Dinero
Vale que hay que hacer caja, pero no es de recibo que dos artistas consolidados y de prestigio ofrezcan este lamentable y complaciente apa?o, llam¨¦mosle bolo de lujo. Mientras la mayor¨ªa de la profesi¨®n de la danza se la juega a taquilla (lo que parece estarse imponiendo como soluci¨®n cotidiana y subsistente), el Festival de Oto?o de la Comunidad de Madrid, con la indolencia hacia la danza que ya es su estilo, se ufana de presentar estas iluminaciones de relumbr¨®n, de seguro tiro medi¨¢tico e injustificados altos costes. Estar¨ªa bien auditar esta producci¨®n, saber cu¨¢nto ha costado en honorarios de las dos figuras, los cuatro asistentes coreogr¨¢ficos (?para un pas de deux, lo nunca visto!), el circuito cerrado de v¨ªdeo, los seis m¨²sicos, la veintena de t¨¦cnicos, los viajes internacionales y etc¨¦teras que har¨ªan sonrojar a cualquier economista del sector en los tiempos que corren. En resumen, otro experimento estilo alianza de civilizaciones (no por oportunista mejor entendido) y que se queda a distancias de anteriores mezclas de efecto de Cherkaoui, como Sutra (con los monjes de Shaolin) o su result¨®n d¨²o con Akram Khan.
DUNAS
Coreograf¨ªa, direcci¨®n e interpretaci¨®n: Mar¨ªa Pag¨¦s y Sidi Larbi Cherkaoui. M¨²sica: Sim¨®n Brzoska
y Rub¨¦n Lebaniegos. Luces: Felipe Ramos. Vestuario: Alexandra Gilbert. Teatros del Canal, 18 de noviembre.
Tienen talento, pero est¨¢n muy lejos de ser lo geniales que desean aparentar
Con una elementalidad expositiva que exaspera y un o¨ªdo cuadrado, Sidi Larbi llega a creerse que zapatea a comp¨¢s y bracea en su orden. Vaya relajo. Parec¨ªa de broma. A la payasada (rayana en la falta de respeto con el g¨¦nero) del visitante, que hace el rid¨ªculo a espuertas, se une la entrega de Pag¨¦s, que ofrece m¨¢s de lo mismo y lleva el peso de la obra, gesticulaci¨®n con un gran velo incluido que no es m¨¢s que refrito de su propio solo de mant¨®n; todo sonaba a poco ensayado. Tampoco queda claro qu¨¦ postura tiene el se?or Cherkaoui alrededor de la cruz (como s¨ªmbolo religioso), del 11-S y las Torres Gemelas, y hasta del dicho de que el pez grande siempre se come al chico. Tambi¨¦n se ve que est¨¢n fascinados con lo que hac¨ªa Momix con siluetas y sombras hace 15 a?os. Cuando Larbi hace de gir¨®vago parece un borracho en un tablao; despu¨¦s se resigna a saltar de rodillas como un tullido goyesco y a rodar por el suelo casi en trance.
En YouTube hay varios v¨ªdeos de los que pintan con arena sobre un cristal y se ganan la vida con ello en salas de fiesta (hasta hacen retratos). Es un juego sin pretensi¨®n ni entidad pl¨¢stica alguna. Aun desde la visi¨®n m¨¢s heterodoxa del ballet flamenco y sus mixturas, Dunas no resiste un an¨¢lisis cor¨¦utico, pues hilvana unos resultados de taller poco armonizados, s¨ª efectistas con mucha tela, marinera y de la otra, en recurrencia a soluciones esc¨¦nicas manidas y muy sobadas, cada uno por su lado, pues como pareja esc¨¦nica Mar¨ªa y Sidi no consiguen empaste est¨¦tico; aquello que se dice que no pegan ni con cola, pero la responsabilidad mayor sigue estando en el desvar¨ªo de la direcci¨®n art¨ªstica del evento, que usa la danza como relleno y que programa a tenor de gustos ex¨®ticos y personales ajenos a la realidad art¨ªstica local (y global).
Como explica Auden en su conferencia final sobre Shakespeare, hay un tipo de libertad creativa que favorece a los genios, pero perjudica a los que simplemente tienen talento. Pag¨¦s y Larbi Cherkaoui tienen talento, pero est¨¢n muy lejos de ser lo geniales que desean aparentar.
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