El misterioso ladr¨®n de cubos de basura
Un indigente almacen¨® durante cuatro meses en un solar del centro de Madrid 41 contenedores robados de la calle y objetos de todo tipo
Los vecinos le llamaban Paco y lo conocieron por su despertador. Era agosto y en la calle de San Pedro (distrito Centro) se dorm¨ªa con las ventanas abiertas, por el calor. A las siete de la ma?ana en punto empez¨® a colarse en las habitaciones el sonido de una alarma que ven¨ªa de la calle. Proced¨ªa de un solar abandonado en el n¨²mero 17. All¨ª, acurrucado entre mantas, objetos y contenedores de basura, descubrieron a Paco. ?ste ha estado ocupando el solar hasta hace bien poco cuando un equipo de limpieza municipal tuvo que despejar la parcela donde se hab¨ªa instalado.
"Lo primero que trajo fue un sof¨¢ desvencijado. Sobre ¨¦l se echaba a dormir", cuenta Gloria, una vecina cuyos balcones vierten al solar, un espacio vac¨ªo que no tiene techo pero s¨ª muros que lo cierran a la calle. Despu¨¦s del sof¨¢, apareci¨® una silla de la que el hombre colgaba sus corbatas. Luego se hizo una alfombra con un pl¨¢stico negro de obra. Empez¨® a reunir objetos. A hacerse un hogar. "Alguna vez, por la noche, se sacaba una silla a la acera, y cenaba all¨ª un bocadillo o un puchero", explica Eduardo N¨²?ez, de 77 a?os, veterano del barrio. "Es que ya no ten¨ªa espacio ni para cenar", se suma la due?a de la cercana Cristaler¨ªa Vergara.
"Trajo todo tipo de trastos. Maletas, libros, muebles, discos... Y utilizaba los cubos de basura de la calle para transportarlos", contin¨²a Gloria. Llenaba los contenedores que encontraba por el barrio y los arrastraba hasta el solar. Pero no los devolv¨ªa. Se los quedaba. Los ten¨ªa de todos los colores. Y tama?os. As¨ª se explica el misterio del ladr¨®n de cubos de basura. En octubre ya se contaba una docena a su alrededor. Cuando los servicios municipales acudieron al solar hace un par de semanas, retiraron 41 contenedores. Casi un 20% de todos los cubos robados este a?o en Madrid (233).
"Tendr¨ªa unos 65 a?os pero estaba ¨¢gil", recuerda Eduardo N¨²?ez. "Y hablaba muy bien. Ten¨ªa educaci¨®n". "Yo me he llevado bien con ¨¦l", apunta la due?a de la cristaler¨ªa. "Es una persona enferma. Me daba pena", a?ade. A ella, el acarreo incansable de cosas se le hac¨ªa extra?o. "?Y qu¨¦ haces, que trabajas tanto para nada?", le preguntaba la mujer. Y ¨¦l respond¨ªa: "Tengo que trabajar. ?Qu¨¦ voy a hacer si no?". Pero tan peculiar vecino tambi¨¦n dio alg¨²n que otro susto. A¨²n se recuerda el rifirrafe de mediados de octubre, cuando los d¨ªas se empezaron a hacer m¨¢s cortos y Paco decidi¨® encender velas para alumbrar el solar. Una vecina se asom¨® a la corrala contigua y comenz¨® a gritarle que lo iba a quemar todo. El tipo, cuenta Gloria, se fue volviendo poco a poco m¨¢s agresivo.
La Polic¨ªa Municipal y los trabajadores del Samur Social hab¨ªan acudido regularmente al lugar. Pero poco pod¨ªan hacer, seg¨²n contaron in situ, hace un par de meses, los servicios sociales del Ayuntamiento: sin una denuncia del due?o del terreno no era posible expulsar al nuevo inquilino. Y el propietario viv¨ªa en el extranjero. Pero la noticia lleg¨® a o¨ªdos de la Junta de Distrito de Centro por la carta que un vecino molesto escribi¨® a un peri¨®dico. Siguiendo la ordenanza de limpieza, hicieron un requerimiento al propietario para que limpiara el solar. Lo hizo la semana pasada. El mi¨¦rcoles ya s¨®lo quedaban los 41 contenedores que el hombre hab¨ªa reunido y que el Ayuntamiento se acerc¨® a recuperar. Paco se hab¨ªa ido. Gloria, la vecina, dice que hace poco lo volvi¨® a ver por la zona. Discuti¨® con uno de los vecinos a la entrada de su antigua guarida. Y se esfum¨®. Eduardo N¨²?ez se lo encontr¨® un d¨ªa despu¨¦s, por una calle cercana. "Iba con un carro lleno de cosas", explica. "Estar¨¢ buscando otro sitio".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.