La Andaluc¨ªa tr¨¢gica

Leo con admiraci¨®n el editorial conjunto de los diarios catalanes en defensa del Estatuto. ?Y la dignidad de Andaluc¨ªa?, me interrogo a prop¨®sito del t¨ªtulo del texto. Tengo 23 a?os y desde hace dos asisto a la realidad de mi comunidad desde la distancia. Mi estado de ¨¢nimo vive a mitad de camino entre el dolor y el desencanto. Estoy cansado de la situaci¨®n de una regi¨®n donde el debate pol¨ªtico, cuando lo hay, es s¨®rdido y chabacano. No hay dignidad posible cuando la pol¨ªtica andaluza est¨¢ dominada por la apat¨ªa, la mediocridad de sus representantes, las guerras internas en el seno de los partidos, las sucesiones antidemocr¨¢ticas y los paralizantes localismos.

Contribuye adem¨¢s al estado de las cosas el silencio embrutecedor de la televisi¨®n p¨²blica, que ha renunciado a ser portavoz de la ciudadan¨ªa para explotar el espect¨¢culo de los t¨®picos rid¨ªculos.

Cuando desde Catalu?a los medios describen una sociedad responsable y articulada, no queda otra que reconocerlo con cierta envidia y desaz¨®n.

Mientras, desde el sur muchos j¨®venes esperamos un tiempo propicio para reivindicar la dignidad, lejos de la opacidad, el inmovilismo de los partidos, la ausencia de espacios de expresi¨®n o el bipartidismo parlamentario, incapaz de representar a sus ciudadanos y animar el progreso.- Francisco Javier Carri¨®n Molina. Madrid.

Me pregunto si el 51% del electorado catal¨¢n que no fuimos en su d¨ªa a votar el Estatut -porque simplemente lo consider¨¢bamos una huida hacia adelante de la clase pol¨ªtica catalana y que en ning¨²n caso arreglar¨ªa la crisis, la corrupci¨®n, el paro o el problema de la vivienda- tenemos dignidad o no. A nosotros, que somos mayor¨ªa, ?qui¨¦n nos representa.