Ahmadineyad en Brasil
Lula arriesga mucho si no obtiene del l¨ªder iran¨ª concesiones sobre su programa nuclear
El escenario internacional donde se dirime el contencioso sobre el programa nuclear iran¨ª ampl¨ªa sus dimensiones con la visita de Mahmud Ahmadineyad a Brasil. A efectos de Teher¨¢n, y ante el inextinguible malestar interno tras las elecciones presidenciales de junio, denunciadas por la oposici¨®n reformista en actos y manifestaciones que no han cesado desde entonces, Ahmadineyad pretende buscar fuera la legitimidad que dentro le sigue siendo contestada. Pero la visita a Brasil est¨¢ relacionada, adem¨¢s, con las sanciones que la comunidad internacional impondr¨¢ a Ir¨¢n tras el bloqueo de las conversaciones sobre su programa at¨®mico. Ahmadineyad ha ignorado la ¨²ltima oferta de enriquecer uranio para usos civiles fuera del pa¨ªs, reafirmando las sospechas sobre sus intenciones y limitando dr¨¢sticamente las esperanzas de encontrar una salida negociada.
La visita de Ahmadineyad a Brasil no es la primera muestra del inter¨¦s iran¨ª por Am¨¦rica Latina. Las relaciones con la Venezuela de Ch¨¢vez se han reforzado durante la ¨²ltima d¨¦cada en un ejercicio de com¨²n desaf¨ªo a Estados Unidos, y le han permitido estrechar lazos con el Ecuador de Correa, la Nicaragua de Ortega y la Bolivia de Morales, adem¨¢s de aceptar el estatuto de observador en la Alternativa Bolivariana. Pero nada de esto tiene el profundo significado de la nueva escala latinoamericana de Ahmadineyad.
Brasil ha decidido ocupar el nuevo papel que le corresponde, y eso pasa por desarrollar una pol¨ªtica propia para los principales contenciosos mundiales y, en particular, para Oriente Pr¨®ximo y el programa nuclear iran¨ª. Es una apuesta arriesgada para el presidente Lula que, antes de Ahmadineyad, ha recibido al presidente israel¨ª Sim¨®n Peres y al de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, obligado por el domin¨® de equilibrios que debe respetar tras mover una primera pieza.
Tal y como parece planteada, la visita de Ahmadineyad a Brasil no admitir¨ªa otro desenlace que un juego de suma cero. O bien Lula queda en evidencia por debilitar a cambio de nada el frente internacional contra el programa nuclear iran¨ª, o bien Ir¨¢n tiene que hacer ante Lula concesiones que hasta ahora ha tratado de sortear por todos los medios. Quiz¨¢ un camino intermedio como ganar tiempo antes de las sanciones fuera aceptable para Ahmadineyad. Lula, en cambio, se dejar¨ªa un jir¨®n del prestigio internacional que merecidamente ha cosechado.
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