Haidar regresa

La activista saharaui Aminetu Haidar est¨¢ ya de regreso a su casa en El Aai¨²n. Era la ¨²nica salida aceptable para una crisis que tuvo como origen una decisi¨®n inicua del Gobierno marroqu¨ª y una colaboraci¨®n del espa?ol sobre la que a¨²n siguen pesando algunas sombras. Tras m¨¢s de un mes en huelga de hambre, la vida de Haidar empezaba a correr serio peligro y es por ello un alivio que este episodio, que ha mostrado la debilidad de las bases de las relaciones entre Espa?a y Marruecos, no haya terminado en tragedia. Pero el simple hecho de haber logrado un desenlace sin consecuencias irreversibles para la vida de una persona, aunque con posibles secuelas para su salud, no significa que, desde el punto de vista pol¨ªtico y diplom¨¢tico, las cosas vayan a continuar como si nada hubiera sucedido.

Marruecos ha deteriorado gravemente la credibilidad de su propuesta de autonom¨ªa para el S¨¢hara. Con el trato dispensado a Haidar, a quien ha aplicado un castigo brutal y sin proporci¨®n alguna con la acci¨®n inicial de la activista, adem¨¢s de adoptado sin intervenci¨®n judicial y contraviniendo los derechos humanos, ha dejado patente que la represi¨®n sigue formando parte de los m¨¦todos para tratar a los saharauis. Y ha vuelto a situar la cuesti¨®n del S¨¢hara en la agenda internacional, donde languidec¨ªa despu¨¦s de fracasar los intentos de soluci¨®n llevados a cabo por algunos de los m¨¢s comprometidos enviados internacionales, como James Baker.

Los puntos de vista de Marruecos sobre el S¨¢hara salen en peor posici¨®n despu¨¦s del injustificable atropello cometido con Haidar, y tardar¨¢ tiempo en lograr, si es que lo logra, reconstruir una m¨ªnima compresi¨®n internacional.

Pero tampoco la diplomacia espa?ola, en particular el ministro Moratinos, sale indemne del trance. En la esfera internacional, Espa?a se ha visto forzada una vez m¨¢s a involucrar a algunos de sus principales socios y aliados en la soluci¨®n de un contencioso con Marruecos, mostrando su incapacidad para gestionar por sus propios medios y con solvencia la estabilidad de una regi¨®n crucial como es el Magreb. Las dudas sobre el papel del Gobierno espa?ol en el origen de la crisis no hacen sino reforzar la creciente convicci¨®n internacional de que los asuntos entre Espa?a y Marruecos deben ser tratados como bilaterales, con lo que nuestro pa¨ªs corre el riesgo de ser progresivamente percibido, no como parte de la soluci¨®n, sino del problema.

A lo largo de un mes, el ministro Moratinos ocult¨® un dato trascendental: que fue informado por su colega marroqu¨ª de la deportaci¨®n de Haidar. Al reconocerlo ahora, deja en evidencia las declaraciones del presidente del Gobierno, la vicepresidenta primera y el ministro del Interior. Si con la informaci¨®n de la que dispon¨ªa, el ministro de Asuntos Exteriores no hizo nada, entonces provoc¨® por omisi¨®n el contencioso; si lo hizo, convirti¨® a Espa?a en c¨®mplice del atropello.