Europa, fin de trayecto
La salida de la crisis con creaci¨®n de empleo es la clave de la presidencia espa?ola de la UE. Energ¨ªas renovables, regulaci¨®n de los mercados financieros e igualdad social pueden ser nuestras aportaciones
La imagen es bien conocida: el ciudadano Kessler viaja en un tren que no llega a ning¨²n destino. En medio de este viaje hacia ning¨²n lado, una voz en off y la imagen de un reloj nos recuerdan el constante paso del tiempo. Fuera del tren el espect¨¢culo es dantesco: tan s¨®lo hay destrucci¨®n, es la Europa de despu¨¦s de la guerra, una Europa desesperanzada. Solamente dentro del tren parece haber algo de claridad, algo de seguridad, algo de estabilidad. Europa, la pel¨ªcula de Lars von Trier, nos habla de Europa como la tierra prometida, de esa Europa que est¨¢ al alcance de la mano pero que nunca llega.
Alguien estar¨ªa tentado de decir que la Europa que Trier nos describe de manera tan pesimista es la Europa de ayer y tambi¨¦n la de hoy: sigue siendo la tierra prometida, esa tierra que est¨¢ al alcance de nuestra mano pero que nunca llega. Un ejercicio de este tipo s¨®lo ser¨ªa, sin embargo, puro cinismo. Y no lo olvidemos, el cinismo es el verdadero c¨¢ncer de Europa. Los progresos que ha realizado la Uni¨®n, sobre todo en los ¨²ltimos 20 a?os, son simplemente espectaculares. Para Europa, hay un final de trayecto. La estaci¨®n termini est¨¢ a la vista.
Las renovables pueden crear cientos de miles de puestos de trabajo en los pr¨®ximos a?os
No es justo que algunos altos ejecutivos cobren 240 veces m¨¢s que un ciudadano normal
El recuento de esos progresos tiene que partir de su origen. Los textos fundacionales de la Uni¨®n incorporaban un programa econ¨®mico de tipo liberal, pero al menos ten¨ªan alma. Con el tiempo, dicho programa se fue abriendo, al incorporar, reforma tras reforma, elementos m¨¢s propios de la socialdemocracia. En cualquier caso, el alma fundacional de la Uni¨®n permaneci¨® intacta: me refiero a esa excepcional frase, incrustada en pleno pre¨¢mbulo de los Tratados, en virtud de la cual el objetivo primordial de esta empresa era conseguir una uni¨®n cada vez m¨¢s estrecha de los pueblos de Europa. Cualquier acci¨®n que la Uni¨®n Europea emprenda pasar¨¢ a la historia si consigue dar un paso m¨¢s en esa direcci¨®n. Quedar¨¢ en saco roto si no acorta distancias entre los pueblos de Europa. Y caer¨¢ en el lado equivocado de la historia si ampl¨ªa dichas distancias.
Tenemos pues un est¨¢ndar a trav¨¦s del cual poder juzgar, tambi¨¦n, la presidencia espa?ola de la Uni¨®n Europea en el primer semestre de 2010. Ser¨¢ una presidencia exitosa si es capaz de estrechar a¨²n m¨¢s los lazos que unen a la Uni¨®n. Y pasar¨¢ desapercibida si los afloja. Lo importante ser¨¢ que al final de la presidencia se pueda atisbar, aunque sea en la lejan¨ªa, esa estaci¨®n de destino a la que quiere llegar Europa.
El contexto general de crisis econ¨®mica en el que se desarrollar¨¢, el contexto particular espa?ol de crisis econ¨®mica agravada por altas tasas de desempleo, marcan el entorno en el que tendr¨¢ lugar nuestra presidencia. Nadie entender¨ªa, en estas circunstancias de crisis econ¨®mica, que lo que Espa?a pusiera por delante fueran cuestiones que no interesaran a los ciudadanos. La salida de la crisis, y la lucha contra el desempleo, ser¨¢n por tanto cuestiones primordiales en nuestra presidencia. Espa?a tiene que mirarse a s¨ª misma para hacer una aut¨¦ntica contribuci¨®n europe¨ªsta. Porque, por fortuna o por desgracia, muchos de los problemas que tenemos en Espa?a son comunes a los que tienen otros socios comunitarios, a los que tienen otros pa¨ªses del mundo. Y la cuesti¨®n del desempleo es solamente una cuesti¨®n de porcentaje: afecta m¨¢s aqu¨ª que en otras partes de Europa, pero nadie ha quedado exento del grav¨ªsimo impacto que la crisis ha tenido en el mercado laboral. Al intentar solucionar sus problemas, Espa?a estar¨¢ haciendo un servicio de incalculable valor a la causa europe¨ªsta.
Desde esta perspectiva, los dos grandes ejes sobre los que se desarrollar¨¢ la presidencia, la innovaci¨®n y la igualdad, apuntan en la direcci¨®n correcta, siempre y cuando sepamos crear un relato ganador que conecte ambas cuestiones con las preocupaciones fundamentales de los ciudadanos. La presidencia espa?ola tiene que ser un elemento m¨¢s a la hora de proporcionar certidumbre, seguridad y protecci¨®n a los ciudadanos espa?oles, sobre todo en los terrenos econ¨®mico y social.
Porque no nos enga?emos: en medio de esta tormenta perfecta en la que estamos inmersos, la gente lo que busca es un puerto que est¨¦ firmemente asentado en la tierra. La presidencia espa?ola no puede servir para dar un empleo a todos y cada uno de los m¨¢s de cuatro millones de parados que tiene nuestro pa¨ªs y a los m¨¢s de 21 millones que tiene la Uni¨®n; pero s¨ª puede empezar a establecer las condiciones propicias para que en Espa?a, en Europa, sea cada vez m¨¢s f¨¢cil encontrar empleos, y para que posteriormente, en la siguiente crisis, sea m¨¢s dif¨ªcil destruirlos.
Tenemos mucho que ofrecer en este terreno, hay muchas reformas que se pueden emprender desde el liderazgo espa?ol. Por ejemplo, apostar de forma m¨¢s clara por las energ¨ªas renovables. Con esta apuesta ganamos todos. Gana para empezar el medio ambiente. Ganan nuestras empresas, y algunas de las de nuestros socios m¨¢s importantes. Ganan adem¨¢s los ciudadanos, porque la expansi¨®n global de las energ¨ªas renovables podr¨ªan crear como m¨ªnimo unos 300.000 puestos de trabajo y como m¨¢ximo un mill¨®n de aqu¨ª al 2050 en pa¨ªses como Espa?a. Dicho de otra manera, con proyectos de este tipo se genera sostenibilidad medioambiental y econ¨®mica, pero tambi¨¦n social.
Una segunda medida es la diseminaci¨®n por Europa, y por el mundo a trav¨¦s de la acci¨®n exterior de nuestra presidencia, de las reglas que en Espa?a han gobernado los mercados financieros. Nadie duda en se?alar el ¨¦xito que la regulaci¨®n prudencial, pilotada por el Banco de Espa?a, ha tenido a la hora de amortiguar, cuando no de encapsular, nuestro mercado financiero de la crisis. Ello es especialmente meritorio teniendo en cuenta que si hay alg¨²n mercado que no se resista de verdad a la met¨¢fora de la globalizaci¨®n y de la interdependencia, ¨¦se es el mercado de capitales. Espa?a tiene una historia de ¨¦xito que contar a Europa en este terreno. Y el mundo estar¨ªa mejor si marcos regulatorios de este tipo se asumieran de manera colectiva.
Ganamos todos, en tercer lugar, si apostamos por medidas tendentes a la igualdad en el terreno socioecon¨®mico. Como se?alan Carlos Mulas y Gustavo Nombela en su excepcional trabajo sobre la remuneraci¨®n de los altos ejecutivos publicado por la Fundaci¨®n IDEAS, no es justo que los ejecutivos de grandes compa?¨ªas internacionales ganen, en algunos pa¨ªses, hasta ?240 veces m¨¢s! de lo que gana cualquier ciudadano normal. Pero adem¨¢s de subrayar la importancia de la igualdad en el terreno socioecon¨®mico, tambi¨¦n es importante que una presidencia socialdem¨®crata subraye el valor de la igualdad frente a los vientos revisionistas que est¨¢n soplando en algunas partes. En efecto, en ciertos pa¨ªses europeos se est¨¢ abogando a favor de que la socialdemocracia asuma parte del legado del populismo m¨¢s rancio entre sus apuestas fundamentales para gestionar la diversidad de nuestras sociedades, en particular el fen¨®meno de la inmigraci¨®n. La presidencia espa?ola de la UE puede ser el momento adecuado para mostrarles a nuestros socios comunitarios que hay otras maneras m¨¢s exitosas de gestionar la diversidad que no traicionen la esencia del proyecto socialdem¨®crata.
Si conseguimos una Europa m¨¢s sostenible en el ¨¢mbito social, econ¨®mico y medioambiental; si conseguimos introducir algo de control en los mercados financieros europeos y, a trav¨¦s de Europa, en los del mundo; si eliminamos algunas de las desigualdades m¨¢s sangrantes que la crisis econ¨®mica ha destapado, y si mostramos al mundo f¨®rmulas inclusivas de gesti¨®n de la diversidad, entonces los espa?oles habr¨¢n ganado con esta presidencia, y Europa, tambi¨¦n. Habremos dado un paso m¨¢s hacia el fin del trayecto, hacia esa Uni¨®n cada vez m¨¢s estrecha entre los pueblos de Europa.
Antonio Estella es profesor de Derecho de la Universidad Carlos III de Madrid.
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