"Las mujeres de los pa¨ªses ricos vuelven a tener hijos"
Solemos desconocer c¨®mo incidimos en eso que se llama demograf¨ªa, que no es otra cosa que la plasmaci¨®n en datos de decisiones personal¨ªsimas de los individuos. Y tambi¨¦n c¨®mo la demograf¨ªa influye en nosotros, en lo m¨¢s ¨ªntimo de nuestras vidas. En si nos casamos o no, si usamos o no anticonceptivos, tenemos m¨¢s o menos hijos, o logramos m¨¢s o menos oportunidades laborales o educativas. Pero seguir la demograf¨ªa espa?ola con Anna Cabr¨¦ es seguir la reciente historia de Espa?a de una forma que atrapa. Cabr¨¦ relaciona los aburridos gr¨¢ficos de campanas y pir¨¢mides con el matrimonio precoz que hab¨ªa en Espa?a en los a?os setenta, una forma de emancipaci¨®n de las mujeres que no pod¨ªan irse de casa si no era para casarse o hacerse monjas; con el retraso indefinido de la juventud actual que llega tarde a la maternidad, o con el futuro de una poblaci¨®n en aumento de mayores cada d¨ªa m¨¢s educados, exigentes y urbanos, que terminar¨¢n por contar mucho, y no s¨®lo en la pol¨ªtica de pensiones.
"Los pa¨ªses con mayor fecundidad son donde las mujeres trabajan m¨¢s"
"Poner en un mismopaquete a los de 65 y a los de 90 a?os es confuso"
Combativa, vital, optimista, tenaz, incluso desafiante en sus ideas profesionales que puede mantener contra viento y marea -como hace una d¨¦cada cuando, contra todo pron¨®stico, dec¨ªa que la fecundidad en Espa?a no seguir¨ªa bajando-, la dem¨®grafa y catedr¨¢tica Anna Cabr¨¦ es, a sus 66 a?os, directa y ocurrente.
Cabr¨¦ dirige desde su creaci¨®n, hace 25 a?os, el Centro de Estudios Demogr¨¢ficos, un centro de investigaci¨®n vinculado a la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, que figura entre los cinco primeros de Europa en su g¨¦nero. Lo ense?a con mimo como quien muestra una bonita casa a los amigos, y habla de sus doctorandos como de las ni?as de sus ojos. Y al terminar la entrevista refunfu?a: "Creo que hemos hablado poco del CED y demasiado de mi vida remota, con la que apenas me identifico".
Tose sin parar porque ha vuelto resfriada de un viaje rel¨¢mpago a EE UU para ver a su nuevo nieto, y arrastra una voz cazallera: "los ense?antes acabamos pagando con la voz". No quiere hablar de su vida personal, pero una vez apagada la grabadora habla sin reparos de su familia catalana. De la bisabuela, que tras enviudar joven dej¨® a sus hijos y se march¨® a un convento de clausura para cumplir su vocaci¨®n de ni?a; de su abuelo libertario, al que apodaban L'humanitari; de las comidas de domingo en casa de los abuelos escuch¨¢ndoles historias de la Guerra Civil, mientras intentaba que sus padres y t¨ªos le explicaran por qu¨¦ hab¨ªan perdido la guerra. "Es que no lo pod¨ªa entender, siempre me contestaban que ellos no hab¨ªan matado a nadie, y, claro, llegu¨¦ a la conclusi¨®n de que hab¨ªan perdido la guerra porque mataban poco?". Y tambi¨¦n habla de sus matrimonios ("bueno, con mi segunda pareja no me cas¨¦"), de sus dos hijos -ella vive en Ginebra; ¨¦l, en Estados Unidos- y sus tres nietos.
En 1961 se fue, con 17 a?os y una beca, a estudiar preuniversitario a Estados Unidos, "entonces era como ir ahora a la estaci¨®n espacial?". Al volver, con 19 a?os, se cas¨® con un espa?ol que ten¨ªa estatuto de refugiado pol¨ªtico en Francia y se march¨® a vivir a Par¨ªs. All¨ª descubri¨® la demograf¨ªa leyendo un d¨ªa en la peluquer¨ªa un art¨ªculo de Louis Henry, que luego ser¨ªa su profesor en la Sorbona, donde estudi¨® Ciencias Pol¨ªticas y Econ¨®micas. Y all¨ª, en Par¨ªs, vivi¨® en primer¨ªsima l¨ªnea el Mayo del 68, acontecimiento del que asegura tener un recuerdo muy poco heroico. "Los hombres y las chicas solteras se iban a las barricadas mientras las casadas hac¨ªamos bocadillos y cos¨ªamos a m¨¢quina m¨¢scaras antig¨¢s?".
Aquellos sue?os de cambiar el mundo fueron por otros derroteros, ?le gusta en lo que quedaron? Si lo que algunos quer¨ªamos entonces, la dictadura del proletariado, el centralismo democr¨¢tico, etc¨¦tera, hubiera ocurrido, ser¨ªa para pegarse un tiro. ?Menos mal que algunas cosas de la izquierda no salieron! Prefiero la evoluci¨®n que ha habido a la que quer¨ªa entonces, porque adem¨¢s no era lo que yo quer¨ªa, sino lo que me hab¨ªan dicho que ten¨ªa que querer. Yo aspiraba a que hubiera justicia, que no hubiera pobreza ni desigualdades, ten¨ªa un ideario de buena voluntad, pero entonces dec¨ªan que eso era peque?oburgu¨¦s, y que para hacer tortillas hab¨ªa que romper huevos? Que luego todo eso no haya funcionado, la verdad, me produce cierto alivio. La evoluci¨®n que ha habido no est¨¢ mal, sobre todo en un pa¨ªs como Espa?a, ?qui¨¦n la ha visto y qui¨¦n la ve! Ahora vas a otros pa¨ªses que han estado mucho m¨¢s adelantados y a veces te sorprende cierto aire de vetustez. Yo creo que ¨¦ste es un pa¨ªs que est¨¢ muy bien. Ya s¨¦ que no se lleva, pero la evoluci¨®n ha superado todas mis expectativas. Adem¨¢s, considero un privilegio haber llegado a la edad de jubilaci¨®n sin haber vivido una guerra.
Hace una d¨¦cada auguraba, contra viento y marea, que la natalidad en Espa?a no iba a bajar m¨¢s, sino a crecer, y acert¨®. Ahora el Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE) dice que a partir del pr¨®ximo a?o volver¨¢ a bajar, y en 2017 se estabilizar¨¢. ?Est¨¢ de acuerdo? A ver, lo que sabemos es que la natalidad ha subido, y hay elementos para pensar, sobre todo por la crisis, que puede no seguir subiendo, pero la evoluci¨®n futura no la sabe nadie. Lo que puedo decir es que en estos momentos en todos los pa¨ªses europeos pr¨¢cticamente, y en Am¨¦rica del Norte y Ocean¨ªa, se observa un repunte general de la fecundidad, que se habr¨ªa visto antes si no estuvi¨¦ramos obsesionados con el famoso 2,1 hijos por mujer, que es algo te¨®rico que se aplica a poblaciones te¨®ricas. Pero en una poblaci¨®n real de las caracter¨ªsticas de la nuestra, donde hay unos ritmos incre¨ªbles de mejora de la esperanza de vida, para que la poblaci¨®n se mantenga no se necesita una tasa de 2,1 hijos, sino menos. Al tener esta especie de referencia inalcanzable no se notan los cambios, y parecer¨ªa que el 1,15 es lo mismo que el 1,45, y hay una diferencia notable. Pero en la ¨²ltima conferencia de poblaci¨®n celebrada en Marraquech (Marruecos) el ambiente hab¨ªa cambiado por completo. No s¨®lo se destac¨® que estaba aumentando la natalidad en los pa¨ªses avanzados, y que no se ve¨ªa como algo espor¨¢dico, sino como el inicio de una nueva tendencia.
Entonces podemos hablar tambi¨¦n de 'brotes verdes' en la natalidad de los pa¨ªses ricos. Se habl¨® de revisar las proyecciones que dan a Europa una poblaci¨®n decreciente en el siglo XXI, porque si mejora la fecundidad quiz¨¢ no sea decreciente. Hay un art¨ªculo muy bonito, publicado en Nature, donde se muestra de forma incontrovertible que hay una relaci¨®n entre desarrollo humano y fecundidad. Los autores cogen el ¨ªndice de desarrollo humano -que contempla una serie de variables, educaci¨®n, sanidad, etc¨¦tera- y lo ponen en relaci¨®n con la fecundidad, y observan que, con datos de hace 20 a?os, cuanto m¨¢s alto era el desarrollo humano, m¨¢s baja era la fecundidad sin excepciones. Pero con datos actuales y en pa¨ªses donde hay un desarrollo humano muy elevado, superior al 90% -Espa?a est¨¢ entre los 20 pa¨ªses que superan el 90%-, resulta que, pasado ese dintel, los efectos son de signo contrario. Y no s¨®lo es as¨ª, sino que el ritmo de aumento es m¨¢s r¨¢pido que cuando era a la inversa. Y dicen los autores que posiblemente Europa pueda conocer una nueva primavera de fecundidad que echar¨ªa por tierra las previsiones catastrofistas. Las mujeres de los pa¨ªses ricos vuelven a tener ni?os.
?Y por qu¨¦ ha cambiado una situaci¨®n que en las ¨²ltimas d¨¦cadas parec¨ªa inamovible? Salvo las excepciones de pa¨ªses del Extremo Oriente, como Jap¨®n o Corea, en el resto se da una muy buena asociaci¨®n entre lo que es desarrollo humano e igualdad entre los sexos, de forma permanente. Creo que hay dos cambios fundamentales. En la esfera p¨²blica, la participaci¨®n de la mujer en el mercado del trabajo en condiciones de autonom¨ªa; y dentro de las familias, una igualdad no s¨®lo jur¨ªdica, de derechos, sino un reparto equitativo de las cargas y una participaci¨®n igualitaria en la toma de decisiones. ?Qui¨¦n recuerda lo que eran las familias de antes? Yo tengo una amiga que cuando le preguntaban en broma a su hijo peque?o: ?en tu casa qui¨¦n manda?, respond¨ªa: ?qui¨¦n manda qu¨¦?; es decir, no entend¨ªa la idea. Hoy los que no est¨¢n muy informados se encuentran con la sorpresa de que los pa¨ªses con mayor fecundidad son aquellos donde las mujeres trabajan m¨¢s, cuando siguen anclados en la idea de que para que nazcan ni?os necesitas tener a las mujeres en casa.
Pero hasta ahora, en Espa?a, a mayor igualdad de g¨¦nero, a mayores estudios y posibilidades laborales de la mujer, parece que se ha ido a menor natalidad . Hasta un punto, s¨ª. Pero ?cuidado!, porque cuando bajaba la fecundidad en Espa?a bajaba en todas las categor¨ªas sociales. Y ahora se observa en Europa que las mayores recuperaciones se dan precisamente en las mujeres con estudios y empleo. Es decir, que mientras se est¨¢ en un Estado donde coexisten modelos tradicionales y nuevos, donde no se sabe cu¨¢les son las reglas del juego, la situaci¨®n es muy desfavorable para que nazcan ni?os, porque no existen los equipamientos, las leyes y costumbres que permitan conciliar, a ambos sexos, la vida familiar y laboral. Por eso se sigue hablando de conciliaci¨®n como una cosa de mujeres, como si s¨®lo las mujeres tuvieran que conciliar y los hombres no. Mientras se vea as¨ª, no es serio.
No ser¨¢ serio, pero, en Espa?a, hablar de conciliaci¨®n sigue dando mucha risa? Hay pa¨ªses, como los germ¨¢nicos, donde pr¨¢cticamente hay muy pocas madres que trabajan, y las que lo hacen es a tiempo parcial, y se considera que en las casas tiene que haber alguien siempre. Y hay pa¨ªses donde en las casas no hay nadie. Y est¨¢n organizados de formas distintas. En Espa?a, durante los ¨²ltimos a?os se ha funcionado como si en las casas tuviera que haber alguien cuando no hab¨ªa nadie porque estaban trabajando los dos miembros de la pareja. Y en esta situaci¨®n no se pueden tener ni?os porque la sociedad no est¨¢ organizada para que los dos trabajen. Entonces, cuando los dos trabajan tienen unos ingresos que les permiten un nivel de vida que no se pueden permitir cuando s¨®lo trabaja uno, y ¨¦stos tienen una disponibilidad de tiempo que los otros no tienen. Todos est¨¢n carentes de algo. Los que s¨®lo tienen un empleo no pueden tener ni?os porque no se los pueden pagar, y los que tienen dos empleos no tienen tiempo para los hijos. Cuando hombres y mujeres coexisten en el mismo mercado de trabajo y se impone el modelo masculino, las mujeres salen muy perjudicadas. Porque el tipo de curr¨ªculo masculino es: deprisa, deprisa, deprisa; compite, compite, compite, que no haya tiempos muertos, sobre todo que no haya vac¨ªos en el curr¨ªculo, y l¨ªmite de edad. Y eso es terrible para las mujeres.
Pues no parece que, por ahora, est¨¦ cambiando ese modelo? La idea de que o coges el ¨²ltimo tren o no pasan m¨¢s es terrible. A mi modo de ver, una pol¨ªtica de igualdad, entre otras muchas cosas que se quieren hacer, tambi¨¦n tendr¨ªa que admitir distintas velocidades. Mi lema es que pasen trenes a todas horas, a los 30, a los 40 y a los 45 a?os. Seguramente los de los 30 los coger¨¢n m¨¢s hombres que mujeres, pero a los 40 quiz¨¢ sea al rev¨¦s. Y pienso que deber¨ªa suprimirse el l¨ªmite de edad en los concursos, en las becas, en los trabajos. Esta obligaci¨®n de llegar cuanto antes a base de dar codazos al vecino es nefasta. Y ¨¦sa es tambi¨¦n una forma de conciliaci¨®n que tendr¨ªamos que reclamar, que haya tiempo para el trabajo, para la familia, por etapas. Porque mientras los ni?os son peque?os, puedes querer trabajar a medio gas, pero luego no. Y no me importa que hombres y mujeres no lo hagan de la misma manera, porque su uso de la edad no es el mismo. No se puede forzar a las mujeres a que compitan igual, meterlas en un curr¨ªculo hecho sobre la edad de una biolog¨ªa masculina.
?La crisis econ¨®mica no va a afectar, a corto plazo, a esas predicciones optimistas de natalidad? No lo sabemos, porque no podemos saber qu¨¦ magnitud va a tener y los a?os que puede durar. Con el impacto en el empleo est¨¢ claro que tiene que haber efectos, por una parte, reduciendo la inmigraci¨®n, y por otra, posponiendo algunos nacimientos o dejando en suspenso algunos proyectos de tener hijos; pero si va a ser muy profunda o no, nadie lo sabe. Esta crisis cae sobre una poblaci¨®n donde el grupo de edad m¨¢s numeroso es el de 30 a 40 a?os, y ¨¦stos ya pospusieron antes, ya se han hipotecado y no disponen de un tiempo ilimitado para tener hijos. Si va la cosa muy mal, los efectos pueden ser graves, porque esta poblaci¨®n de m¨¢s de 30 a?os va a encontrar dificultades para tener los hijos.
?No ha sido la inmigraci¨®n la principal causa del aumento de la natalidad espa?ola en los ¨²ltimos a?os? Los nacimientos son proporcionales a la poblaci¨®n, y como la poblaci¨®n extranjera ha aumentado y es mucha m¨¢s la de edad fecunda, pues los nacimientos han aumentado mucho. Las inmigrantes tienen m¨¢s hijos que las espa?olas, pero no todas. Las mujeres del Este en general tienen una fecundidad m¨¢s baja que las espa?olas. Adem¨¢s, esa diferencia quiz¨¢ sea temporal, porque es habitual despu¨¦s de una emigraci¨®n, cuando se llega a un nuevo pa¨ªs y una nueva casa, tener alg¨²n hijo.
La edad media de maternidad de las espa?olas se fija en los 31 a?os. ?Es una buena edad? Siempre digo que, desde el punto de vista profesional, no hay buenos momentos para tener hijos? Yo tuve a mi hija a los 19 a?os, y el primer d¨ªa que fui a la Universidad fue el primer d¨ªa que ella, con dos meses, fue a la guarder¨ªa. Los hijos siempre interfieren, aunque esta idea misma de interferir es un poco aberrante, porque si tienes hijos es para que ocupen tu vida y tu tiempo, y el buen momento para tenerlos no existe si no das a los hijos el valor que tienen en tu biograf¨ªa. Si crees que es algo de segunda importancia respecto a tu profesi¨®n, siempre estar¨¢n sobrando. Yo creo que ese aumento de la fecundidad con la mejora del desarrollo humano responde a un cambio de valores, a dar mayor importancia a la vida familiar, a la vida personal, a los ni?os considerados como calidad de vida. Puedes plantearte trabajar menos horas y gastar m¨¢s en ni?os. Pero si el tener esos ni?os defenestra para siempre tu trabajo, y por eso pierdes tu autonom¨ªa personal, es l¨®gico que, en defensa propia, procures tener los menos ni?os posible. Por tanto, no es cuesti¨®n de cu¨¢ntas horas, tiempo o dinero se invierten, sino qu¨¦ cambio representan esos ni?os en la biograf¨ªa de los padres, y en especial de las madres.
?Cu¨¢les son, de cara al futuro, los temas demogr¨¢ficos que le parecen m¨¢s apasionantes? Lo de los brotes verdes en natalidad es muy importante, porque cuando de repente ves que, unido al desarrollo humano, aumenta el gusto de la gente por los ni?os y las familias, y que de resultas de esto, con una inmigraci¨®n moderada, las poblaciones de Europa se pueden mantener en vez de decrecer, pues suena a m¨²sica celestial. Y est¨¢n los grandes temas de la longevidad. La esperanza de vida ha ido aumentando en los pa¨ªses punteros, en los ¨²ltimos cien a?os, dos a?os y medio por d¨¦cada, y sigue aumentando a este ritmo. Y algunos especialistas dicen que Espa?a, que ya est¨¢ entre los cinco primeros pa¨ªses, puede ser el pa¨ªs con la mayor esperanza de vida en el mundo. Y me complace decirlo.
Eso nos obliga a replantearnos muchas cosas, ?no? A m¨ª a lo que me obliga es a plantear que eso no decaiga, que si estamos a punto de ser los primeros en esperanza de vida, no nos quedemos atr¨¢s. Y hay que decir que en el mundo no hay un sistema de salud tan universal y generoso como el nuestro, de calidad y puntero en aspectos como los trasplantes. Me gustar¨ªa que Espa?a llegara a tener la mejor esperanza de vida del mundo, y espero que no decaigan los esfuerzos por mantener un sistema de salud universal y de calidad. El tema es que si, como pasa ahora, seguimos aumentando dos a?os de esperanza de vida por d¨¦cada, tenemos que plantearnos qu¨¦ hacemos con la gran cantidad de personas mayores que vamos a ser.
La sociedad actual no est¨¢ preparada, pero nosotros tampoco? Hay dos maneras de verlo, y es bueno que se vean. Una es preguntarnos qu¨¦ se hace con la poblaci¨®n mayor, y yo creo que lo primero que hay que hacer es empezar a subdividirla. Las personas hasta 75 a?os no son viejas; las de 75 a 90 son viejas, y las de 90 en adelante, muy viejas. Poner en un mismo paquete a los de 65 y los de 90 a?os es confuso. Si a una persona de m¨¢s de 95 la recuerdas a los 75 o 65, ver¨¢s que son situaciones muy distintas, sus problemas, relaciones, modo de vida, y no se pueden echar al mismo saco. ?Qu¨¦ hacemos? C¨®mo gestionar el n¨²mero y proporci¨®n de mayores es un tema de poblaci¨®n. Y el otro tema, que afecta a los individuos, es c¨®mo gestionar los a?os de vida de los 65 en adelante, que pueden ser 40 a?os tranquilamente. Y c¨®mo vamos a vivir cuando seamos mayores depende de muchas cosas, de lo que hayas cotizado a la Seguridad Social, de los kilos que tengas, de la salud, de los hijos que hayas tenido y si pueden ser una ayuda o una carga? Todo esto lo haces entre los 25 y 65 a?os, pero los resultados los puedes vivir entre los 65 y los 100, y son demasiados a?os para que vayan al saco de lo com¨²n y se consideren todos como una carga. La reestructuraci¨®n de las distintas etapas de la vejez, haci¨¦ndolas socialmente integradas, creo que es un gran reto para los pa¨ªses ricos de poblaciones maduras. El gran problema mundial es la diferencia entre los pa¨ªses pobres y ricos con sus correlatos demogr¨¢ficos. Tener acceso a cosas b¨¢sicas como la salud, el agua, la educaci¨®n, a veces a la simple supervivencia medioambiental, es esencial.
Al vivir en el lado rico, todos nosotros podr¨ªamos llegar a esa franja de "muy viejos", a los 100 a?os. ?Le gustar¨ªa? El tema, en esta ¨²ltima etapa de la vida, es que uno est¨¢ obligado a plantearse su muerte con una incertidumbre, no sabes si vas a vivir mucho o poco, pero te lo planteas. En la vida hay hitos: te casas o emparejas, tienes hijos, alcanzas un nivel profesional, te jubilas? Los hitos que uno tiene a partir de la jubilaci¨®n son menores y el ¨²nico realmente importante es morirse. Todo el tiempo desde la jubilaci¨®n hasta el final es la preparaci¨®n psicol¨®gica para morirse, y no puede ser lo ¨²nico para un periodo tan largo. La cuesti¨®n es qu¨¦ hacemos con esos a?os.
?Usted lo tiene claro? Creo que es un gran terreno por explorar. Hasta ahora, las experiencias de grandes edades eran muy minoritarias y se perd¨ªan, no eran transmisibles, pero ahora va a ver mucha gente de estas edades y hay que sacar un compendio de buenas pr¨¢cticas, de c¨®mo vivir los 80 o los 90, porque los 70 se viven solos y con muchas actividades. Pero de los 80 en adelante, ?qu¨¦ se puede hacer que sea bueno para uno mismo y la sociedad, que no sea gravoso? ?se es un campo de estudio. Por ejemplo, un tema interesant¨ªsimo es la relaci¨®n de los bisabuelos con los bisnietos. Yo tengo mi propia teor¨ªa sobre esta situaci¨®n.
Soy toda o¨ªdos. La soluci¨®n, para m¨ª, es ir posponiendo los l¨ªmites de edad. En lugar de ser viejo a los 65, serlo a los 70, y luego a los 75, y desarrollar la juventud. Pero hay dos obst¨¢culos: uno de tipo biol¨®gico, la fecundidad femenina, y otro, la rigidez de la edad de jubilaci¨®n. Pero ¨¦ste no es un tema demogr¨¢fico, es econ¨®mico y laboral.?
Una referencia catalana
Anna Cabr¨¦ (Barcelona, 1943) es catedr¨¢tica de Geograf¨ªa de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona y, desde 1984, directora de su Centro de Estudios Demogr¨¢ficos. Estudi¨® Ciencias Pol¨ªticas y Econ¨®micas en la Sorbona de Par¨ªs, donde vivi¨® 14 a?os. Ha sido profesora en las universidades de Montreal, Chicago, la Sorbona, Nanterre y M¨¦xico, y autora de innumerables art¨ªculos y trabajos sobre demograf¨ªa. Se la considera una experta en la din¨¢mica de los mercados matrimoniales.
Baja fecundidad y alta inmigraci¨®n
Cabr¨¦ es una referencia obligada al hablar de la demograf¨ªa hist¨®rica catalana, sistema que define como de baja fecundidad y elevada inmigraci¨®n: "Mi teor¨ªa es que todo pa¨ªs que escolariza al 100% de sus j¨®venes hasta los 16 a?os, y una parte importante sigue hasta los 23, es importador de mano de obra".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.