Unanimidades
Del editorial conjunto que publicaron el pasado 26 de noviembre una docena de diarios catalanes, al parecer lo que m¨¢s ha escandalizado a sus detractores es (cito de algunas de las reacciones hostiles) "la unanimidad sospechosa", "la aceptaci¨®n acr¨ªtica" de un mismo texto por parte de cabeceras muy distintas, "la ins¨®lita uniformidad y el pensamiento ¨²nico".
Para explicar tan inaudita coincidencia, dos son las teor¨ªas puestas r¨¢pidamente en circulaci¨®n: aquella seg¨²n la cual los "medios de comunicaci¨®n catalanes est¨¢n secuestrados por el poder pol¨ªtico a trav¨¦s de subvenciones" (Alejo Vidal-Quadras) y la que describe el editorial como "una de las recreaciones del franquismo m¨¢s perfectas que he visto" (Albert Boadella); algo bien propio, en suma, de "los nazis catalanes" (Federico Jim¨¦nez Losantos). O sea, los 12 diarios de marras y los dem¨¢s medios que, con posterioridad, se sumaron a la iniciativa, o est¨¢n en manos de est¨®magos agradecidos y serviles o de fascistas redomados.
Republicanos a la violeta, mon¨¢rquicos ansonianos, bufones iconoclastas y meapilas confluyen contra el Estatuto
Y bien, si el gran problema, si la piedra de esc¨¢ndalo es la unanimidad, hablemos de unanimidades. Entre aquellos que, desde la pol¨ªtica o desde el columnismo, dentro o fuera de Catalu?a, han arremetido contra el ya famoso editorial y contra la defensa del Estatuto que aqu¨¦l conlleva, podemos encontrar a mon¨¢rquicos ansonianos entre republicanos a la violeta, a abortistas mezclados con antiabortistas, a bufones iconoclastas en medio de acrisolados meapilas. Aplicando el zoom a un rinc¨®n muy concreto del espectro pol¨ªtico, vemos que confluyen en el rechazo del texto La dignidad de Catalu?a quienes impulsaron Ciutadans-Partido de la Ciudadan¨ªa pero hace tiempo que han renegado de su criatura, al lado de quien fue el Pigmali¨®n de Albert Rivera y sigue aval¨¢ndole. Por cierto que el se?or Rivera, en nombre de Ciutadans, ha convocado para el pr¨®ximo 13 de diciembre, en el centro de Barcelona, una manifestaci¨®n contra las consultas soberanistas de esa jornada, y el mismo d¨ªa, en la misma zona y con id¨¦ntico prop¨®sito lo ha hecho tambi¨¦n Alternativa Espa?ola, la formaci¨®n de extrema derecha presidida a¨²n por Blas Pi?ar.
?Acaso no es "sospechosa" la coincidencia entre los integristas ultracat¨®licos nost¨¢lgicos de Franco y el candidato desnudo de los carteles de 2006?
Fij¨¦monos ahora en los cuatro o cinco diarios madrile?os que, a lo largo de la ¨²ltima semana, han rivalizado en ruido y furia a la hora de descalificar el editorial catal¨¢n. No es s¨®lo que varios de ellos muestren hacia el liderazgo de Mariano Rajoy un apoyo sin fisuras, mientras otro se dedica a menospreciarlo y cuestionarlo todos los d¨ªas. No es s¨®lo que, en fechas nada lejanas, las rivalidades entre algunos de esos medios hayan tenido incluso proyecci¨®n en los tribunales. Se da, adem¨¢s, la paradoja de que dos de dichas cabeceras editorializan que "ni Catalu?a tiene dignidad ni Espa?a, honor. La tienen y lo tienen los catalanes y los dem¨¢s espa?oles de uno en uno", pues esto de la dignidad colectiva es "un concepto medieval", cuando otro diario, a lo largo de su historia centenaria, ha invocado miles de veces el "honor" y la "dignidad" de Espa?a, verbigracia a cuenta del islote de Peregil o incluso a prop¨®sito de una boya vagamente rojigualda tiroteada por los brit¨¢nicos en aguas de Gibraltar. Sin embargo, ninguna de estas contradicciones, ni siquiera los incontables favores que algunos de los grupos medi¨¢ticos implicados han recibido de la Comunidad de Madrid, nada de eso ha impedido a tales diarios hacerse las vestales de la independencia period¨ªstica y cerrar filas en el desprecio y la condena ("falsedades", "disparates", "patra?as", "martingala", "estupidez", "furor identitario", "argumentos rancios") del editorial com¨²n del d¨ªa 26.
Lo que no resulta admisible es que la unanimidad de unos sea un espont¨¢neo reflejo patri¨®tico, un sano impulso transversal en defensa de Espa?a, mientras que la unanimidad de los otros se explica por "la genuflexi¨®n de los medios catalanes" conchabados con el poder.
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