. Sin duda, aunque puedan surgir muchas, dejar en suspenso unas ¨®rdenes dirigidas a buscar la plena igualdad educativa o una educaci¨®n sin matices de sexo puede ser una interpretaci¨®n correcta desde el punto de vista legal. Pero tambi¨¦n es preciso decir que las normas se interpretan seg¨²n el contexto social en el que han de ser aplicadas. Si el contexto social es la igualdad sin matices, el perjuicio que ocasiona esta suspensi¨®n no es otro sino que el dinero p¨²blico se est¨¢ utilizando para potenciar la segregaci¨®n sexual en las aulas.
Hay que decir, y no olvidar, que durante muchos a?os las mujeres no hab¨ªan alcanzado el mismo nivel de estudios, capacitaci¨®n y posici¨®n profesionales que los hombres. La educaci¨®n segregada es parte responsable de esto. A¨²n queda mucho por recorrer, pero la sociedad camina hacia la igualdad de oportunidades. Los centros educativos que apuestan por la segregaci¨®n son un lastre para la igualdad. La Administraci¨®n no tiene potestad absoluta para terminar con este lastre, pero s¨ª la deber¨ªa tener o, al menos, para no potenciarla.
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