Obiang ganar¨¢ por aplastamiento
El dictador de Guinea Ecuatorial anticipa su arrollador triunfo en unas presidenciales perdidas de antemano por una oposici¨®n arrinconada
Teodoro Obiang Nguema siempre avasalla en Guinea Ecuatorial, y lo har¨¢ en las elecciones de hoy, porque desde hace tres decenios acaudilla una naci¨®n de r¨¦gimen totalitario, amodorrada por el analfabetismo pol¨ªtico y una radiotelevisi¨®n gubernamental propensa a los programas agropecuarios. Cuando este periodista la visit¨® en junio del pasado a?o, triunfaban en pantalla Pipi Calzaslargas y Heidi, la ni?a de los Alpes suizos.
Las presidenciales de hoy han sido nuevamente concebidas para que las gane Obiang por aplastamiento del contrario. El dictador africano pronostic¨® su victoria con "m¨¢s del 97% de los votos". Sin posibilidad alguna, cuatro candidatos opositores disputan la jefatura de un pa¨ªs de 600.000 habitantes multimillonario en petr¨®leo y pobreza: Pl¨¢cido Mic¨®, de Convergencia para la Democracia Social (CPDS), Archivaldo Montero Biribe, de Uni¨®n Popular (UP), Buenaventura Monsuy, del Partido de la Coalici¨®n Social Dem¨®crata (PCSD) y Carmelo Mba, de Acci¨®n Popular (AP).
El Gobierno evit¨® un verdadero escrutinio electoral, al no invitar a tiempo a los observadores fiables, y se burl¨®, a trav¨¦s de sus embajadas en Madrid y en otras capitales, de los peri¨®dicos que solicitaron visado para cubrir la convocatoria a las urnas. Al igual que en otras ocasiones, fueron enga?ados con subterfugios y falsas promesas.
El simulacro electoral de hoy se produce en un territorio arcaico, diezmado por las pandemias, el chabolismo y la insalubridad, con el 50% de su poblaci¨®n sin agua potable corriente, ni electricidad pese a la masiva entrada de fondos petroleros. Guinea Ecuatorial sigue obedeciendo a un ex coronel de 67 a?os, cuyo primog¨¦nito, Teodor¨ªn Obiang, despilfarr¨®, entre los a?os 2004 y 2007, casi el doble del presupuesto para educaci¨®n, seg¨²n la denuncia de Human Rights Watch (HRW).
Una investigaci¨®n norteamericana, publicada por The New York Times, revel¨® que su hijo gast¨® 23,5 millones de euros en una mansi¨®n en Malib¨², 25 millones en un avi¨®n modelo Gulfstream V, cerca de tres millones en autom¨®viles de lujo, y otra millonada en bienes suntuarios.
Pese a la insistencia del Gobierno en atribuir las denuncias de fraude a la ignorancia y conspiraciones de quienes ambicionan las riquezas naturales del antiguo puerto esclavista, las acusaciones son ciertas. La nula libertad de prensa, la inexistencia de contrapesos institucionales y la subordinaci¨®n de la Junta Electoral Nacional, y de los 1.286 colegios electorales, a los comisarios del partido gobernante, impiden la homologaci¨®n democr¨¢tica de los comicios.
Teodoro Obiang apabull¨® hace siete a?os con el 97,1%, cop¨® 99 de los 100 esca?os parlamentarios en 2008, y hoy se repetir¨¢ el automatismo electoral. "Conviene votar porque pueden pedirte que lo demuestres", confesaba el pasado a?o el guineano Antonio, en atemorizada conversaci¨®n con este diario. Ense?¨® el certificado de haber sufragado el 4 de mayo de 2008: un papel con su nombre, apellido, direcci¨®n y sello oficial. "Lo llevo siempre en el coche porque lo suelen pedir en las barreras del Ej¨¦rcito. Si no lo tienes, te pueden multar, te ri?en o tienes que darles dinero. Hasta puedes perder una beca, y si eres funcionario, el trabajo. Por la ciudad no ocurre. S¨®lo si sales a la carretera". Y salirse del carril establecido por el r¨¦gimen es caro. Algunos valientes a¨²n pagan factura en la prisi¨®n Black Beach, en Malabo.
Pero la intimidaci¨®n y las trampas bastan para garantizar las sucesivas entronizaciones de Obiang. Los resultados de hoy parecen cantados, y la vigilancia de los observadores internacionales, de fin de semana, poco podr¨¢ hacer para alterarlos, seg¨²n la Asociaci¨®n para la Solidaridad Democr¨¢tica con Guinea Ecuatorial (Asodegue). "No podr¨¢n impedir que en muchos colegios, el Partido Democr¨¢tico de Guinea Ecuatorial (PDGE, de Obiang) haya votado por todos los electores antes de que se inicie el horario oficial de votaciones". Tampoco que militantes del oficialismo voten m¨¢s de una vez en el mismo colegio.
Las adulteraciones son diversas y habituales en otras rep¨²blicas bananeras: desde obligar al elector a mostrar su papeleta para disuadir su apoyo a la oposici¨®n, a coaccionar al timorato en las colas. La arbitraria expulsi¨®n de las mesas de los delegados de la oposici¨®n es otra modalidad. Los observadores tampoco podr¨¢n evitar que los presidentes de los colegios, todos del PDGE, "rellenen las urnas con votos de su partido o que modifiquen los resultados en el recuento", subraya Asodegue.
Imposible un debate electoral en libertad, los 290.000 votantes apenas conocen a los candidatos de la oposici¨®n, hostigados en los feudos oficialistas. ?Y qu¨¦ dice el Gobierno cuando se denuncian los aplastantes triunfos de Obiang? Pues que Occidente no entiende la idiosincrasia de ?frica. "La forma de ver la autoridad es diferente para los guineanos", seg¨²n el ministro de Informaci¨®n, Jer¨®nimo Osa. "Adem¨¢s, Guinea Ecuatorial no posee una historia social y democr¨¢tica como la que poseen los pa¨ªses de occidente".
Efectivamente, la democracia es ajena a la historia nacional, y lo ser¨¢ mientras las elecciones de la autocracia guineana se hermanen con los pucherazos. Obiang es "un dictador decidido a mantenerse en el poder y controlar los fondos procedentes de los recursos petroleros del pa¨ªs", denunci¨® Human Rights Watch. Y no cabe esperar su ostracismo internacional porque EE UU, Reino Unido, Francia, Jap¨®n o Espa?a explotan, o pretenden hacerlo, los pozos a sus ¨®rdenes.
Los Gobiernos ungidos con el man¨¢ petrol¨ªfero posiblemente aplaudan la reciente proclama del contratista Obiang: "M¨¢s vale un viejo amigo conocido que uno nuevo por conocer", propuso a sus compatriotas en una alocuci¨®n electoral. El "viejo amigo" se ha hecho rico mientras el salario de su gente no alcanza los 200 euros mensuales. Fatalmente resignados al triunfo del d¨¦spota, quienes le aborrecen ignoran el activismo pol¨ªtico disidente para ofrecerse, como asalariados, a los capataces de las partidas que rehabilitan edificios coloniales, construyen pisos, y embellecieron el malec¨®n de Bata. A pie de jungla, esos guineanos abren canalizaciones, tienden puentes, asfaltan caminos y desconocen unas presidenciales perdidas de antemano.
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