Un ¨¢ngel con maracas
La m¨²sica popular no se entender¨ªa sin la llegada de millones de africanos y europeos al Nuevo Mundo. All¨ª se encontraron y mezclaron en un prodigioso sincretismo cultural
Un ¨¢ngel y una maraca no eran cosas nuevas en s¨ª. Pero un ¨¢ngel maraquero, esculpido en el t¨ªmpano de una iglesia, incendiada, era algo que no hab¨ªa visto en otras partes. Me preguntaba ya si el papel de estas tierras en la historia humana no ser¨ªa el de hacer posibles, por primera vez, ciertas simbiosis de cultura". Lo escribi¨® Alejo Carpentier en su novela Los pasos perdidos.
A los puertos del Nuevo Mundo arribaron barcos cargados de africanos esclavizados y blancos de toda condici¨®n. David Byrne apunta que las m¨²sicas generadas por la di¨¢spora africana han sido las m¨¢s poderosas e influyentes del siglo XX. Los esclavos fueron desembarcados en Veracruz, Cartagena de Indias, Portobelo o Valpara¨ªso, inici¨¢ndose con su llegada un proceso de transculturaci¨®n de siglos. Los m¨¢s dotados para la m¨²sica no tardar¨ªan en aprender a tocar valses, cuadrillas o polcas para sus amos, aportando un sentido muy acentuado del ritmo. Y libertos iban a ser muchos grandes m¨²sicos americanos. El poeta Augusto de Campos habl¨® de "la capacidad de romper con la tradici¨®n, la natural inclinaci¨®n por la improvisaci¨®n y la experimentaci¨®n, rasgos que -seg¨²n John Cage- distinguen al m¨²sico americano del europeo o del asi¨¢tico, m¨¢s apegados a una tradici¨®n cultural".
La modernizaci¨®n de las ciudades y la posibilidad de una difusi¨®n masiva de la m¨²sica permitieron la fiebre del mambo y el chachach¨¢
Quiz¨¢ sea el rock latino el que mejor ha sabido acercar a los j¨®venes. Un rock que se empapa de las se?as de identidad de la cultura de cada pa¨ªs
En Buenos Aires, junto al puerto, en los conventillos del barrio de San Telmo, se acomod¨® el tango. Se fragu¨® en torno a la guitarra primero y, m¨¢s tarde, a ese bandone¨®n tra¨ªdo de Alemania y considerado por el clero fuelle del diablo. El tango es prostibulario, dec¨ªa Borges. Baile pecaminoso: expresi¨®n vertical de un pensamiento horizontal. Tambi¨¦n a finales del XIX, en la regi¨®n oriental de Cuba, surgi¨® el son. "Lo m¨¢s sublime para el alma divertir", cantaba Ignacio Pi?eiro. Lleg¨® a las calles de Santiago desde el campo ya con la impronta hispanoafricana. Y de la mano del tres, el g¨¹iro y el bong¨® super¨® el rechazo de las clases dominantes. Conviene saber que en el oriente de Cuba viv¨ªan miles de colonos franceses huidos de Hait¨ª con muchos de sus esclavos y con sus contradanzas.
Escribe el antrop¨®logo Fernando Ortiz: "Los cubanos hemos exportado con nuestra m¨²sica m¨¢s enso?aciones y deleites que con el tabaco, m¨¢s dulzuras y energ¨ªas que con el az¨²car". El primer bolero, alimentado por la habanera, el danz¨®n o la romanza oper¨ªstica, ser¨ªa Tristezas, que compuso all¨¢ por 1885 el mulato santiaguero Pepe S¨¢nchez, sastre de profesi¨®n. El bolero, definido por C¨¦sar Pagano como "ese gran corruptor de mayores", se disemin¨® por el mundo de habla espa?ola. Y tuvo en M¨¦xico un centro neur¨¢lgico impulsado por figuras como Agust¨ªn Lara.
El proceso de modernizaci¨®n de las ciudades, y la posibilidad de una difusi¨®n masiva de la m¨²sica, permitieron la fiebre del mambo y el chachach¨¢. El poeta colombiano Dar¨ªo Jaramillo Agudelo se?ala que, a partir de 1930, tangos, boleros y rancheras como Cambalache, Aquellos ojos verdes o En el ¨²ltimo trago, propagados por los discos, la radio y el cine, modelaron la forma de sentir de generaciones de latinoamericanos.
Otro testimonio de sincretismo musical, compartido por los habitantes de Cali, Caracas, San Juan, Lima, Guayaquil o Miami, es la salsa. Expresi¨®n urbana, que agrupa m¨²sicas bailables antillanas, y en la que est¨¢ siempre presente la clave, comp¨¢s que se marca con el golpeo de dos palos cil¨ªndricos de madera -tres golpes, pausa, dos golpes-. Creci¨® en las esquinas del Barrio de Nueva York -afirma el periodista Enrique Romero que la esquina es a los latinos lo que el ¨¢gora fue para los griegos-. En 1964, el abogado jud¨ªo Jerry Masucci y el m¨²sico dominicano Johnny Pacheco fundaron la discogr¨¢fica Fania, que arranc¨® a lo pobre -ellos ofrec¨ªan los discos de tienda en tienda- y se convirti¨® pronto en paradigma salsero.
"El problema al intentar definir la cultura latina es que se pone un ¨¦nfasis tremendo en la raza, como si los latinos fuesen una raza. Al hablar de latinoamericanos, se est¨¢ hablando de una unidad cultural", opina Rub¨¦n Blades, autor de Pedro Navaja, esa canci¨®n que le hubiera gustado escribir a Garc¨ªa M¨¢rquez, que asegur¨® que Cien a?os de soledad no era sino un vallenato de 400 p¨¢ginas. En la misma costa atl¨¢ntica de Colombia, y tambi¨¦n simbiosis de tres culturas, se desarroll¨® la cumbia. Con La piragua o La pollera color¨¢ franque¨® las fronteras nacionales desde la d¨¦cada de los cincuenta y tom¨® forma renovada en M¨¦xico y Per¨². M¨²sica h¨ªbrida adoptada por las villas miseria la de esa cumbia villera que se asent¨®, con sus letras descarnadas, en el R¨ªo de la Plata. Tan denostada por su procacidad o su violencia, como el exitoso reggaeton -c¨®ctel tropical con dosis de merengue dominicano, plena y bomba boricuas, son cubano, reggae y hip hop-.
Quiz¨¢ sea el rock latino el que mejor ha sabido acercar a los j¨®venes. Un rock en espa?ol que, en sus casos m¨¢s felices, se empapa de las se?as de identidad de la cultura de cada pa¨ªs. Cuando, como escribe Diego A. Manrique, deja de ser simple traducci¨®n de los mitos anglosajones y asume el candombe, el son, la milonga o la ranchera como parte de su c¨®digo gen¨¦tico.
El 1 de octubre de 1993 nac¨ªa la MTV Latina que v¨ªa sat¨¦lite, y en palabras ir¨®nicas de los escritores chilenos Alberto Fuguet y Sergio G¨®mez, hizo realidad el sue?o de Bol¨ªvar de una Latinoam¨¦rica unida. Un a?o despu¨¦s, Caetano Veloso reuni¨® en Fina estampa canciones argentinas, paraguayas, peruanas, venezolanas... memoria de su adolescencia y mano tendida al imaginario com¨²n. La hermandad a la que cant¨® Mercedes Sosa. En 1967, el brasile?o ya hab¨ªa grabado para su primer disco Soy loco por ti, Am¨¦rica, de Gilberto Gil y Capinan: "Voy a traer una mujer playera / Que su nombre sea Mart¨ª / Tenga como colores la espuma blanca de Latinoam¨¦rica / Y el cielo como bandera". -
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