Los Morente se hacen m¨¢s grandes
Pero es que ni pa'tras ni pa' lante!". El grito se escapa por la ventanilla de una furgoneta blanca. En la estrech¨ªsima cuesta del Albaic¨ªn granadino a la salida del colegio, es hora punta. Entre el caos circulatorio, ni?os que tiran de sus mochilas, paciencia, bocinazos y alg¨²n que otro insulto, sube andando con tranquilidad un hombre con el pelo un tanto revuelto y una cara inconfundible; se trata de Enrique Morente. Viste ch¨¢ndal azul, camiseta y zapatillas de deporte. "Me he echado a la calle un momento a la farmacia. Tranquilos, esta locura se acaba en cuanto salgan los cr¨ªos de la escuela, no durar¨¢ mucho, ahora nos vemos en casa".
As¨ª es el primer encuentro con el maestro, con el primer cantaor que recibi¨® el Premio Nacional de M¨²sica otorgado por el Ministerio de Cultura en 1994, con uno de los ¨²ltimos flamencos que persigui¨® a sus ¨ªdolos y aprendi¨® el oficio en tablaos, tabernas y plazas. As¨ª, generoso, amigable, lleno de cari?o, es el lector impenitente plagado de contradicciones que ha buscado debajo de las piedras letras conmovedoras y arriesgadas que llevarse a la garganta. As¨ª, con su bolsa de la botica bajo el brazo, es el genio reconocido en todo el mundo, que supo llevar al eco de su voz ronca a gentes tan dispares como Lagartija Nick, Pat Metheny, Los Planetas, Amaral, Leonard Cohen o Sonic Youth. Guas¨®n y acogedor, as¨ª es el hombre nacido el d¨ªa de Navidad de 1942 en el Albaic¨ªn, el coraz¨®n de Granada, e idolatrado por su familia: la saga de los Morente que, por primera vez al completo y bajo su tim¨®n, se ha puesto frente a un micr¨®fono para abrir Morente flamenco (Universal), el nuevo disco del cantaor.
"Todo me viene de los sonidos que escuchas de chico, los acentos, los ecos, las formas"
"Mi madre me encontraba papelitos en los bolsillos con letras de cantes"
"Muchas veces te dan ganas de coger unos alicates para explicar lo que es el pellizco"
Sole¨¢: "el flamenco es una forma de vivir, de crecer, de so?ar y sobre todo de ser"
"La luna que antes me encantaba, ahora veo que tiene mala foll¨¢"
La puerta est¨¢ abierta, dos aldabonazos por educaci¨®n y aparece Aurora Carbonell, La Pelota, esa bailaora que aparte de ser la compa?era de Enrique Morente, ejerce de matriarca de una de las familias de artistas m¨¢s importantes del flamenco. Reluce con el pelo mojado, y tras dos minutos de desconcierto, bajo la sombra de una maravillosa amapola de cera roja firmada por Jos¨¦ Mar¨ªa Sicilia que preside el sal¨®n, se arranca: "Enrique debe de estar por ah¨ª d¨¢ndole de comer a los gatos? Es que les tiene un cari?o, que a veces pienso que les quiere m¨¢s que a la familia". Humor de gitana madrile?a criada en el barrio de Puerta de Toledo. La clave para saber que somos m¨¢s que bienvenidos.
Morente aparece de pronto ya con la imagen ic¨®nica que todos sus fans pueden tener en la cabeza: pantal¨®n negro, botas puntiagudas de cuero y camiseta verde pistacho bajo una camisa negra.
-Maestro, eso de la farmacia? ?Se encuentra usted bien?
-Si s¨®lo fui a darme una vuelta?, a caminar para recuperarme.
-?Recuperarse? ?En serio? Pero?
-No, hombre, de la resaca de anoche.
?ste es el segundo encuentro con Enrique Morente. Un artista tenaz, arriesgado y genial, pero que a la vez despista por su rapid¨ªsimo sentido del humor y la sorpresa constante. Hasta cuando habla este hombre est¨¢ creando. "Empec¨¦ a cantar con la boca. Pues como canta cualquier chiquillo siendo peque?o? Yo llevaba pantalones cortos y unas sandalias, no esos pantalones bombachos tan rid¨ªculos de los ni?os de dinero, y mi madre siempre me encontraba papelitos en los bolsillos en los que hab¨ªa escritas letras de cantes. Y me dec¨ªa que me olvidara de eso, que pensara en hacerme un hombre de provecho. Entonces yo me buscaba alg¨²n trabajillo, pero ella me segu¨ªa encontrando esos papelitos en los bolsillos. 'Vaya una carrera que llevas', me dec¨ªa. Las madres siempre quieren lo mejor para uno, pero el cantaor no elige ser cantaor, es algo que manda en nosotros, no hay otra forma", explica Morente sentado en un sill¨®n del sal¨®n, el m¨¢s cercano a la ¨²nica guitarra de la estancia.
Y el Morente abuelo no ha dudado ni un segundo en meter a sus dos nietos en los s¨®tanos de su casa donde est¨¢ el estudio de grabaci¨®n del que sale la mayor¨ªa de sus creaciones, para hacerlos participar en su ¨²ltimo disco. "Me los encontr¨¦ ya con su abuelo en el estudio", cuenta Estrella Morente, la hija mayor del autor de Omega, que tambi¨¦n ha seguido sus pasos, a la que tan s¨®lo su padre produce y que est¨¢ considerada por la cr¨ªtica una de las grandes promesas hechas realidad del cante joven. "La chiquitilla, Estrella, tiene cuatro a?os y Curro siete, y lo cierto es que hay que ver c¨®mo afinan los dos. Hemos sido unos privilegiados por haber vivido al lado de un hombre como Enrique Morente del que constantemente se est¨¢ aprendiendo", dice la madre de los peque?os. "Pens¨¦ en introducir cuerdas u otros instrumentos para los coros, pero lo tuve claro, es una nana y una nana de guerra, qu¨¦ mejor que la inocencia de los ni?os. Creo que ha sido la mejor elecci¨®n", corrobora el maestro.
Una nana en la que hay una letan¨ªa: "Mare, mare, mare". Un canto a la madre, la que Morente perdi¨® y que siempre est¨¢ rond¨¢ndole la cabeza. "El cante me viene de mi madre. Ella no era cantaora, pero de su voz viene todo. De ah¨ª procede. Tambi¨¦n de los sonidos que escuchas de chico, los acentos, los ecos, las formas. De la voz que sale de un balc¨®n, la discusi¨®n de dos vecinas, de una madre llamando a su hijo desde una ventana. De ah¨ª viene todo".
Sole¨¢, la hija peque?a del maestro, entra por la puerta. Es una guap¨ªsima mujer de 25 a?os que arranca sin concesiones este nuevo disco de Morente. Su padre le ha dado la oportunidad, probablemente creyendo que ya est¨¢ madura, para enfrentarse a la ardua carrera que le queda por delante. "Somos una generaci¨®n", dice Sole¨¢, "a la que nos ha tocado cumplir la gran labor de lograr que no se pierda la afici¨®n de todos aquellos como mi padre que fueron capaces de coger de o¨ªdo un cante o un palo. De mantener vivo el flamenco. El flamenco que es para m¨ª una forma de vivir, de sentir, de crecer y, aparte de la ilusi¨®n que nos pueda generar, es una forma de so?ar y sobre todo de ser".
La mesa est¨¢ lista en la terraza de la casa de los Morente. Con unas vistas de infarto desde la que se divisa la Alhambra como lo que es, una fortaleza desafiante, pero, a la vez, nada intimidante, sino acogedora. En la terraza, acariciada por el sol, solamente se escuchan p¨¢jaros, t¨®rtolas y el relinchar de los caballos de la finca aleda?a. Alguien ha bajado al restaurante de Torcuato, bien conocido por la familia, y sobre un mantel de cuadros color naranja se desparraman presa ib¨¦rica al ajillo, carrillada, aced¨ªas, salmonetes, boquerones fritos, chanquetes, calamares, gambas, jam¨®n, queso, aceitunas y una ensalada de tomates caseros que invitan a todos a volvernos un poco flamencos: son tomates que quitan el sent¨ªo.
La Pelota se sienta junto a Morente y comienza una discusi¨®n sobre lo que puede ser la mala foll¨¢ grana¨ªna. "C¨¢diz y Granada son como las dos caras de una moneda, y claro que tenemos mala foll¨¢, pero es una forma de ser blanca y limpia, es un humor comparable a lo que podr¨ªamos llamar ser flamencos", asegura Enrique Morente. No todo son risas, el maestro tambi¨¦n responde a las curiosidades de sus interlocutores. Sobre todo, respecto a lo que m¨¢s sabe: el secreto del duende. "El tiempo ahora es otro. Las manecillas del reloj tienen m¨¢s mala idea que antes. El flamenco est¨¢ m¨¢s estandarizado que antes. Hay m¨¢s peligro de que todo se parezca. Pero eso lo arreglan los artistas. Lo arregla la gente que tiene arte. Y ?d¨®nde est¨¢ el arte? La luna llena, por ejemplo, tiene que ver con el estado an¨ªmico, y el estado an¨ªmico del que escucha tiene que ver con el arte. Te das cuenta, por ejemplo, de que cada vez que sales de copas es porque est¨¢ la luna llena ah¨ª arriba. Cada vez que sale la luna, el d¨ªa siguiente es malo, porque ando por ah¨ª, trasnocho. La luna que antes me encantaba, ahora veo que tiene mala foll¨¢, la mala luna". "Tiene su guasa. Lo de la saga de los Morente? Ahora parece que est¨¢n de moda, pero lo que quiere decir es que me est¨¢n creciendo los enanos [r¨ªe a carcajadas]. Adem¨¢s, todos estos que vienen detr¨¢s de m¨ª, de mi familia, cantan mejor que yo, que es una putada. Fuera de broma, al mismo tiempo, es una alegr¨ªa, principalmente es una alegr¨ªa. Sole¨¢ ha terminado la carrera de Hisp¨¢nicas y estoy muy orgulloso no s¨®lo por tener a una universitaria en la familia, sino porque ha terminado unos estudios que a m¨ª me apasionan como cantaor; la literatura siempre me ha interesado. Pero ella ha cantado y ha bailado de siempre, desde peque?a, igual que Estrella y el Morente chico".
Se apasiona Morente hablando de su familia, pero empezamos a escuchar a los gatos que ma¨²llan abajo. Es la llamada de la selva para el maestro, ya lo dec¨ªa su mujer. Terminado el magn¨ªfico almuerzo, el cantaor recoge las sobras y se acerca a la barandilla de la terraza. Abajo, al menos siete gatos, le piden su raci¨®n. Hay dos negros. "Ese mal fario es de flamenco antiguo", asegura Enrique Morente. Y poco a poco, va ech¨¢ndoles de comer con una cuchara. "Mira, el blanco se llama Manolo, pero debe de estar un poco de resaca hoy, que no pilla ninguno". Y van cayendo manjares hacia los felinos que ahora uno se explica c¨®mo est¨¢n tan rollizos. "Venga, pel¨²o, que esto es para ti". Curiosa imagen la de un hombre que en estos momentos anda con la cabeza a vueltas para musicar el Llanto por la muerte de Ignacio S¨¢nchez Mej¨ªas, de Lorca.
Los 29 a?os de Estrella Morente aparecen vestidos con unos leggin negros y una camiseta de corte y estampado punk. Guapa, con un pelo maravilloso y ojos y sonrisa que podr¨ªan tumbar a cualquiera. Le acompa?a su marido, el torero Javier Conde, que en sus brazos lleva a su hija Estrella, medio dormida. Currillo, el hijo de la artista, que tiene querencia por la percusi¨®n, juguetea con unas baquetas desde que el tiempo es tiempo. Pero su abuela se apresura a mostrar una foto del chiquillo con capote y espada de pega, pero con una pose tan taurina que asombra.
Volvamos a los buenos cantaores, al flamenco de raza. ?Qu¨¦ hace falta? "El pellizco es un concepto muy ambiguo, pero hay que tenerlo. Muchas veces te dan ganas de coger unos alicates para explicar lo que es el pellizco. Canta bien, pero no tiene pellizco; o tiene pellizco, pero no canta tan bien? Pero, ya sabes, los flamencos somos muy exagerados. El pellizco lo tiene aquel que tiene la impronta de quejarse con personalidad y de transmitir. Todo est¨¢ en la transmisi¨®n. El secreto est¨¢ en transmitir. En una r¨¢faga hacer un detalle que transmita; y de ah¨ª viene el ol¨¦? Pero un ol¨¦ a destiempo es como un chiste sin gracia, que los hay. Y tambi¨¦n los hay compraos; que nos puede costar un dineral un ol¨¦. Pero cuando es de coraz¨®n, se nota mucho. Y al p¨²blico no le puedes pagar un ol¨¦. Y luego est¨¢ el ol¨¦ por efectismo, no por efectividad. No me gusta el ol¨¦ gratis; no hay arte cuando lo sabes, y yo he dejado de hacer cantes porque sab¨ªa que ten¨ªa el ol¨¦ gratis. Los m¨¢s flamenc¨®logos y flamenc¨®licos creen que cuanto m¨¢s analfabeto se sea, m¨¢s pellizco se tiene. Pero a m¨ª me parece que el conocimiento no quita la pasi¨®n. Yo me he convertido en m¨¢s pluralista y tolerante por juntarme con muchos poetas y escritores".
Y no s¨®lo con ellos. Tambi¨¦n con grupos de rock, como Sonic Youth, de los que uno jam¨¢s hubiera podido imaginar que colaborar¨ªan con un cantaor. Pero Morente es Morente. "La primera vez los vi en La Riviera, en Madrid, y siempre que puedo he ido a verlos. Siempre me gust¨® mucho su m¨²sica. A partir de ah¨ª haces comentarios, alguien se entera y lo propone. Yo nunca propongo directamente nada, no me gusta molestar. Yo simplemente lo pulso. Ahora, mi cabeza est¨¢ en Max Roach? Era el percusionista rifad¨ªsimo por todos los grandes del jazz. Ha muerto hace a?o y medio, pero en 1992 hice con ¨¦l un evento en la Bienal de Sevilla y estuvimos 15 d¨ªas juntos en un cortijo que alquilamos. Despu¨¦s me apunt¨¦ a un taller de m¨²sicos donde ¨¦l estaba invitado. Las cosas no ocurren por casualidad. Si tuviera que trabajar con todos los m¨²sicos que me gustan, me tendr¨ªa que dividir en 200 o 300 partes".
Morente nos entrega su primer disco de piezas en directo, salvo ese primer corte grabado con toda su familia, esa Nana de Oriente llamada a convertirse en ¨¦xito. La pregunta se impone: ?por qu¨¦ no antes? "No me gusta salir al escenario sabiendo que me est¨¢n grabando, es que me distrae. Y en el momento en que te distraigas, est¨¢s distra¨ªdo. Me tienen que grabar sin que yo me entere. El estudio es para crear, y el directo sirve para otro tipo de transmisi¨®n, ni mejor ni peor, pero es otra. Lo que no vale es utilizar el estudio para repetir hasta la saciedad un cante esperando que llegue el pellizco, entonces llega el alicate, ¨¦se del que habl¨¢bamos antes". Remata Morente chico, el diamante de 19 a?os todav¨ªa escondido: "El flamenco es una parte de m¨ª, es como comer. Si volviera a nacer seguro que ser¨ªa flamenco".?P
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