3.000 personas aplauden el ¨²nico concierto de Sabina en Galicia

Quiso crear una atm¨®sfera de intimidad en una cancha convertida en un patio de butacas, pero los 3.000 fans enardecidos que en cuesti¨®n de horas agotaron las entradas de su ¨²nico concierto gallego no correspondieron tales ansias de recogimiento. Tantas ganas hab¨ªa de aplaudir a Joaqu¨ªn Sabina el pasado martes en el pabell¨®n vigu¨¦s de As Travesas, que los coros y palmas fluyeron en corriente continua desde el minuto cero del recital, que abri¨® con Tiramis¨² de lim¨®n hasta su t¨¦rmino, dos horas y media despu¨¦s con Pastillas para no so?ar, en cumplimiento estricto del programa de la gira de presentaci¨®n de Vinagre y rosas.

"No puedo olvidar lo bien que me han sentado siempre los ribeiros y los mariscos", reconoci¨® el artista jienense, quien premi¨® a su caluroso auditorio con alusiones a la ciudad en el recitado del poema La misma canci¨®n, casi ahogado por los v¨ªtores y el barullo amplificado por las paredes del complejo deportivo.

Para su reaparici¨®n, sobre un escenario decorado como una azotea, Sabina ha escogido un personaje sonriente y melanc¨®lico que baila mecido por los tiempos medios y lentos. La balanza se inclina por el lado m¨¢s rom¨¢ntico de sus melod¨ªas, con el colch¨®n de la voz de Mara Ramos y una banda capitaneada por el guitarrista Pancho Varona, sin dejar de ser fiel a las rimas agridulces que son marca de la casa.

Tocado con su inseparable bomb¨ªn, su presencia trajeada y su m¨ªmica galante se acercan m¨¢s a Chaplin que a las estrellas del rock and roll. Con un aire que quiz¨¢ sea menos pendenciero y m¨¢s bohemio, el cantante declara su amistad con el escritor Benjam¨ªn Prado, la otra mitad de Vinagre y rosas, y, para carcajada general proclama que ahora frecuenta la compa?¨ªa de los poetas, que "son unos borrachos", antes que la de los m¨²sicos "porque son muy drogadictos".