"Inventar para pobres es mejor que hacer iPods"
Este inventor de 15 a?os fue educado sin pisar la escuela. En su casa
Cuando derramaba el zumo de naranja por el suelo de casa y su madre le ordenaba limpiarlo, optaba por acoplarle un motor y una esponja a un peque?o robot fabricado con mu?ecos en vez de ensuciarse las manos. Con 15 insultantes a?os, ya puede presumir de haber imaginado un sistema a base de algas cuyo prop¨®sito es nada menos que satisfacer todo tipo de necesidades humanas, desde energ¨¦ticas hasta alimentarias, en zonas del planeta que siguen esperando la llegada del progreso. "Me gusta inventar cosas", afirma sin m¨¢s el estadounidense Javier Fern¨¢ndez-Han, ganador del concurso Invent your world challenge para j¨®venes talentos.
El galard¨®n le fue concedido por la Fundaci¨®n Lemelson -lleva el nombre de Jerome Lemelson, uno de los inventores m¨¢s prol¨ªficos de EE UU- y la ONG Ashoka, dedicada a respaldar a emprendedores sociales. M¨¢s de un veintea?ero se habr¨¢ arrancado los pelos al ver que perdi¨® frente a un joven que a¨²n no se afeita el bigote. "Ayudar a los pobres puede ser muy rentable", dice, mientras agita su chocolate con leche como si en ¨¦l hubiese alguna idea de provecho. El sistema que le vali¨® el premio es lo que se podr¨ªa llamar un mecanismo autoalimentado: combina una decena de tecnolog¨ªas para crear un sistema que genera biocombustibles, trata residuos y algas comestibles, todo de forma sostenible. "Me gusta pensar en cosas que ayuden a los pobres. Es m¨¢s interesante que hacer iPods para los ricos", explica Fern¨¢ndez-Han.
Este inventor de 15 a?os fue educado sin pisar la escuela. En su casa
Viene con poca hambre -no toca la fruta- y con la lecci¨®n aprendida. Su familia es, cuando menos, peculiar. Su madre, de origen mexicana, y su padre, taiwan¨¦s, se conocieron en la prestigiosa Universidad de Brown (Rhode Island). Optaron por educarle en casa, convencidos de que la escuela frenar¨ªa su potencial. Su madre, Mar¨ªa Teresa, relata c¨®mo su otro hijo, Fabi¨¢n, est¨¢ m¨¢s centrado en las finanzas, pendiente todo el tiempo de la Bolsa -"Una vez me despert¨® a medianoche: '?Mam¨¢, tengo que comprar acciones de Apple ya!"-. Los padres, que parecen haber planeado una ambiciosa vida familiar -incluso cambiaron el orden de los apellidos de sus hijos porque sonaba mejor as¨ª-, explican que educarles en casa permite que se centren en sus pasiones. "Adem¨¢s, son complementarios: el primero podr¨ªa dedicarse a inventar y el segundo a buscar la financiaci¨®n", precisa Peter, el padre.
Javier quiere ir a Stanford y ya tiene tarjeta de visita. Uno se pregunta si no va demasiado r¨¢pido, si la infancia para ¨¦l no ha sido m¨¢s que un mero tr¨¢mite que solventar cuanto antes para llegar a la parte adulta. "Me han educado de una manera distinta, pero hago lo que me gusta", dice minutos antes de que su padre, oy¨¦ndole toser y siguiendo de lejos la entrevista en una mesa de al lado, le traiga un vaso de agua. ?Cree que la vida normal de los j¨®venes de su edad es aburrida? ?No echa en falta hacer tonter¨ªas en el recreo con los amigos? "Tengo muchos amigos implicados en mi ONG, Inventores sin Fronteras. La gente de mi edad podr¨ªa hacer m¨¢s, pero no saben cu¨¢les son sus pasiones".
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