"Si Europa no se integra, mandar¨¢n EE UU y China"
A este tipo no le envejece el cerebro. Cumplidos los 84 a?os, le sigue titilando a trav¨¦s de los claros, traviesos ojos azules de siempre. Si acaso, se toma m¨¢s respiro entre p¨¢rrafo y p¨¢rrafo, escucha m¨¢s pacientemente, se deja interrumpir. Pero sigue siendo el Jacques Delors qu¨ªmicamente puro. El que no para, el que acaba de publicar su en¨¦simo libro, Invertir en lo social, el que predica con ocasi¨®n y sin ella por una Uni¨®n Europea (UE) m¨¢s fuerte, m¨¢s articulada, m¨¢s unida.
Delors es un mito, por la simple raz¨®n de que casi todos los logros decisivos alcanzados en los ¨²ltimos decenios han llevado en uno u otro grado su impronta: desde el mercado interior a la moneda ¨²nica; desde la pol¨ªtica de cohesi¨®n a las grandes redes de transporte; desde la ciudadan¨ªa europea al programa Erasmus; desde la ampliaci¨®n mediterr¨¢nea, con Espa?a y Portugal, a la reunificaci¨®n alemana y continental tras la ca¨ªda del muro, hace ahora veinte a?os. Un mito agrandado por la comparaci¨®n de su liderazgo con los actuales, ejercicio que desemboca en la melancol¨ªa o en la irritaci¨®n. Y eso que s¨®lo presidi¨® la Comisi¨®n Europea durante diez a?os.
"Crear valor se convierte en una ideolog¨ªa y se desprecia el riesgo; hoy se crea riqueza antes de que se produzca"
"El d¨®lar es corrosivo e indispensable. Conviene un sistema monetario mundial basado en una cesta de monedas"
"Alemania gobierna en Berl¨ªn, Francia va de 'gran Francia' y el Reino Unido es cada vez m¨¢s antieurope¨ªsta"
"La UE no ha conseguido a¨²n mi esperanza: un esp¨ªritu de aut¨¦ntica cooperaci¨®n. Hay que dar la voz de alarma"
"La crisis de valores consiste en que en este mundo todo se compra. Defendamos los sue?os que el dinero no compra"
"Necesitamos l¨ªderes que no barran para casa, que tengan visi¨®n a largo plazo y defiendan los intereses comunes"
En esta entrevista, realizada en la sede parisiense de su fundaci¨®n Notre Europe, una gran cocina de ideas europe¨ªstas, se muestra muy cr¨ªtico, pero optimista sobre el futuro continental. A condici¨®n de que la UE produzca no s¨®lo bomberos, sino tambi¨¦n arquitectos; de que opte claramente entre "supervivencia o declive", de que los gobiernos dejen de barrer para casa y piensen a largo plazo, si quieren que, entre EE UU y China, Europa exista.
Se bati¨® en favor de una gobernanza econ¨®mica mundial. Y contempla ahora al actual G-20 como un esbozo, insuficiente, de la misma. Sostiene que la actual crisis econ¨®mica deriva de haber convertido la "creaci¨®n de valor" en una ideolog¨ªa m¨¢s y de haber perdido la noci¨®n de riesgo. Cristiano y socialista, considera que aunque la socialdemocracia pierde en las urnas ha ganado en el terreno de los hechos, y clama por recuperar sus valores originales.
Pregunta. Europa est¨¢ superando la crisis, pero la recuperaci¨®n ser¨¢ lenta y d¨¦bil. ?Qu¨¦ debe hacerse?
Respuesta. Efectivamente, en el segundo y tercer trimestre hemos notado un repunte en las econom¨ªas, sobre todo en China y en Europa. Que esta recuperaci¨®n contin¨²e depende en parte de cu¨¢ntos bancos oculten todav¨ªa activos t¨®xicos. Prefiero ser prudente, para evitar sorpresas, y un poco desconfiado. Prudencia, porque los activos t¨®xicos se extendieron mucho. No s¨®lo est¨¢n en el sector inmobiliario de Estados Unidos. Influyen en otros ¨¢mbitos: todo lo relacionado con la especulaci¨®n en Bolsa o los precios de las materias primas. Pero aunque la recuperaci¨®n contin¨²e, no impedir¨¢ que el paro siga aumentando y seguiremos con demasiado endeudamiento.
P. Por tanto hay que seguir siendo keynesianos.
R. No dir¨ªa que los gobiernos hayan sido muy keynesianos. Keynes no cre¨ªa que el mercado pudiera tomar las mejores decisiones. No lo reduzcamos a su visi¨®n sobre la intervenci¨®n de los Estados. Lo b¨¢sico es que no confiaba en la capacidad del mercado para alcanzar los arbitrajes y equilibrios necesarios. Pensaba que los hombres actores no eran en conjunto lo bastante sabios como para evitar las crisis. De hecho, hay muchos paralelismos entre la crisis de 1929 y la de 2008.
P. ?Por qu¨¦ la banca se desliz¨® hacia la especulaci¨®n sin l¨ªmites?
R. Porque la "creaci¨®n de valor" se convirti¨® en una ideolog¨ªa, que, al mismo tiempo, motivaba y justificaba el comportamiento de las finanzas. Algunos banqueros me dec¨ªan: "Usted no comprende lo que es la creaci¨®n de valor; es el aumento de las cotizaciones de Bolsa". Esta ideolog¨ªa se hab¨ªa vuelto tan potente que perdieron la noci¨®n del riesgo, individual y sist¨¦mico. Quiz¨¢ a?oro el capitalismo de antes, basado en el trabajo. Hoy en d¨ªa se crea riqueza incluso antes de que se produzca.
P. El G-20 ha amenazado a los para¨ªsos fiscales y ha discutido los bonus de los banqueros. ?Es suficiente?
R. La opini¨®n p¨²blica considera escandaloso que algunos ganen tanto dinero. Limitar los bonus contribuye a recuperar la conciencia de riesgo. El sistema financiero debe ser consciente del riesgo y financiar la innovaci¨®n econ¨®mica. Nada de eso est¨¢ garantizado porque algunos l¨ªderes s¨®lo piensan en el inter¨¦s de su posici¨®n financiera. No hemos hecho m¨¢s que empezar. Queda mucho por hacer.
P. Se discute a¨²n qui¨¦n fue el responsable de la recesi¨®n, si los bancos o la Reserva Federal, por laxa y desreguladora.
R. La responsabilidad no es s¨®lo de EE UU, ¨¦se es un argumento europeo demasiado f¨¢cil. Cierto que su pol¨ªtica monetaria fue acomodaticia y laxa. Cierto que derogaron la distinci¨®n entre un banco comercial y un banco de negocios. Pero la crisis ha contaminado a Europa. Por culpa del Consenso de Washington, cuyo mensaje a los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo ha sido: "Tenemos las soluciones para permitir que mur¨¢is, eso s¨ª, bien curados". Ese consenso propici¨® la desregulaci¨®n, la desconfianza hacia el gasto del Estado... Y los Estados aceptaron ese orden financiero, fueron sus c¨®mplices.
P. O sea, las decisiones del G-20 todav¨ªa no construyen una alternativa.
R. Todav¨ªa no. Falta abordar algunos problemas, como la agricultura. ?Es una actividad de ¨¢mbito mundial? ?O de orden regional-nacional, indispensable para cada pa¨ªs? Si decimos que los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo tienen que asegurar entre un 60% y un 70% de sus necesidades alimentarias, entonces hay que cambiar el sistema de las grandes sociedades comerciales que hegemonizan el mercado. La mejora de estos pa¨ªses requiere tecnolog¨ªa avanzada, que permite utilizar menos agua y obtener mejores resultados. O cuando les alertamos por su laxitud presupuestaria, ?distinguimos entre los gastos que favorecen su futuro, como la educaci¨®n y la sanidad, o les pedimos, como hizo el FMI, que recorten todo gasto sin distinci¨®n? O, si hay grandes potencias emergentes, ?no tienen que cargar tambi¨¦n con su parte de la responsabilidad mundial? Eso afecta tambi¨¦n a las monedas, sobre todo a la china.
P. Ahora resucita el debate sobre el no-sistema monetario universal.
R. El d¨®lar sigue siendo indispensable y corrosivo al mismo tiempo. Deber¨ªamos plantearnos ya un sistema monetario mundial basado en una cesta de monedas. Porque el d¨®lar es un yoy¨® y los estadounidenses se han aprovechado de eso para endeudarse m¨¢s all¨¢ de lo razonable. Ahora est¨¢n en cierto modo en manos de los chinos. Los responsables de la uni¨®n monetaria y econ¨®mica europea tienen que asumir su responsabilidad, no para que el euro sustituya al d¨®lar, sino para que contribuya a crear un sistema monetario mundial m¨¢s equilibrado. ?Cu¨¢ntos gobiernos est¨¢n sufriendo por la ca¨ªda del d¨®lar o por razones vinculadas ¨²nicamente a la especulaci¨®n?
P. China tiene mayor responsabilidad.
R. Pero nosotros no proponemos nada. Para proponer algo tiene que haber mucha m¨¢s cooperaci¨®n entre nosotros. No, cada uno est¨¢ en lo suyo. Alemania gobierna en Berl¨ªn; Francia se ha convertido en "la Gran Francia", el Reino Unido cada vez es m¨¢s antieurope¨ªsta.
P. China es hoy el gran mito. Pero tambi¨¦n lo fue Jap¨®n en los ochenta. Y se esfum¨®.
R. Se desplom¨® por razones no econ¨®micas. China tambi¨¦n puede toparse con dificultades sist¨¦micas. Pero est¨¢ siendo gobernada de forma razonable y con sentido del largo plazo. Es una econom¨ªa de mercado con un sistema pol¨ªtico centralizado, un caso ¨²nico. Aguanta. Y si Europa no va con cuidado, dentro de 10 a?os puede que tengamos un mundo dirigido a dos manos: EE UU y China.
P. No es seguro que la contribuci¨®n de ambos a la cumbre de Copenhague vaya a ser positiva.
R. Pero hay que felicitar a los europeos porque se han comprometido en la lucha contra el deterioro del medioambiente. Eso implica que tendremos un crecimiento m¨¢s sobrio. Y los resortes de un crecimiento sobrio y sostenible no son los mismos que los de la sociedad de consumo. ?C¨®mo encontraremos fuentes de empleo alternativas? Es necesario que la revoluci¨®n ecol¨®gica cree muchos puestos de trabajo. Adem¨¢s, hasta el a?o 2030 la poblaci¨®n activa de la Uni¨®n Europea disminuir¨¢ en 20 millones y los mayores de 65 a?os aumentar¨¢n en 40 millones. Tenemos pues un problema, si queremos mantener los valores y los logros del Estado de bienestar. Endeudamiento, crecimiento sobrio y Estado de bienestar constituyen nuestro tri¨¢ngulo de las Bermudas para los pa¨ªses europeos en los pr¨®ximos a?os.
P. Usted siempre defendi¨® no s¨®lo un sistema de gobierno europeo, sino tambi¨¦n un esbozo de sistema de gobierno econ¨®mico mundial.
R. En 1983 propuse crear un consejo de seguridad econ¨®mica en el que estuvieran representados los principales pa¨ªses del mundo y las zonas regionales. Que podr¨ªa debatir con los grandes organismos internacionales y monetarios, el Banco Mundial, el FMI o la OMC, para alcanzar un diagn¨®stico compartido. Pero entonces s¨®lo un jefe de Estado me apoy¨®.
P. Ahora tenemos el G-20.
R. S¨ª, y empieza a corresponderse con la idea que propuse. Es un esbozo, no de gobierno mundial, pero s¨ª de regulaci¨®n mundial. Algo es algo. Me alegro de este paso. La prioridad jur¨ªdica en nuestro orden internacional es la ONU. Por tanto, creo necesario que se establezca entre Naciones Unidas, que ostenta la m¨¢xima legitimidad, y este G-20 econ¨®mico y financiero. De lo contrario ser¨¢ dif¨ªcil avanzar. La gente dir¨¢: ?es legal?, ?es aceptable?
P. ?No nos olvidamos velozmente de las lecciones recientes? Aunque el G-20 ha dado pasos que eran impensables hace algunos a?os, los resultados de la secuencia de sus tres ¨²ltimas cumbres han sido declinantes.
R. Tiene usted raz¨®n. Pero eso se debe a que de la noche a la ma?ana no se pueden borrar los intereses nacionales. Y a que la UE llega ah¨ª con m¨¢s proyectos nacionales fragmentados que comunitarios. La UE no ha conseguido a¨²n lo que era mi esperanza y mi empe?o: un esp¨ªritu de aut¨¦ntica cooperaci¨®n, que es lo que nos permite maximizar nuestra ventaja colectiva.
P. Falla su viejo lema: "La competencia que estimula, la cooperaci¨®n que refuerza y la solidaridad que une".
R. La competencia del mercado ¨²nico fue bien hasta la crisis. Pero con ella cada pa¨ªs tom¨® medidas divergentes, como en la industria automovil¨ªstica, que sigue siendo parte esencial de nuestra potencia industrial. Cada uno ha barrido para casa, hemos ido sumando distintos programas. Y sin cooperaci¨®n no hay integraci¨®n, as¨ª que la UE carece de un punto de vista unificado y de instrumentos econ¨®micos adecuados para trabajar por un gobierno mundial. Muchos Estados alaban su propia labor diciendo que han desempe?ado la funci¨®n de bomberos. Hay bomberos. Pero no arquitectos. Europa todav¨ªa no ha escogido seriamente entre la supervivencia o el declive. Mientras, vea c¨®mo progresan China, India, M¨¦xico, Sur¨¢frica o Brasil. No suscribo un nacionalismo europe¨ªsta exacerbado, pero quiero que mis hijos y mis nietos vivan en un continente que sepa hacerse respetar y que tenga una cierta influencia. Hay que volver a dar la voz de alarma.
P. Acaba de decir "supervivencia o declive".
R. La demograf¨ªa es el par¨¢metro econ¨®mico m¨¢s seguro. Europa supon¨ªa un 15% de la poblaci¨®n mundial a principios del siglo pasado; un 6%, actualmente, y descender¨¢ al 3% en 2050. Necesitamos un liderazgo con visi¨®n a largo plazo y no con discurso cortoplacista.
P. Muchos sienten nostalgia de la ¨¦poca Kohl-Mitterrand-Delors.
R. Y Gonz¨¢lez. Y Lubbers. Hubo otros. Es falso eso que dicen algunos: "Delors se pon¨ªa de acuerdo con Kohl y Mitterrand, y el resto lo ¨²nico que pod¨ªa hacer era callarse". Quiero relativizar mis propios m¨¦ritos. Los belgas Maertens y Dehaene, los luxemburgueses Santer y Juncker, el portugu¨¦s Cavaco Silva, los italianos Andreotti y Ciampi..., todos jugaban un papel. Hoy es distinto.
P. Hoy proliferan los l¨ªderes d¨¦biles, enfermos de nacionalismo estrecho. ?Por qu¨¦?
R. Porque la crisis econ¨®mica es tambi¨¦n del modelo de crecimiento, basado en la adquisici¨®n de riquezas, endeud¨¢ndose, m¨¢s que en las rentas, y una crisis de valores. Los l¨ªderes se refugian en las ra¨ªces, vuelven a los ego¨ªsmos nacionales de los a?os treinta, para justificar ante sus ciudadanos las medidas a corto plazo. Nadie pone de relieve la acci¨®n de Europa. Todos dicen que han ganado en las cumbres frente a los dem¨¢s, y encima a los pocos d¨ªas se reclaman partidarios de una Europa fraternal. Los medios de comunicaci¨®n se apuntan al corto plazo, olvidan la tragedia del d¨ªa anterior, lo que aboca al trastorno de la jerarqu¨ªa, de lo que es importante, lo que es grave, lo que concierne a nuestra existencia, a nuestra moral. El tren de los valores ha descarrilado.
P. La UE parece haber perdido una d¨¦cada hablando de tratados, de Amsterdam a Niza, a la Constituci¨®n y a Lisboa, y de programas como la agenda de Lisboa, que no han funcionado.
R. Hemos perdido tres grandes ocasiones. Una fue el Consejo Europeo de Lisboa de 1992: antes de ampliarse, la Uni¨®n debi¨® ordenar su casa y preguntarse c¨®mo funcionar con 25 Estados miembros. Luego, en la crisis yugoslava, los gobiernos se dividieron. Y finalmente no han querido equilibrar la pol¨ªtica monetaria, el euro, con la pol¨ªtica econ¨®mica. Eso habr¨ªa expandido el esp¨ªritu integrador, nos mostrar¨ªamos al mundo como un instrumento s¨®lido y ejemplar. Eso permitir¨ªa a los europeos reencontrar el optimismo. La opini¨®n p¨²blica dejar¨ªa de pensar que Europa no protege. Claro que protege, pero no estimula. No estimula ni la innovaci¨®n, ni el crecimiento, ni la creaci¨®n de empleo.
P. ?Por qu¨¦ la uni¨®n econ¨®mica sigue en mantillas?
R. Debiera haber una aut¨¦ntica coordinaci¨®n de las pol¨ªticas econ¨®micas nacionales. Nunca han querido hacerla, porque los ministros de Finanzas, cuando se re¨²nen, no revelan todos sus programas, no quieren que se les proponga lo que pueden hacer. Y apenas sale nada.
P. Al menos el euro aguanta y ya es irreversible.
R. Por supuesto. Hemos vivido casi un milagro, que fue llegar en Maastricht a un acuerdo -con la excepci¨®n del Reino Unido- para la creaci¨®n del euro. Es un hito de la historia europea. Alemania y Francia ten¨ªan sensibilidades distintas en cuanto a la crisis yugoslava y las dejaron de lado.
P. Escribi¨® usted en sus memorias. "La Comunidad Europea es el centro de gravedad de la historia de Europa". Algunos le cre¨ªmos. Pero ya no sabemos si sigue siendo as¨ª.
R. S¨ª, todav¨ªa es posible. La ampliaci¨®n al Este no se realiz¨® en las condiciones adecuadas. Pero nuestros viejos pa¨ªses tuvieron la valent¨ªa de abrir sus puertas a sus hermanos del Este despu¨¦s de d¨¦cadas de reg¨ªmenes totalitarios. Podr¨ªan haberlo hecho mejor, pero lo hicieron. Demostraron que Europa sigue siendo generosa a veces, que comprende a los dem¨¢s. Los europeos se dijeron que Europa no se define s¨®lo por nosotros mismos, sino en relaci¨®n con los retos de nuestra historia. La incorporaci¨®n de Grecia, Espa?a y Portugal fue un milagro, fueron unos socios perfectos, entusiastas, incitadores. Ese periodo fue magn¨ªfico. Con los pa¨ªses del Este quiz¨¢ ha sido m¨¢s dif¨ªcil. No nos conoc¨ªamos tan bien. Pero al fin y al cabo eso subraya que Europa es capaz de hacer grandes cosas.
P. Es m¨¢s dif¨ªcil porque no se profundiz¨®, no se modificaron las reglas al mismo tiempo que se ampliaba.
R. Est¨¢ claro. No hab¨ªamos decidido c¨®mo funcionar con 27, pese a las advertencias que lanzamos algunos. Y ahora, los nuevos miembros, pero tambi¨¦n otros como la Alemania de Merkel, desde?an utilizar las cooperaciones reforzadas, la diferenciaci¨®n. Hag¨¢monos esta pregunta: "?Habr¨ªa existido Schengen, la libertad de circulaci¨®n de las personas con unanimidad?". Es normal que, en cierto momento, haya algunos que vayan m¨¢s all¨¢, respetando la opini¨®n general. Hay muchos ejemplos. Establecer el equilibrio entre lo econ¨®mico y lo monetario es una cooperaci¨®n reforzada. Crear una comunidad de energ¨ªa entre los pa¨ªses productores, tambi¨¦n.
P. Al final Europa es un club con reglas para entrar, pero no para expulsar.
R. S¨ª, porque est¨¢ triunfando la mentalidad de la OCDE, una organizaci¨®n ¨²til, pero que funciona bajo el principio de la intergubernamentalidad. Si la Uni¨®n hubiera funcionado as¨ª, no habr¨ªa registrado ning¨²n progreso en los ¨²ltimos 30 a?os. Ahora los gobiernos arrinconan el m¨¦todo comunitario, seg¨²n el cual la Comisi¨®n desempe?a una funci¨®n clave, el derecho de iniciativa, y el Parlamento toma decisiones conjuntas con el Consejo. Est¨¢n amarrados a lo intergubernamental, a los intereses particulares. ?Qui¨¦n se preocupa a diario de los intereses comunes? Eso facilita los secuestros de la voluntad mayoritaria com¨²n. Para evitarlos, ni siquiera habr¨ªa que cambiar el tratado. Bastar¨ªa aplicar la diferenciaci¨®n. Y si hubiera que cambiarlo, habr¨ªa que poder prescindir de los que siempre frenan. Porque un Estado miembro puede decir, "me voy". Pero falta una disposici¨®n que diga: "Querido amigo, no est¨¢ de acuerdo en nada, as¨ª que fuera". Hay que revalorizar los valores. La crisis de valores consiste en que vivimos en un mundo en el que todo se puede comprar. Los surrealistas defend¨ªan los "sue?os que el dinero no puede comprar". Hay que volver a so?ar.
P. En estas condiciones seguir ampliando sin l¨ªmite a todos los candidatos puede resultar suicida.
R. Tenemos algunos deberes hist¨®ricos, por ejemplo en los Balcanes. La motivaci¨®n de los padres fundadores era establecer la paz. Es posible gestionar una Uni¨®n a 32 si lo hacemos con el m¨¦todo comunitario y ordenando la casa, emprendiendo las reformas necesarias con car¨¢cter previo. Si lo hacemos como ahora, acabaremos como la Sociedad de Naciones, diluidos, porque cualquier pa¨ªs puede bloquear. Y la alternativa no son los triunviratos en los que sue?an los pa¨ªses grandes, los dem¨¢s no lo aceptar¨ªan.
P. No facilita las cosas la total desorientaci¨®n de la socialdemocracia.
R. La socialdemocracia no gana ahora en las urnas. Pero ha ganado en el terreno de los hechos. La crisis habr¨ªa sepultado a Europa si no hubiese tenido el Estado del bienestar: es la base de la UE, y la UE lo refuerza. La socialdemocracia tiene un problema con la globalizaci¨®n. Sus pilares eran: reformismo frente a la revoluci¨®n; equilibrio entre Estado y mercado; compromiso entre el capital y el trabajo. Tuvo ¨¦xito. Hoy es m¨¢s dif¨ªcil encontrar nuevos m¨¢rgenes para el equilibrio entre Estado y mercado. S¨®lo pueden ser supranacionales, por eso la socialdemocracia es europe¨ªsta. Y a¨²n es m¨¢s dif¨ªcil el compromiso entre el capital y el trabajo, porque desciende la afiliaci¨®n sindical, los trabajadores est¨¢n m¨¢s individualizados. El individualismo y las concesiones que ha hecho la socialdemocracia han roto el equilibrio b¨¢sico al que ¨¦sta aspiraba, el equilibrio entre individuo y sociedad. La sociedad no debe aplastar al individuo y el individuo no debe desarrollarse en detrimento de la sociedad. Para recuperar ese equilibrio los socialdem¨®cratas deben evitar adoptar los valores dominantes en la sociedad, el ¨¦xtasis del consumo y del mercado, el cortoplacismo. Hay que recuperar los valores de la cordialidad, de la reflexi¨®n, del tiempo, de la comunidad, de la familia y de la solidaridad. ?Cu¨¢ntas personas se han quedado sin tiempo para vivir, reflexionar y realizarse?
P. La derecha est¨¢ tambi¨¦n descolocada, pero gana.
R. ?sta no olvida jam¨¢s qui¨¦nes son sus electores. Y ha adoptado el pragmatismo, a saber, cuando le conviene utiliza los conceptos de la izquierda para desarbolarla. De manera que la izquierda ya no es siquiera due?a de su propio vocabulario. Debe esforzarse en recuperarlo.
P. Y mientras, en EE UU la izquierda se ha abierto paso.
R. Cuando Barack Obama sali¨® elegido yo no era tan entusiasta como algunos. Pero le apoyo. Conozco las dificultades a las que se enfrenta. Mantengo mi confianza, por su experiencia personal, por su labor de solidaridad en Chicago, por su conocimiento de la gente y su nueva visi¨®n de su pa¨ªs, por ese aire fresco que era indispensable para que EE UU siguiese desempe?ando una funci¨®n en el mundo. La mantengo, no como tantos medios de comunicaci¨®n que, despu¨¦s de quedar fascinados y situarle en un pedestal, le atacan sin piedad por sus dudas en Afganist¨¢n y sus problemas para implantar la reforma sanitaria. Los medios est¨¢n inmersos en el cortoplacismo y en el sensacionalismo, juegan a lo instant¨¢neo de las emociones. ?No caigan en eso!
P. ?Podr¨¢n concertarse esta UE y estos EE UU?
R. De momento, salvo en los Balcanes, Europa apenas ha demostrado su capacidad para alcanzar esa concertaci¨®n. Pero la deseo y la espero.

Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.