"Lo bueno del sexo es que es gratis. ?Por qu¨¦ se paga?"
Emma Thompson baja a la cafeter¨ªa del hotel con el pelo electrizado. Son las ocho de la ma?ana o'clock y tiene una ristra de entrevistas por delante. De las de cuarto de hora por periodista, uno tras otro desfilando por delante preguntando lo mismo. Es un viaje rel¨¢mpago. Como en alg¨²n momento tiene que desayunar, conseguimos un poquito m¨¢s de tiempo para esta charla. La actriz brit¨¢nica, perfecta profesional de la comunicaci¨®n, aparece sonriente, encantadora, y esforz¨¢ndose por hablar un poco de espa?ol.
No est¨¢ en Madrid para promocionar ninguna pel¨ªcula sino para traer a la ciudad, gracias a la Fundaci¨®n Helen Bamber y el Ministerio de Igualdad, una exposici¨®n contra la trata de mujeres que ha visitado ya Londres, Viena y Nueva York: Journey. Un proyecto ideado por la actriz, de 50 a?os, que muestra a trav¨¦s de siete vagones con olores y sonidos el viaje funesto de una joven que sali¨® de Moldavia hacia Reino Unido con 19 a?os para acabar siendo explotada sexualmente y vendida en Londres por 500 libras.
La actriz trae a Madrid su lucha contra el tr¨¢fico de mujeres
Como los minutos escasean, el desayuno est¨¢ ya servido cuando llega la actriz: zumo de naranja, caf¨¦, leche y bollos variados. "Yo no como esas cosas", dice muy educadamente. Pide un espr¨¨sso y fruta fresca. Con un plato de mel¨®n y pi?a delante, empieza a hablar de inmediato. Tampoco quiere perder el tiempo.
"Como artista me dedico a contar historias, a comunicar emociones", explica. "En ese ¨¢mbito es donde puedo aportar algo y ¨¦se es el sentido de la exposici¨®n. Cuando conoc¨ª a Elena, la protagonista de la historia de Journey, una de las cosas que me dijo fue: 'Quiero que todo el mundo sepa durante cinco jodidos minutos lo que he sentido, lo que se siente'. Eso es lo que hemos pretendido. Que la gente se meta en su piel y no la juzgue; que las v¨ªctimas puedan dejar de sentir verg¨¹enza".
Es una activa militante. A trav¨¦s de una de las m¨²ltiples organizaciones de derechos humanos con las que colabora conoci¨® -y adopt¨® hace seis a?os- a un ex ni?o soldado, un chico ruand¨¦s de 16 a?os que hab¨ªa perdido a su familia en 1994. Y a trav¨¦s de la Fundaci¨®n Helen Bamber, dedicada a combatir las consecuencias psicol¨®gicas de la tortura, los campos de concentraci¨®n o el tr¨¢fico de seres humanos, lleg¨® a Elena.
La actriz usa sus dotes de extraordinaria oradora para hacer m¨¢s efectiva su denuncia social. "No puedo ni empezar a describir mi rabia", dice gesticulando. "Estas situaciones no son aceptables en el siglo XXI. Es necesario que la gente entienda lo que est¨¢ pasando y que despu¨¦s piense qu¨¦ se puede hacer. Yo pasaba cada d¨ªa por el sal¨®n de masajes donde trabajaba Elena. Ella ni sab¨ªa lo que era un cond¨®n cuando tuvo su primer cliente. No hablaba ingl¨¦s. Nunca hab¨ªa visto a un hombre desnudo ?No le pareci¨® raro a ¨¦l? ?No pens¨® que quiz¨¢ la chica no era libre? Pagar por acostarse con una v¨ªctima de trata es como cometer una violaci¨®n. Los clientes deben, al menos, estar alerta".
La actriz pide a los Gobiernos, como primer paso, un estudio sobre h¨¢bitos sexuales. "Hace falta saber por qu¨¦ pasan las cosas. Lo bueno del sexo es que es gratis. ?Por qu¨¦ tantos hombres pagan?". El tiempo pactado pasa r¨¢pido y otra periodista espera. Hay que marcharse. "No dejes de hablar con el psiquiatra de la fundaci¨®n", se despide. "?l te seguir¨¢ contando. Sabe mucho m¨¢s que yo".
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