La arrogancia de Kobe Bryant
Una de las historias que contaba al inicio de mi primer libro era sobre Kobe Bryant. En pocas palabras, se resum¨ªa as¨ª: Bryant me resultaba insufrible y, si hubiera tenido tiempo para reflexionar m¨¢s sobre el tema, habr¨ªa concluido que el no estar ya cerca de ¨¦l era un rayo de esperanza suficiente en medio de los nubarrones que desataban los Lakers.
Desde la publicaci¨®n de dicho libro, mis sentimientos sobre Bryant han salido a relucir a menudo en entrevistas. Muchos de los que leyeron esa historia pensaban que estaba siendo sensacionalista, que atacaba a Kobe porque ayudar¨ªa a vender libros. Pero la verdad es que no me gustaba nada por aquel entonces y sigue sin gustarme m¨¢s ahora.
HISTORIAS DE UN T?O ALTO
Hace algunos d¨ªas vi por casualidad el final del enfrentamiento en Los ?ngeles de los Lakers con los Heat de Miami. As¨ª que estaba mirando cuando Bryant meti¨® un triple desequilibrado y en carrera a una distancia de 10 metros y gan¨® el encuentro. Eso significa que tambi¨¦n estaba mirando dos segundos despu¨¦s, cuando empez¨® el numerito de Kobe: la cara de pocos amigos, la mand¨ªbula desencajada y los aires de satisfacci¨®n triunfante. Tuve que contenerme para no tirar el mando a distancia contra la pantalla.
En circunstancias normales de Bryant ganando un partido, es posible que me hubiera picado por verle meter una canasta en el ¨²ltimo segundo, pero no querr¨ªa cargarme la televisi¨®n. Esta vez era distinto. La falta de humildad, de humanidad, de elegancia, me cabre¨® profundamente. No porque los Lakers hubieran ganado y ni siquiera porque Bryant fuera el responsable. Estaba furioso porque, por lo visto, ¨¦l no se daba cuenta (en ese momento) de que su tiro habr¨ªa tenido las mismas probabilidades de entrar si le hubiera dado con el pie. ?C¨®mo le puede gustar a la gente esta persona?
No hay muchas cosas que me mantengan interesado en ver baloncesto. Sencillamente, he visto demasiado. Uno de los pocos placeres que me quedan es saber que, durante un partido de baloncesto, el p¨²blico puede aprender cosas sobre la persona que est¨¢ dentro del jugador simplemente viendo c¨®mo se comporta en el campo.
Por lo tanto, cualquier persona que estuviera viendo el partido de los Lakers esa noche podr¨ªa haber aprendido muchas cosas sobre Kobe Bryant. Lo que me sorprende es que, aunque millones de personas le vean, a muchos les sigue gustando.
Me he dado cuenta de que este p¨²blico est¨¢ muy mal preparado para un ataque contra Kobe Bryant. O, ya puestos, contra cualquiera de los Lakers. El equipo contra el que estoy arremetiendo es su equipo adoptado. As¨ª que no voy a pedirles que deje de gustarles. Lo que s¨ª que les pedir¨ªa es que consideren lo que implica que les guste Kobe Bryant. Porque, que yo sepa, implica la glorificaci¨®n del ego¨ªsmo, la arrogancia y la groser¨ªa. Y, aunque no soy soci¨®logo, no creo que la celebraci¨®n de estas caracter¨ªsticas vaya a hacer que nuestro planeta sea mejor.
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