... y Elena dijo: "S¨ª, quiero"
La Infanta pone fin a 14 a?os de un matrimonio que naci¨® por la insistencia de Jaime de Marichalar
Llov¨ªa en Par¨ªs. En un coche se desped¨ªa una pareja. Eran Luis Astolfi y Elena de Borb¨®n. Compa?eros en el circuito h¨ªpico, llevaban varios meses saliendo a escondidas. Lleg¨® el momento de definir la relaci¨®n y Astolfi confes¨® a la Infanta que no se cre¨ªa capaz de afrontar la vida p¨²blica que requer¨ªa salir con la hija mayor de los reyes de Espa?a. A Elena se le rompi¨® el coraz¨®n.
En su tiempo de estudiante en Par¨ªs, la Infanta frecuentaba la amistad de algunos espa?oles instalados en la ciudad, entre ellos Jaime Marichalar, el "de" lleg¨® m¨¢s tarde. El hijo de los condes de Ripalda se convirti¨® en el acompa?ante perfecto, siempre dispuesto, siempre atento. Segu¨ªa a do?a Elena incluso cuando montaba en los concursos. "Nos conoc¨ªamos hace mucho tiempo, pero Jaime no ha parado hasta convencerme", cont¨® la Infanta en noviembre de 1994 cuando se hizo p¨²blico el compromiso de la pareja. Esa frase tiene ahora m¨¢s significado que nunca.
La hija de los reyes y su esposo vivieron una d¨¦cada de desencuentros
Do?a Elena y Marichalar fueron felices en sus primeros a?os de casados. El tiempo en que vieron nacer a sus dos hijos, Felipe, que ahora tiene 11 a?os, y Victoria, de 9. Fue tambi¨¦n la ¨¦poca de la gran transformaci¨®n de la Infanta, que se convirti¨® en una de las mujeres m¨¢s elegantes de la nobleza europea. De ese cambio el responsable fue Marichalar, al que se ve¨ªa en los aviones a Par¨ªs cargado con portatrajes y sombrereras de las grandes firmas de moda de alta costura.
Pero cuando en diciembre de 2001 el duque de Lugo sufri¨® su primer accidente vascular en un gimnasio de Madrid, las cosas entre ellos ya no iban bien. Sus vidas cada vez tomaban caminos m¨¢s distantes. Plantearse en esos momentos una separaci¨®n era dif¨ªcil por muchas cosas; la m¨¢s importante: el pr¨ªncipe Felipe permanec¨ªa soltero y la l¨ªnea de sucesi¨®n al trono no estaba asegurada.
En mayo de 2002, Marichalar sufri¨® el segundo accidente vascular en un avi¨®n. El paciente no hac¨ªa caso a los m¨¦dicos y viajaba, aunque le recomendaban que no lo hiciera, y descuidaba su rehabilitaci¨®n. Fue entonces cuando el matrimonio se traslad¨® a Nueva York para que el duque se recuperara sin distracciones.
El c¨ªrculo que rode¨® a la pareja en Estados Unidos recuerda a Marichalar siempre acompa?ado de un mayordomo y a do?a Elena sola con semblante triste. La isquemia cerebral le provoc¨® una hemiplejia en la parte izquierda de su cuerpo y un cambio profundo en su car¨¢cter. Pasaba por temporadas de gran euforia y actividad, en las que sal¨ªa todas las noches y viajaba all¨¢ adonde le invitaban, a otras en las que se sum¨ªa en la melancol¨ªa. Perd¨ªa los nervios con frecuencia y lleg¨® incluso a provocar situaciones embarazosas por salidas de tono en p¨²blico.
De regreso a Espa?a, do?a Elena se qued¨® embarazada, pero a los tres meses- en junio de 2003- sufri¨® un aborto espont¨¢neo. Fue el ¨²ltimo intento de retomar su matrimonio.
La Infanta se refugi¨® en sus hijos, en el colegio que abri¨® con su amigo Borja Prado y en el que daba clases de ingl¨¦s, y retom¨® las salidas con su pandilla de la h¨ªpica. Y siempre a su lado, su mejor amiga, Rita Allende-Salazar. Ella fue quien le ayud¨® a mudarse a la peque?a casa que le prestaron cuando dej¨® el domicilio conyugal del barrio de Salamanca, que Marichalar compr¨® con el dinero de una herencia millonaria de una t¨ªa. Ella tambi¨¦n le acompa?¨® en sus largos fines de semana en el campo de ?vila, donde cuentan que tambi¨¦n acud¨ªa un amigo de la Infanta con el que montaba a caballo.
Los Reyes permitieron a su hija que se separara tras un verano complicado en Marivent. La Infanta lleg¨® a marcharse de Palma en pleno mes de agosto dejando all¨ª a su marido e hijos para viajar a Croacia con su hermana Cristina y unos amigos.
Do?a Elena encontr¨® el apoyo del Rey, que tiene debilidad por ella, y la reticencia de la Reina, que intent¨® convencerla de que al ser miembro de la familia real ten¨ªa obligaciones que cumplir, como ella misma hac¨ªa. El debate se resolvi¨® con el llamado "cese temporal de la convivencia".
En estos dos a?os previos al anuncio del divorcio, que se produjo el pasado mi¨¦rcoles, no ha habido ni un solo s¨ªntoma de acercamiento y s¨ª ha permitido ver a dos personas que han evolucionado de manera muy diferente. Mientras Elena aparec¨ªa feliz, se compraba una casa nueva y comenzaba a trabajar en la Fundaci¨®n Mapfre, Marichalar vagaba solo por las fiestas, perd¨ªa puestos en los consejos de administraci¨®n y confesaba a sus amigos que su tr¨ªplex del barrio de Salamanca se le ca¨ªa encima. S¨®lo sonr¨ªe con sus hijos, lo ¨²nico que le une a Madrid porque ganas no le faltan de volver a Par¨ªs.
Marichalar no quiso nunca el divorcio, lo ha firmado al darse cuenta de que la vuelta atr¨¢s era imposible. En primavera, cuando Victoria, su hija, hizo la primera comuni¨®n, aparecieron juntos por primera vez en dos a?os: apenas se miraron. Marichalar tampoco quiere la nulidad, pero do?a Elena est¨¢ dispuesta a seguir adelante. Quiere ser soltera y no descarta rehacer su vida. Tiene 45 a?os y se siente m¨¢s segura que nunca de s¨ª misma.
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