?Soluci¨®n? Curas mujeres o casados
La jerarqu¨ªa cat¨®lica, abocada a revisar su rechazo a los curas casados y al sacerdocio femenino - Antes era pecado no ir a misa los domingos; ahora son los obispos los que no la ofrecen
El reba?o se est¨¢ quedando sin pastores. Esta podr¨ªa ser la conclusi¨®n del estado de la Iglesia cat¨®lica en 2009. Benedicto XVI lo ha proclamado A?o Sacerdotal para buscar una soluci¨®n a la imparable crisis de vocaciones. Alarmados, los obispos espa?oles han estudiado el problema esta semana, a propuesta de su l¨ªder, el cardenal Antonio Mar¨ªa Rouco. "Los sacerdotes somos menos y de m¨¢s edad", dijo en su discurso ante la asamblea de la Conferencia Episcopal, el lunes pasado. En Espa?a hay 23.286 parroquias, pero 10.615 no tienen sacerdote residente. Son datos de 2005. La media de edad de los curas en activo es de 63,3 a?os. "En alguna zona alcanza los 72,04 a?os", expuso Rouco. Tampoco es menor la media de edad de obispos.
En Espa?a hay 23.286 parroquias; 10.615 no tienen sacerdote residente
A muchos pueblos s¨®lo va el cura cuando hay un funeral
5.000 curas casados u obreros viven marginados aunque falten vocaciones
Los sacerdotes 'importados' del Este vienen con mujer e hijos
La idea de reba?o en la Iglesia romana es b¨ªblica. No hay desprecio en el t¨¦rmino. Es como ve¨ªa el fundador Jes¨²s a quienes le segu¨ªan, seg¨²n el evangelista Mateo. "Al ver las multitudes, tuvo compasi¨®n de ellas, porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas sin pastor". La comparaci¨®n estaba ya en el relato de David, pastor antes que rey de Judea. Pablo Neruda la convirti¨® en met¨¢fora. La realidad es que las ovejas se pierden cuando no tienen quien las guarde.
En los catecismos de los padres Astete y Vilari?o, de obligado cumplimiento durante la dictadura nacionalcat¨®lica, la misa dominical era "el primer mandamiento de la Iglesia". "O¨ªr misa entera todos los domingos y fiestas", dec¨ªa. "?Vale mucho la misa?", preguntaba el catequista a los ni?os. "Es el principal acto de la religi¨®n cristiana". "?A qui¨¦n obliga este primer mandamiento?" "A todos los bautizados que tienen uso de raz¨®n". Para exigir cumplimiento tan expl¨ªcito, en la Espa?a cat¨®lica por decreto algunos sacerdotes reclamaban la intervenci¨®n de la Guardia Civil, con multas de 25 pesetas en 1955, por ejemplo.
"Ahora, por aqu¨ª sube el cura s¨®lo cuando nos morimos alguno, o a decirnos la misa en la fiesta del pueblo", dice un vecino de Avellanedo (Cantabria). No es una queja. Lo dice sentado displicentemente mientras observa los coches que suben o bajan del puerto de Piedrasluengas. Simplemente, le llaman la atenci¨®n las enormes diferencias entre lo que vivi¨® en su juventud y lo que comprueba en la jubilaci¨®n.
Avellanedo est¨¢ en el coraz¨®n de los Picos de Europa por el lado de Cantabria, en una comarca conocida como Li¨¦bana. Desperdigadas en media docena de valles, hay 85 peque?as aldeas, con unos 6.000 habitantes en total. Administrativamente se llaman juntas vecinales o pedan¨ªas. La Iglesia cat¨®lica las tiene catalogadas como 72 parroquias.
En 1966, Li¨¦bana estaba atendida por 32 sacerdotes, uno por cada tres parroquias, o casi. Hoy son cuatro curas. Uno de ellos ya ha cumplido 83 a?os, Benito Velarde, una instituci¨®n en la comarca. De los otros tres, Manuel Guti¨¦rrez, p¨¢rroco en Tama y de otras ocho iglesias locales, tiene 72 a?os; 35 ha cumplido El¨ªas Hoyal, con sede en Potes, y 47 a?os tiene Manuel Muela. Los cuatro reciben la ayuda de otros tantos monjes franciscanos del monasterio de Santo Toribio de Li¨¦bana, muy atareados en su convento porque dicen que all¨ª se guarda el mayor trozo del madero donde fue crucificado el fundador.
El padre Muela atiende a 22 parroquias, desperdigadas por las monta?as entre el valle de Cereceda y el de Pesaguero. No se conoce un caso parecido en Espa?a. El Derecho Can¨®nico exige que para que un sacerdote pueda trinar -celebrar tres misas en un s¨®lo domingo- necesita una dispensa especial de su obispo. La norma no ha cambiado pese a la crisis, pero Muela tiene un dilema moral: resignarse y cumplir, o multiplicarse por encima de sus fuerzas para que los fieles se sientan atendidos. Antes se dec¨ªa: "Vives mejor que un cura con dos parroquias". El padre Muela corrige con creces la maledicencia. "A un pueblo le quitas la misa de domingo y muere. La misa es un aliciente religioso, pero tambi¨¦n humano. Sin misa no hay comunidad eclesial", sostiene.
Es la opini¨®n, tambi¨¦n, de Manuel Guti¨¦rrez. "Los vecinos est¨¢n aislados y la misa es su ¨²nico acto social. Llego a cada parroquia media hora antes de la misa y charlamos, les doy noticia de los otros pueblos, se intercambian opiniones". Como presume Muela, muy pocos vecinos faltan a la misa cuando la tienen. "Vienen hasta los perros del pueblo, acompa?¨¢ndolos", bromea.
De las 72 parroquias de Li¨¦bana, 15 tienen misa todos los domingos, otras tantas los s¨¢bados, y el resto cuando es la fiesta patronal, hay un entierro o una celebraci¨®n especial. El tiempo corre en contra. Si gobernar es poblar, el fracaso de las autoridades de Cantabria en sus zonas rurales es estrepitoso. Cada a?o nacen en esta comarca 20 ni?os y mueren 100 personas, aproximadamente. "Aqu¨ª, los que mandan se preocupan m¨¢s por los lobos y los osos que por las personas. Si le doy un tiro a una alima?a que ha entrado en mis fincas a comerme el ganado o las cosechas, no pago la multa ni vendiendo todas mis vacas", se queja un ganadero.
La situaci¨®n no es mucho mejor en las comarcas m¨¢s pobladas. En 1966, la di¨®cesis de Santander ten¨ªa 460 sacerdotes. Hoy apenas llegan a la mitad, sumando los jubilados. Tambi¨¦n hab¨ªa 430 seminaristas. Hoy son 11, bien contados.
La situaci¨®n es "apremiante, pero han quedado atr¨¢s las manifestaciones m¨¢s agudas de la llamada crisis del sacerdocio de los a?os siguientes al Concilio Vaticano II", ha dicho a los obispos el cardenal Rouco. El prelado achac¨® la crisis "a los problemas doctrinales y existenciales derivados de interpretaciones del Concilio que se situaban en clara ruptura con la tradici¨®n de la Iglesia". Ya "han perdido virulencia", a?adi¨®.
La horfandad de las parroquias sin sacerdote -de los reba?os sin pastor- suscita el debate m¨¢s enconado en el seno del cristianismo romano desde la noche de los tiempos: el celibato opcional y los curas casados. Muchas parroquias est¨¢n atendidas por sacerdotes llegados de otros pa¨ªses, sobre todo del Este europeo. En Italia suman ya el 4% del total. En Espa?a se cuentan por cientos atendiendo a parroquias en Catalu?a, Levante y Andaluc¨ªa. En su mayor¨ªa son casados y vienen con sus esposas e hijos. Si fueran espa?oles no podr¨ªan ejercer, aunque el obispado de Tenerife orden¨® sacerdote en 2005 a un pastor anglicano converso, con mujer e hijos, y el papa Benedicto XVI acaba de acordar con la jerarqu¨ªa de esa iglesia la recepci¨®n de cientos de sacramentados m¨¢s en esa situaci¨®n.
No es seguro que el remedio para excitar vocaciones sacerdotales sea el de permitir que los sacerdotes se casen. Pero es una reivindicaci¨®n clamorosa, incluso en boca de muy altos prelados, como el cardenal em¨¦rito de Mil¨¢n, el jesuita Carlo Mar¨ªa Martini. Los ¨²ltimos papas se niegan a discutirla. No quieren ni o¨ªr ni hablar del asunto.
Otra soluci¨®n es el sacerdocio de mujeres, inmensa mayor¨ªa en la Iglesia romana. Margarita Pintos, de la Asociaci¨®n de Te¨®logos Juan XXIII, tiene un estudio sobre la cuesti¨®n, con el t¨ªtulo La presencia de las mujeres en la Iglesia cat¨®lica espa?ola. Sostiene que mientras la mujer sea excluida de los ministerios ordenados (diaconado, presbiterado, episcopado), la Iglesia romana no podr¨¢ espantar la acusaci¨®n de negar derechos fundamentales a m¨¢s de la mitad de sus fieles.
Personalidades tan relevantes como el padre ?ngel Garc¨ªa, el carism¨¢tico fundador de Mensajeros de la Paz, sostienen que este Papa podr¨ªa dar ese paso. "Tengo la firme esperanza de que, si Dios le da vida, este Papa pondr¨¢ en funcionamiento el sacerdocio femenino", afirma. Se ha apostado un caf¨¦ con su bi¨®grafo, Jes¨²s Bastante, a que ello ocurrir¨¢ "antes de cinco a?os".
El padre ?ngel no es tan optimista sobre el celibato opcional. Tampoco Jos¨¦ Catal¨¢n Deus, que acaba de publicar un meticuloso an¨¢lisis del actual pontificado con el t¨ªtulo Despu¨¦s de Ratzinger, ?qu¨¦?. Cifra en 57.000 los sacerdotes casados y alejados del ministerio. Unos 6.000 son espa?oles. "Aunque los obispos son conscientes de la falta de sacerdotes, creen que la soluci¨®n no es abolir el celibato, ni siquiera recurrir a los llamados viri probati, hombres casados de probada fe y virtudes a los que se concede la ordenaci¨®n", sostiene.
Otro frente en el que los obispos pueden recuperar pastores para sus fieles es el de los curas obreros, algunos cientos en Espa?a. El Santo Oficio de la Inquisici¨®n conden¨® hace 50 a?os la experiencia de estos curas obreros, iniciada en 1944 por el dominico Jacques Loew como descargador en los muelles de Marsella (Francia). Roma pens¨® entonces, por boca de P¨ªo XII, que la Iglesia cat¨®lica, al aceptar ese camino, se implicaba "en la funesta lucha de clases". Juan XXIII y el Vaticano II levantaron el veto en 1962 y dio alas al movimiento en gran parte de Europa.
En Espa?a, las cosas no fueron f¨¢ciles. Muchos curas obreros se convirtieron en famosos sindicalistas o pol¨ªticos, como Mariano Gamo o Paco Garc¨ªa Salv¨¦, en medio de una gran zozobra de los obispos de la ¨¦poca, en su mayor¨ªa franquistas, y con gran enfado de las autoridades de la dictadura. Incluso llegaron a abrir, de com¨²n acuerdo, una c¨¢rcel en Zamora s¨®lo para curas.
Desaparecidos pr¨¢cticamente del mapa eclesial, a los curas obreros les debe la Iglesia cat¨®lica dos grandes favores: la superaci¨®n del tradicional anticlericalismo de la izquierda y el haber salido viva de su estrecha implicaci¨®n con la dictadura de Franco, que los obispos contribuyeron a instalar apoyando con entusiasmo el golpe militar de 1936. Fue gracias a los curas obreros que la jerarqu¨ªa, acostumbrada a apoyarse en dictadores para apuntalar privilegios y poderes f¨¢cticos, dio la apariencia de estar enemistada con aquel brutal r¨¦gimen.
"Ha sido el fen¨®meno m¨¢s importante de la Iglesia cat¨®lica en el siglo XX", afirma Julio P¨¦rez Pinillos, ¨¦l mismo cura obrero y casado. Acaba de publicar un informe con el t¨ªtulo de Curas obreros (editorial Herder), con testimonios de muchos de ellos, entre otros el cura rojo por antonomasia, Mariano Gamo. Despu¨¦s de ejercer de capell¨¢n del Frente de Juventudes, Gamo renunci¨® a una brillante carrera eclesi¨¢stica para irse a vivir a una barriada de Madrid. Antes lo hab¨ªan hecho los jesuitas Jos¨¦ Mar¨ªa Llanos y Jos¨¦ Mar¨ªa Diaz-Alegr¨ªa.
En algunas di¨®cesis, estos sacerdotes tienen prohibido todav¨ªa compaginar el ministerio parroquial con el trabajo en una f¨¢brica. Pero no en la universidad, por ejemplo, o en campos de la ense?anza media o la sanidad. "Se da por admitido que los curas pod¨ªan estar en las c¨¢tedras pero no en las f¨¢bricas. Lo lamentable es que, por uno u otro motivo, se est¨¢ traicionando el mandato del Concilio Vaticano II, que coloc¨® la eucarist¨ªa como la fuente y el culmen de la comunidad cristiana", lamenta el cura Pinillos.
El laberinto del sexo y el caos del celibato
Alegr¨ªa, esperanza, incluso una cierta sensaci¨®n de regodeo, convencidos de que el tiempo y el Vaticano les ir¨ªan dando la raz¨®n. ?sas fueron algunas de las sensaciones con que los sacerdotes cat¨®licos casados que hay en Espa?a, m¨¢s de 5.000 seg¨²n el Movimiento por el Celibato Opcional (Moceop), recibieron en 2005 la noticia de que el obispo de Tenerife hab¨ªa ordenado cura a un hombre casado y con dos hijas. Pese a que el nuevo sacerdote, el pastor anglicano Evans D. Gliwitzki, dijo m¨¢s tarde que "pasar¨¢n 100 a?os antes de que se admita el matrimonio sacerdotal", los curas casados sostienen que esa ordenaci¨®n en una di¨®cesis espa?ola les reivindica "como curas cat¨®licos casados y, sobre todo, reivindica al Evangelio".
Fue la Conferencia Episcopal quien invit¨® a Gliwitzki a venir a ordenarse a Tenerife despu¨¦s de que su caso fuese estudiado y autorizado por la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe, presidida por el cardenal Ratzinger, hoy Benedicto XVI.
Su gozo en un pozo. Pese a la afirmaci¨®n del cardenal Martini, uno de los grandes eclesi¨¢sticos contempor¨¢neos -"la Iglesia debe tener el valor de reformarse"-, los ¨²ltimos papas est¨¢n cerrados a ordenar a hombres casados, o a mujeres. Los sacerdotes lebaniegos Muela y Manuel Guti¨¦rrez creen que es el ¨²nico camino para mitigar su heroico trabajo diario.
El sexo es un asunto que desata las iras en los papas desde que son solteros. Giacarlo Zizola, historiador de la Iglesia moderna, lo ilustra en su libro La otra cara de Wojtyla. Uno de sus protagonistas es el ya fallecido cardenal de Sevilla y ex presidente de la Conferencia Episcopal, Jos¨¦ Mar¨ªa Bueno Monreal, un gran colaborador de cardenal Taranc¨®n.
Una ma?ana de 1980, en el S¨ªnodo sobre la familia, el Papa hab¨ªa perdido la paciencia mientras hablaba con los cardenales alemanes: "Demasiados hablan de replantearse la ley del celibato eclesi¨¢stico. ?Hay que hacerles callar de una vez!", les dijo. En la misma ¨¦poca, el cardenal espa?ol Bueno Monreal hab¨ªa osado decir al Papa durante una audiencia: "Santidad, mi conciencia de obispo me impone hacerle presente que existen problemas como los del celibato, la escasez de clero y la cantidad de sacerdotes que siguen esperando la dispensa de Roma". "Y mi conciencia de Papa me impone echar a su eminencia de mi despacho", fue la respuesta de Wojtyla. El bondadoso cardenal sufri¨® un infarto d¨ªas m¨¢s tarde y ces¨® en el cargo.
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