Depeche Mode se reivindica ante una multitud entregada
El grupo brit¨¢nico rindi¨® a su p¨²blico con un repertorio muy cl¨¢sico
Eran unos chavales deliciosamente j¨®venes y superficiales. Chicle rosa. Y 30 a?os m¨¢s tarde son adultos vestidos de negro, con mirada dura y ritmos que, sin perder el regusto sint¨¦tico, apuestan por pasajes oscuros. Tabaco de mascar. Ese giro, esa transformaci¨®n, ha hecho de Depeche Mode un grupo casi de estadio. Ayer apabullaron a su p¨²blico en el primero de sus dos conciertos en el Palau Sant Jordi, un espect¨¢culo para mayor gloria de Dave Gahan y su ambiguo y arrollador erotismo. Cr¨®nica de un ¨¦xito anunciado, m¨¢s que nunca cantado.
Para sugerir que ellos no viven de su pasado, las tres primeras piezas -In chains, Wrong y Hole to feed- pertenecen al ¨²ltimo disco de la banda. Pese a que m¨¢s tarde lo retomaron con la balada Jezebel, ¨¦se fue casi todo el homenaje a Sound of the universe, despachado a las primeras de cambio. Porque ya desde el inicio, temas cl¨¢sicos como Walking in my shoes, A question of time, World in my eyes -primer contoneo de Gahan por el provocador- y Precious marcaron la pauta del concierto. Como repartir la ¨²ltima edici¨®n del juego Assassin's creed entre un grupo de adolescentes ociosos: la locura.
Y eso que el espect¨¢culo de los de Basildon no fue tan brillante como otros que han ofrecido en visitas anteriores. El preciosismo mostrado en otras ocasiones fue sustituido en ¨¦sta por una simple pantalla enorme en la que se proyectaban motivos sin especial atractivo que se mezclaban con imagen real tomada en el mismo escenario. Un escenario as¨ª, m¨¢s rockero que tecnol¨®gico, m¨¢s de escaparate para que se luzca la banda que entorno para fascinar visualmente, no pareci¨® deslumbrante sino rutinario.
Aunque Depeche Mode, unos Depeche muy musculosos, siguen teniendo en la versatilidad y empuje de Dave Gahan una de sus grandes bazas. Ataviado con chaleco como es habitual, su mezcla entre delicadeza y cimbreo homosexual, con sus aires de canalla con gusto, sus ramalazos de heterosexual bru?ido por el barrio y sus estrategias rockeras en escena -movimiento de micro, aprovechamiento de la boca del escenario para lucir palmito, vestuario de motero, tatuajes- hacen de ¨¦l un c¨®ctel con recursos arom¨¢ticos y de fondo apto para todo tipo de paladares. No debe olvidarse su voz profunda y vers¨¢til, culmen de un carisma irresistible.
En ¨¦sas, entre caderazos y composiciones que beben de la electr¨®nica pop y de la oscura, del sonido maquinal adusto y severo, del impulso masculino del rock y de los recursos propios de supervivientes de los ochenta, pas¨® el concierto.
La traca final fue de cortar el hipo -Policy of truth, It's no good, In your room, I feel you, Enjoy the silence y Never let me down again, que result¨® demoledora. Ya en los bises remataron el repertorio, casi calcado al de Madrid, con Personal Jesus. Apoteosis final aunque no se vieron en el Sant Jordi los mejores Depeche Mode, banda que ya parece rendida s¨®lo y exclusivamente a su pasado y a unos recursos que esta vez no ha renovado.
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