El eureka para alumnos retrasados
Un proyecto de la Universidad de Granada integra a casi todos los alumnos gitanos y da un giro radical a las aulas de compensaci¨®n en Secundaria
En los centros de Secundaria existen unos grupos llamados de compensatoria. Son las aulas a las que van los alumnos con m¨¢s problemas curriculares y de convivencia. Estos grupos, ideados en los a?os sesenta en Estados Unidos con el prop¨®sito "dar m¨¢s al que menos tiene", como explica Marcelo Carmona, catedr¨¢tico de Psicolog¨ªa de la Universidad de Granada, en muchos casos se han convertido en una forma de "dar m¨¢s de lo mismo de lo que ya los ha hecho fracasar".
Los grupos de compensatoria son un lugar al que llegan ya desahuciados alumnos que generalmente provienen de un contexto sociocultural muy bajo. Son como una caja del tiempo, una lenta y ag¨®nica espera hasta que termina la educaci¨®n obligatoria para que cada uno pueda iniciar sus ocupaciones. Prueba de ello es que el grado de abandono escolar supera el 80% y los expedientes disciplinarios se multiplican.
Antes, uno de cada diez se incorporaba a Secundaria, ahora nueve de cada diez
Tras el ¨¦xito, la respuesta de las instituciones ha sido el silencio
Un proyecto de la Universidad de Granada, dirigido por la catedr¨¢tica de Ciencias de la Educaci¨®n, Leonor Buend¨ªa, ha logrado dar la vuelta a las fr¨ªas estad¨ªsticas de forma demoledora. "Cuando el equipo de Leonor lleg¨® al instituto el ¨ªndice de fracaso escolar en los grupos de compensatoria rondaba el 90%. Tras dos a?os de trabajo, la cifra es exactamente la contraria, nueve de cada 10 j¨®venes superan estos grupos y se incorporan a la Educaci¨®n Secundaria junto a sus compa?eros tras haber aprobado por m¨¦ritos propios primero y segundo de la ESO", explica Benito L¨®pez, director del Instituto Monte de los Infantes de Pinos Puente, un centro conflictivo lleno de c¨¢maras y que ha recurrido a la seguridad privada. "Tuvimos que pedir ayuda a la delegaci¨®n. Necesit¨¢bamos orientaci¨®n", se?ala el director, que considera el resultado del proyecto como "excelente".
"Lo primero que nos sorprendi¨® al llegar al centro fue que la totalidad de los alumnos que formaban parte de este grupo de compensatoria eran gitanos. El problema traspasaba los l¨ªmites educativos", explica Leonor Buend¨ªa. "Eran j¨®venes que ten¨ªan costumbres distintas, que no comprend¨ªan las normas, que necesitaban mucho m¨¢s apoyo y una mayor implicaci¨®n". Junto a la argentina Sonia Cristina Iguacel y a Mar¨ªa Jos¨¦ Olmo, que era la profesora del grupo, dio forma a un proyecto participativo que ha dado unos resultados inimaginables en los primeros d¨ªas.
"Primero tuvieron que ganarse su confianza. Fueron dos profesoras en el aula, atendiendo a la diversidad. Algunos d¨ªas se invitaba a los padres y a las familias de los chicos para que vieran la evoluci¨®n que hab¨ªan tenido sus hijos, para que apreciaran lo que hab¨ªan aprendido. Los padres, que eran muy reacios al principio, r¨¢pidamente se implicaron y se ilusionaron con el proyecto", recuerda entusiasmada.
A estas aulas de familia se sum¨® un sistema educativo que fue determinante. El trabajo se hac¨ªa por grupos, la escuela dejaba de ser una competici¨®n. "Si uno de ellos no llegaba a la meta todo el grupo fracasaba. Tuvieron que apoyarse y motivarse los unos a los otros, ilusionarse y trabajar duro para alcanzar objetivos".
Buena muestra del resultado de este trabajo son Jos¨¦ Antonio Carmona y Manuel Bustamante, que a sus 15 a?os integran el privilegiado grupo de "lentos" que logran superar la compensatoria. "Nos hab¨ªan metido ah¨ª y todos sab¨ªamos que no ¨ªbamos a tener el graduado nunca. No ten¨ªamos nivel", explican los j¨®venes.
"Nos explicaban todo con proyectores, est¨¢bamos m¨¢s horas que el resto, estaban muy encima de nosotros, si falt¨¢bamos hablaban con nuestros padres, nos ense?aron a hablar en p¨²blico...". Pese a su juventud, son conscientes de que tienen una deuda con sus dos profesoras. "Queremos hacer un m¨®dulo de chapa y pintura o de mantenimiento de veh¨ªculos, si lo conseguimos ser¨¢ gracias a ellas". Ahora se sienten completamente adaptados con sus compa?eros. "Somos amigos de todo el mundo, es cierto que vamos un poco retrasados en matem¨¢ticas y que nos cuesta m¨¢s trabajo, pero vamos a aprobar todo", explican ilusionados.
Tras comprobar el ¨¦xito de la iniciativa, la respuesta por parte de las instituciones ha sido el silencio. Despu¨¦s de dos a?os de trabajo, Iguacel desisti¨®. Acud¨ªa cada d¨ªa a Pinos Puente para dar varias horas de clase junto a Olmo y nunca cobr¨® ni un euro. Tampoco los directores del proyecto, que trabajaron con las familias e invirtieron mucho tiempo en la investigaci¨®n. "Estos proyectos son voluntarios, las instituciones no invierten en ellos. Es una l¨¢stima, porque lo que se ha conseguido con esos j¨®venes ha podido cambiarles la vida", explica Marcelo Carmona. Mientras, las aulas est¨¢n llenas de pantallas planas de ordenador en un centro con problemas de convivencia al que muchos j¨®venes van a firmar su acta de defunci¨®n acad¨¦mica.
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