Informar sobre la violencia machista
Diferentes organismos profesionales y entidades proponen c¨®digos de autorregulaci¨®n sobre el tratamiento de la violencia de g¨¦nero en los medios de comunicaci¨®n
El mi¨¦rcoles se celebr¨® el D¨ªa contra la Violencia de G¨¦nero y los medios de comunicaci¨®n, EL PA?S incluido, trataron el tema con generosidad de espacio. No cabe duda de que los medios han contribuido de forma decisiva a la sensibilizaci¨®n de la sociedad hacia un problema que en Espa?a les cuesta la vida a m¨¢s de setenta mujeres cada a?o. La violencia de g¨¦nero era un problema social oculto que s¨®lo emerg¨ªa de vez en cuando en forma de suceso catalogado como "crimen pasional" hasta que uno de esos sucesos hizo saltar la tapa de la olla a presi¨®n en la que esa realidad permanec¨ªa comprimida. Fue la muerte de Ana Orantes, rociada con gasolina por su marido en diciembre de 1997, despu¨¦s de denunciar malos tratos en la televisi¨®n. Doce a?os despu¨¦s, la lucha contra la violencia de g¨¦nero es un objetivo compartido que cuenta con un gran consenso social.
Recrearse en los detalles escabrosos s¨®lo sirve para alimentar el morbo
La forma en que los medios tratan una determinada realidad configura la percepci¨®n social que se tiene de ella. Por eso en los ¨²ltimos a?os han proliferado las propuestas de c¨®digos de buenas pr¨¢cticas en el tratamiento informativo de cuestiones sensibles, como las relacionadas con la infancia o con la inmigraci¨®n. Y tambi¨¦n con la violencia de g¨¦nero. Esta misma semana se ha publicado la actualizaci¨®n de las "Recomendaciones sobre el Tratamiento de la Violencia Machista en los Medios de Comunicaci¨®n", que suscriben nueve organismos catalanes, entre ellos el Colegio de Periodistas, el Consejo Audiovisual de Catalu?a y el Consejo de la Informaci¨®n.
Los periodistas somos reticentes a admitir normas externas impuestas, porque con frecuencia son el camino m¨¢s corto hacia la censura. Preferimos la autorregulaci¨®n y a ella se orientan este tipo de c¨®digos. La Federaci¨®n de Asociaciones de la Prensa de Espa?a (FAPE) recomienda adoptarlos. "Los periodistas debemos ser conscientes de que la informaci¨®n sobre maltrato evita muertes, por ello debemos poner especial cuidado en su tratamiento", sostiene.
?Qu¨¦ recomiendan estos c¨®digos? En primer lugar, evitar la banalizaci¨®n del problema y cualquier tipo de justificaci¨®n de la violencia. "Hay que evitar adjetivaciones que puedan contribuir a una justificaci¨®n impl¨ªcita de la agresi¨®n", dice el citado documento. La violencia de g¨¦nero no debe tratarse tampoco, seg¨²n estas recomendaciones, como un mero suceso. Hay que dar el contexto global en que esa violencia se ejerce. "La mera repetici¨®n de casos s¨®lo sirve para cauterizar. Al final el lector se insensibiliza y ya no lee esas noticias", sostiene Pilar L¨®pez D¨ªez, doctora en Ciencias de la Comunicaci¨®n que particip¨® en la elaboraci¨®n de un manual adoptado en 2002 por RTVE y varias televisiones auton¨®micas.
Evitar el sensacionalismo es otra de las recomendaciones. Recrearse en los detalles escabrosos s¨®lo sirve para alimentar el morbo. Poco importa si han sido dos o han sido 12 las pu?aladas. Lo que importa es poner el suceso en su perspectiva social y recurrir a fuentes diversas con autoridad en la materia. Para Miguel Lorente, delegado de Violencia de G¨¦nero, a quien he pedido opini¨®n, "lo ideal es integrar los hechos en un contexto de significado, como hacemos cuando informamos del terrorismo. S¨®lo as¨ª ese suceso sale del ¨¢mbito individual y se convierte en social". El mero suceso no genera conciencia cr¨ªtica, sostiene. Puede provocar una respuesta emocional, incluso intensa, pero es poco duradera y a la larga puede llegar a insensibilizar.
Una informaci¨®n rigurosa debe evitar tambi¨¦n los rumores y testimonios banales. Y tratar con cuidado las identificaciones. Con frecuencia se da el nombre de la v¨ªctima, pero no del agresor, cuando ¨¦ste es el actor principal de la noticia. En general, se recomienda no dar, a no ser que sea relevante informativamente, el nombre de la v¨ªctima. Con esta cautela se trata de evitar una victimizaci¨®n secundaria, la de los hijos. Sentirse se?alados porque el padre ha matado a la madre puede causarles un gran sufrimiento.
Los c¨®digos de autorregulaci¨®n proponen no quedarse en el hecho criminal, sino hacer un seguimiento para hacer visible que la violencia tiene consecuencias penales. En medios acad¨¦micos hay un debate sobre si las noticias sobre cr¨ªmenes machistas pueden tener un efecto de imitaci¨®n, como ocurre a veces con los suicidios. Una investigaci¨®n de la Universidad de Alicante concluye que la informaci¨®n rigurosa sobre la violencia de g¨¦nero contribuye a la prevenci¨®n. Sin embargo, no est¨¢ claro, seg¨²n Miguel Lorente, que no se produzca un efecto imitaci¨®n en el caso de los asesinatos de gran notoriedad. "Hemos de hacer un estudio espec¨ªfico para ver si se producen agregaciones de casos en torno a esas noticias", apunta.
Es dif¨ªcil saber qu¨¦ ocurre en la mente de las personas que ya han traspasado el umbral en el que dan por descontado el castigo, pero prefieren la venganza. En estos casos, el C¨®digo Penal ya no es un elemento disuasorio y la informaci¨®n tampoco. Saben perfectamente que les espera la justicia y de hecho, 4 de cada 10 asesinos de mujeres se suicidan a continuaci¨®n, y del resto, muchos se entregan voluntariamente. Para la persona en cuya mente se ha instalado ya la idea de matar, leer que se ha producido otro crimen le puede llevar a pensar que su caso no es tan anormal, ni su prop¨®sito tan abyecto, pues a otros les ocurre lo mismo y reaccionan igual. Este tipo de consideraciones que se pide que tengamos en cuenta, en el bien entendido de que la autorregulaci¨®n no puede ser r¨ªgida en su concreci¨®n.
Puesto que est¨¢ en juego la vida de muchas mujeres, y hay mucho sufrimiento, es comprensible que cualquier amago de justificaci¨®n de la violencia genere reacciones de rechazo. En ese marco interpreto las quejas que he recibido a prop¨®sito del art¨ªculo Revanchismo de g¨¦nero, de Enrique Lynch, publicado el 11 de noviembre. Como ustedes pueden imaginar, la Defensora del Lector no recibe cartas de adhesi¨®n. Si alguien se siente motivado como para dirigirse a la Defensora es porque se considera agraviado. Del centenar largo de llamadas y cartas de queja que recib¨ª en los d¨ªas siguientes ya di cuenta en mi escrito del domingo pasado ?Qui¨¦n teme al feminismo? Durante esta semana he continuado recibiendo llamadas y correos, hasta superar con creces los dos centenares, un volumen ins¨®lito de cartas, que he transmitido a la direcci¨®n de Opini¨®n.
Entre las cartas recibidas esta semana tambi¨¦n las hay que defienden la publicaci¨®n del art¨ªculo. Una veintena. La mayor¨ªa de los defensores de Lynch declaran su repulsa por la violencia de g¨¦nero y no creen que el autor la justificara. De la lectura de estas cartas, todas de hombres, se deduce un gran malestar por el tratamiento judicial de las separaciones y divorcios. Pero ¨¦sa es otra cuesti¨®n. Pero tambi¨¦n hay cartas muy beligerantes de uno y otro lado, que podr¨ªan encuadrarse en la guerra de sexos que algunos pretenden.
Vivimos tiempos de polarizaci¨®n en los que las voces ponderadas tienen dificultades para hacerse o¨ªr y corren el riesgo de ser groseramente tergiversadas. En mi art¨ªculo anterior en ning¨²n momento se dec¨ªa que EL PA?S no pudiera publicar ning¨²n art¨ªculo que criticase al feminismo o las pol¨ªticas contra la violencia de g¨¦nero. Nadie ped¨ªa ninguna mordaza. Y menos la Defensora. Todo se puede debatir p¨²blicamente, pero no todo vale. Lo que se discut¨ªa era la idoneidad de dar difusi¨®n al contenido de ese art¨ªculo en concreto, porque quienes se dirigieron a la Defensora interpretaban que justificaba la violencia de g¨¦nero, una cuesti¨®n en la que hay vidas en juego. Como considero importante la transparencia y creo de gran inter¨¦s contribuir al debate y al di¨¢logo entre distintas posiciones, junto a este art¨ªculo encontrar¨¢n ustedes en la edici¨®n digital una muestra, elegida seg¨²n mi criterio y responsabilidad, de las cartas recibidas esta semana.
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