La pol¨ªtica como jugarreta
Por lo general, suele ser injusta la generalizaci¨®n que en la calle se hace de la pol¨ªtica como un ¨¢mbito donde predomina el inter¨¦s partidista, el regate en corto y la zancadilla. Hay ocasiones, sin embargo, en que la realidad encaja como un molde en esta consideraci¨®n, y hasta se queda corta. Pongamos por caso el enredo sobre la pendiente transferencia a Euskadi de las pol¨ªticas activas de empleo (las que desempe?aba hasta hace poco el Inem), cuya sinopsis ser¨ªa m¨¢s o menos la que sigue.
El Ejecutivo socialista de Patxi L¨®pez se propone como uno de sus primeros objetivos obtener el traspaso de esta competencia, bloqueada durante 26 a?os por la postura maximalista de los gobiernos del PNV de que se extienda tambi¨¦n a las pol¨ªticas pasivas (pensiones y cotizaciones sociales) y el rechazo del Gobierno central a fragmentar la caja unitaria de la Seguridad Social. Hasta el punto de que Euskadi es la ¨²nica comunidad que no gestiona las funciones y servicios adscritos al Inem. El 21 de mayo, coincidiendo deliberadamente con la huelga general con que los sindicatos nacionalistas le dieron la bienvenida, el lehendakari se re¨²ne en Vitoria con el vicepresidente tercero y ministro de Pol¨ªtica Territorial, Manuel Chaves, y oficializan la intenci¨®n de que la competencia sea gestionada por el Gobierno vasco a partir del 1 de enero pr¨®ximo. Y tras varias reuniones de las comisiones t¨¦cnicas, antes y despu¨¦s de agosto, los mismos protagonistas anuncian en septiembre un "principio de acuerdo" que afectar¨ªa, a falta de algunos "flecos", a casi el 90% de la materia en discusi¨®n.
La diab¨®lica pinza que ha pillado a L¨®pez no disculpa su acogotada reacci¨®n
Sin embargo, entre esos flecos se cuela la negociaci¨®n de los Presupuestos del Estado. Necesitado de atar la mayor¨ªa necesaria, el Gobierno de Rodr¨ªguez Zapatero se echa en brazos del PNV y a mediados de octubre le acepta las tres condiciones conocidas: el blindaje jur¨ªdico de las normas forales de contenido fiscal, el pago a ?lava de los millones disputados por el IVA de los coches Rover importados, y ser informado puntualmente de las conversaciones Madrid-Vitoria sobre la transferencia del Inem. Un mes m¨¢s tarde, al aproximarse la fecha del 1 de enero sin que el Gobierno vasco sepa dar raz¨®n del retraso, al PNV se le empieza a escapar la risa, hasta que al cabo de varios d¨ªas de mortificar al lehendakari descubre la carta guardada: no puede culminarse el proceso porque el PSOE, con el permiso de Zapatero, concedi¨® tambi¨¦n a los peneuvistas un derecho de veto por escrito, de modo que el traspaso no pueda producirse antes de septiembre sin su permiso.
La jugarreta deja una larga lista de damnificados, encabezada por el prestigio de la pol¨ªtica y de quienes se dedican a ella, y las 125.000 personas que en el Pa¨ªs Vasco deber¨ªan ser atendidas por ese Inem trabado. Pero no se quedan a la zaga el maquinador de la intriga (el PNV), la v¨ªctima que no supo reaccionar al conocerla o intuirla (el Gobierno de L¨®pez) y quien la consinti¨® sin mayores consideraciones para salir del apuro (el PSOE y Rodr¨ªguez Zapatero). Bien pueden regocijarse Urkullu y los suyos de haber arruinado la baza pol¨ªtica que el lehendakari pensaba cobrarse poniendo desde enero el cartel de Lanbide-Servicio Vasco de Empleo en una treintena de oficinas atendidas por 600 funcionarios vascos. No obstante, al hacerlo han cometido dos errores. El primero, echar sobre su espalda la cr¨ªtica que el PNV ha lanzado siempre a Madrid sobre el desarrollo del Estatuto, la del mercadeo sobre las transferencias. Pues bien, mediante un mercadeo negativo, por vengarse y hacerle la pu?eta a quien le arrebat¨® Ajuria Enea, consigue que Euskadi contin¨²e sin tener ese servicio tan necesario en la actual situaci¨®n de desempleo.
El otro error de la maniobra obstruccionista es que del mismo modo que muestra su poder para condicionar decisiones en Madrid emborrona el autopublicitado perfil del PNV como defensor del autogobierno y los intereses de Euskadi. Revela su temor a que la mera llegada de dicha competencia y su gesti¨®n por el Gobierno vasco dejara en evidencia las motivaciones profundas de su negaci¨®n a recibir nada de las pol¨ªticas activas de empleo exigiendo el todo de la Seguridad Social. No ha querido arriesgarse a que los ciudadanos comprobaran por s¨ª mismos si lo que ven¨ªa era o no "mercanc¨ªa averiada".
Al lehendakari y su Gobierno les corresponde el ingrato papel de la v¨ªctima doblemente escarnecida: por el adversario, que logr¨® imponer sus condiciones para perjudicarle, y por su propio partido en Madrid, que s¨®lo mir¨® por sus necesidades inmediatas y no dud¨® en sacrificar a ellas a sus compa?eros de Euskadi. Pero la diab¨®lica pinza en la que Patxi L¨®pez se ha visto cogido con el pacto soterrado PNV-PSE tampoco disculpa su acogotada reacci¨®n. Afirmar que se siente "perjudicado" supone una constataci¨®n y a lo mejor expresa un estado de ¨¢nimo, pero no constituye una respuesta al trance. Otra cosa es que la salida resulte sencilla.
Quiz¨¢ no haya otra que hacer ver a quien consinti¨® en La Moncloa de que el ¨¦xito del cambio en Euskadi es m¨¢s importante para el conjunto del pa¨ªs que la presunta comodidad de un respaldo presupuestario pagado a dobl¨®n. Patxi L¨®pez y el PSE tendr¨¢n que descubrir c¨®mo conseguirlo.
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