El rumbo de la Academia
El s¨¢bado pasado fue un buen d¨ªa para la cultura gallega. En Santiago actuaba Jello Biafra, el l¨ªder de los m¨ªticos Dead Kennedys, que conserva toda su iron¨ªa radical a los 52 a?os. La misma edad y actitud con la que, en A Coru?a, Manuel Rivas entraba en la Real Academia Galega (RAG), con un vibrante (lo emotivo no quita lo ¨¦pico) discurso en el que citaba a Patti Smith para reivindicar la necesidad de tener una estrecha y afectuosa relaci¨®n con el futuro. Adem¨¢s de estas dos peque?as muestras de cosmopolitismo -que menciono con la sola intenci¨®n de satisfacer a esos cronistas mundanos que, por ejemplo, salivan con la arribada de las compa?¨ªas madrile?as en bolos por provincias y arrumban lo que aqu¨ª se hace bajo la etiqueta de teatro gallego- lo que se evidenci¨® el s¨¢bado fue que la cultura de Galicia es, en palabras del nuevo acad¨¦mico, como una dorna acostumbrada a navegar a la intemperie y a capear temporales. Tambi¨¦n revel¨® el extra?o caso de una instituci¨®n que se empe?a en cumplir su cometido. Y, como acto social, sirvi¨® para que algunos se retratasen.
La Academia no debe ir mal si su actividad deriva en grupos de 'facebook' que apoyan a un candidato
Empezando por el acto, hab¨ªa tantos asistentes que Rivas podr¨ªa haberse cuestionado, como Lady Nancy Witcher, vizcondesa Astor, al despertarse en su lecho de muerte y ver tanta gente reunida alrededor: "?Me estoy muriendo o es mi cumplea?os?". Eran muchos y variados, y no dej¨® de sorprender gratamente (lo cort¨¦s no quita lo valiente) la presencia de muchas fuerzas vivas, desde financieros como Jos¨¦ Luis M¨¦ndez hasta altos cargos de la Xunta a la que Rivas ha criticado sin duelo, como Roberto Varela y Alfonso Cabaleiro (que imagino que pasaron los 90 minutos del discurso con el alma en vilo esperando los mandobles). Tampoco deja de sorprender, en este caso para mal (aunque lo sorprendente no quita lo transparente) el hecho de que a la toma de posesi¨®n del m¨¢s internacional de los escritores coru?eses, autor de una gran novela cuyo protagonista es la propia ciudad, no asistiera ni su alcalde ni nadie del grupo pol¨ªtico que la ha gobernado en toda nuestra memoria reciente. En fin, miserias.
En cuesti¨®n de merecimientos, casi todo es debatible. El escritor Roberto Bola?o justificaba la presencia de P¨¦rez Reverte en la Academia Espa?ola con la de Paulo Coelho en la de Brasil. Aqu¨ª nadie discutir¨¢ la val¨ªa de Rivas para ser uno de los 30 de la RAG, aunque haya otros candidatos con parecidos m¨¦ritos (no con m¨¢s). Sin embargo, la decisi¨®n de nuestra Academia no es s¨®lo una apuesta por la calidad literaria o humana, sino por el compromiso con la contemporaneidad de la instituci¨®n y, por opuesto que parezca, sin serlo, con su esencia. Es una de las dos muestras, en este caso no peque?as, del rumbo que ha tomado.
La otra es la probable elecci¨®n de Xos¨¦ Luis M¨¦ndez Ferr¨ªn como presidente. Si la designaci¨®n de Rivas fue objeto de una inicial conspiraci¨®n del silencio, rota con la epifan¨ªa del s¨¢bado, la candidatura de Ferr¨ªn ha causado en algunos ¨¢mbitos la misma reacci¨®n que un improbable concierto de Marilyn Manson en un congreso de la Adoraci¨®n Nocturna. Al parecer era asumible que Galicia fuese gobernada por el ex ministro de una dictadura durante 16 de sus 28 a?os de existencia como comunidad aut¨®noma, pero no lo es que un comunista e independentista encabece una instituci¨®n cultural. Quiz¨¢s los estatutos de la Academia deber¨ªan especificar qu¨¦ ideolog¨ªas son compatibles con la presidencia.
Rivas y Ferr¨ªn, sin ser lo mismo, no son una casualidad. Son la continuidad de un largo proceso que se ha ido concretando en los ¨²ltimos nombramientos y revelado en la llamada de atenci¨®n de Xos¨¦ Ram¨®n Barreiro a Alberto N¨²?ez Feij¨®o en Celanova. Otra cosa es que sorprenda al pensamiento con vocaci¨®n de ¨²nico, ocupado en cambiar gobiernos y reconducir las decisiones econ¨®micas, al que la Academia tanto le ha dado, fuese para criticar su labor o para denunciar la precariedad a la que la tienen condenada las administraciones. Claro que una instituci¨®n que asuma su cometido no deja de ser un caso raro en el contexto actual de responsables de sanidad m¨¢s preocupados por la salud espiritual de los administrados que por la corporal, encargados de la cultura que desconf¨ªan de los creadores y un Gobierno auton¨®mo empe?ado en bajar su perfil pol¨ªtico y el del pa¨ªs. O en el contexto tradicional de que nuestras ¨¦lites sean muy caladi?as, en palabras de Rivas.
Y el proceso no debe de ir mal cuando la habitualmente discreta actividad de la RAG deriva en tomas de posesi¨®n multitudinarias y en grupos de facebook que apoyan candidaturas a la presidencia. Quiz¨¢ sea porque, como escribi¨® Ryszard Kapuscinski, un pueblo desprovisto de Estado busca salvaci¨®n en los s¨ªmbolos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.