Frenar los excesos
La limitaci¨®n de los sobresueldos de los banqueros fortalece el control del sistema financiero
Esta larga crisis tuvo su origen en malas pr¨¢cticas de bancos y supervisores financieros. A medida que se extend¨ªa el contagio desde el mercado hipotecario estadounidense se revelaban anomal¨ªas que iban m¨¢s all¨¢ de una insuficiente gesti¨®n de riesgos, no s¨®lo en aquel pa¨ªs, sino en otros sistemas financieros. Los gobiernos de la mayor¨ªa de los pa¨ªses de la OCDE est¨¢n destinando mucho dinero de los contribuyentes para paliar algunas de las m¨¢s graves consecuencias de aquellos errores. En EE UU y Reino Unido las autoridades se vieron obligadas a nacionalizar una parte considerable de activos bancarios y de compa?¨ªas de seguros.
Mientras, las remuneraciones de algunos banqueros segu¨ªan rozando la obscenidad. En algunos casos, los responsables de entidades que hab¨ªan recibido fondos p¨²blicos abonaban a sus directivos compensaciones extraordinarias. M¨¢s de dos a?os despu¨¦s, el desempleo ha alcanzado en la mayor¨ªa de las econom¨ªas tasas con pocos precedentes, que est¨¢n empujando el d¨¦ficit y la deuda p¨²blica a niveles muy elevados. El funcionamiento de los mercados de cr¨¦dito en muchos pa¨ªses est¨¢ lejos de estar normalizado.
Ante un cuadro tal, es razonable que las autoridades brit¨¢nicas, estadounidenses e incluso las francesas, entre otras, intenten limitar, sobre todo mediante impuestos relativamente elevados, la cuant¨ªa efectiva de esas remuneraciones excepcionales. Hasta el m¨¢s importante lobby bancario del mundo, el Institute of International Finance, con sede en Washington, ha comprendido esas reacciones y se ha limitado a sugerir cierta coordinaci¨®n entre los principales reguladores del mundo en la definici¨®n de esos l¨ªmites cuantitativos sobre las primas y los sobresueldos de los directivos.
Controlar esas compensaciones es lo m¨ªnimo que puede hacerse si la propia industria de servicios financieros quiere volver a disponer de la legitimidad necesaria. Esas limitaciones han de formar parte de esas otras decisiones reguladoras tendentes a fortalecer el control de un tipo de entidades que con sus errores pueden sacrificar el bienestar de millones de personas en todo el mundo. Har¨ªan bien todos los reguladores no s¨®lo en apoyar esta iniciativa, sino en trabajar para evitar todo tipo de pr¨¢cticas distantes del juego limpio en el sector bajo su supervisi¨®n. Y hacerlo con la misma insistencia con que algunos de ellos reclaman ahora reformas laborales o reducci¨®n del gasto p¨²blico.
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