Obama anuncia una estrategia de salida
El plan del presidente prev¨¦ el inicio de la retirada de Afganist¨¢n en este mandato - EE UU enviar¨¢ 30.000 soldados m¨¢s en los pr¨®ximos seis meses
Barack Obama anunci¨® anoche una nueva estrategia para Afganist¨¢n que incluye el r¨¢pido despliegue de 30.000 soldados m¨¢s y un calendario de retirada a partir de julio de 2011, id¨®neamente tras haber acabado con la amenaza terrorista que ese pa¨ªs representa actualmente para EE UU, Pakist¨¢n y el resto de la comunidad internacional. Esta nueva estrategia limita los objetivos de la presencia militar estadounidense, impone un control m¨¢s exigente sobre las autoridades afganas y requiere una mayor participaci¨®n de los aliados de la OTAN.
El plan desvelado por el presidente norteamericano tras varios meses de an¨¢lisis y consultas representa, al mismo tiempo, una considerable agudizaci¨®n de la guerra y el comienzo de su final. Obama satisface casi totalmente las demandas de los militares para recuperar cuanto antes la iniciativa en el escenario de la batalla y, a la vez, establece una fecha de referencia con el prop¨®sito de evitar el empantanamiento y la vietnamizaci¨®n del conflicto.
En verano habr¨¢ ya 100.000 militares estadounidenses en el pa¨ªs
Kabul tendr¨¢ que cumplir unas metas, entre ellas, atajar la corrupci¨®n
"Estos 30.000 soldados adicionales afrontar¨¢n la insurgencia y asegurar¨¢n los centros de poblaci¨®n, incrementar¨¢n nuestra capacidad para adiestrar a unas fuerzas de seguridad afganas competentes y ayudar¨¢n a crear las condiciones para que EE UU transfiera la responsabilidad a los afganos", manifest¨® Obama en su esperado discurso en hora de m¨¢xima audiencia televisiva (dos de la madrugada en la Espa?a peninsular) ante los alumnos de la Escuela Militar de West Point, un s¨ªmbolo ¨²nico del poder militar estadounidense y del prestigio de las fuerzas armadas en esta sociedad.
"Este refuerzo", dijo, "nos permitir¨¢ empezar la salida de nuestras tropas de Afganist¨¢n a partir de julio de 2011. Tal como hemos hecho en Irak, acometeremos esa transici¨®n responsablemente, teniendo en cuenta las condiciones sobre el terreno. Seguiremos asesorando y asistiendo a las fuerzas de seguridad afganas para asegurarnos de que tengan ¨¦xito a largo plazo, pero debe quedar claro al Gobierno afgano y, sobre todo, al pueblo afgano, que ellos son en ¨²ltima instancia los responsables de su propio pa¨ªs".
Entre tantos discursos relevantes que Obama ha pronunciado ya en su joven presidencia, el de ayer ocupa por ahora el lugar de honor. En menos de tres cuartos de hora Obama intent¨® convencer a los militares inseguros de su misi¨®n, a los congresistas contrarios a gastar m¨¢s dinero, a sus compatriotas reacios a entregar m¨¢s vidas, a los afganos y paquistan¨ªes temerosos del avance talib¨¢n y a los aliados perezosos ante la perspectiva de m¨¢s esfuerzos militares. Todas sus cualidades como l¨ªder, como comunicador, como comandante en jefe, se vieron sometidas a una prueba crucial.
Tardar¨¢ alg¨²n tiempo en saberse si ha conseguido solventar este dif¨ªcil tr¨¢mite en el que se juega sin duda su futuro pol¨ªtico. Salvando las distancias, este 1-D es el 11-S de Barack Obama. Una profundizaci¨®n de la guerra en Afganist¨¢n que no produzca resultados ostensibles en un plazo razonable enajenar¨ªa al presidente de sus aliados naturales en la izquierda y lo convertir¨ªa en un blanco f¨¢cil de los conservadores en la pr¨®xima batalla electoral.
Obama respondi¨® a la enorme expectaci¨®n creada con un discurso en el que combin¨® los aspectos emotivos del sacrificio humano que est¨¢ pidiendo a los estadounidenses con el rigor y la profesionalidad que se le suponen a quien toma la decisi¨®n que cree que es mejor para todos aunque, de momento, quiz¨¢ no satisfaga por completo a nadie.
El primer paso de la nueva estrategia es el del refuerzo. Pese a las dificultades log¨ªsticas, la Casa Blanca pretende que todas las fuerzas est¨¦n en el teatro de operaciones en la primera mitad de 2010, de modo que para el inicio del verano haya ya 100.000 soldados de EE UU en Afganist¨¢n. Las primeras unidades de marines se preparan para partir al frente antes de Navidad, y los mandos militares han recibido ¨®rdenes de acelerar la preparaci¨®n en otras guarniciones para que el refuerzo se lleve a cabo sin interrupci¨®n desde principios de a?o.
Obama quiere levantar la moral de los combatientes y frenar urgentemente el avance de los talibanes y sus aliados de Al Qaeda. Las tropas de refresco ayudar¨¢n a ganar el control en la disputada provincia de Helmand (sur), y contribuir¨¢n a que los gobernantes surgidos de las ¨²ltimas elecciones afganas adquieran autoridad y prestigio entre la poblaci¨®n.
Para potenciar esa labor, el presidente record¨® anoche la responsabilidad de la OTAN. "Puesto que esto es un esfuerzo internacional", afirm¨®, "he pedido que nuestro compromiso sea seguido por las contribuciones de nuestros aliados. Algunos ya han aportado tropas adicionales y estamos convencidos de que habr¨¢ m¨¢s contribuciones en los d¨ªas pr¨®ximos. Tenemos que estar juntos para acabar esta guerra con ¨¦xito. Lo que est¨¢ en juego no es s¨®lo la credibilidad de la OTAN, sino la seguridad de nuestros aliados y la seguridad com¨²n del mundo".
Pero el despliegue es s¨®lo una parte de la nueva estrategia. Tan importante como eso es la redefinici¨®n de la misi¨®n y los ingredientes pol¨ªticos que se le a?aden. EE UU quiere convertir esta guerra en una guerra contra Al Qaeda, y s¨®lo contra los talibanes en la medida en que ¨¦stos apoyen a la organizaci¨®n terrorista responsable del 11-S. Washington contempla la posibilidad de negociar con los talibanes que rompan con Al Qaeda, incluso de permitirles ganar poder o participar en los ¨®rganos de decisi¨®n en Kabul.
Eso ser¨¢ m¨¢s factible si crece la popularidad del Gobierno presidido por Hamid Karzai. Para ello, Obama estableci¨® ayer una serie de metas -entre ellas, poner freno a la corrupci¨®n y a los abusos de poder- que las autoridades afganas tienen que cumplir para seguir contando con el respaldo de Washington.
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