Haidar: efectos pol¨ªticos

La comunidad internacional ha acogido con satisfacci¨®n el desenlace de la crisis que manten¨ªa en el aeropuerto de Lanzarote a la activista saharaui de derechos humanos Aminetu Haidar. El alto n¨²mero de comunicados oficiales emitidos desde diversas capitales de todo el mundo demuestra que Marruecos cometi¨® un grave error pol¨ªtico, adem¨¢s de un atropello contra los derechos humanos, en los que el papel de Espa?a ha quedado en entredicho por la actuaci¨®n, a¨²n confusamente explicada, del ministro Moratinos. Rabat s¨®lo pareci¨® tomar conciencia en los ¨²ltimos d¨ªas de que su indiferencia hacia la suerte de Haidar, en huelga de hambre durante un mes, iba traduci¨¦ndose en un progresivo descr¨¦dito de su posici¨®n sobre el S¨¢hara, y de ah¨ª que haya aceptado finalmente el retorno de la activista.

A juzgar por los comunicados emitidos por los Gobiernos m¨¢s activos en la b¨²squeda de una soluci¨®n (Francia y Estados Unidos, adem¨¢s de Espa?a), Rabat ha querido revertir los efectos pol¨ªticos de la crisis cuando empezaban a alcanzar proporciones inasumibles para sus intereses. De ah¨ª que, en aras de una soluci¨®n que evitase el fallecimiento de Haidar, los comunicados de los Gobiernos espa?ol y franc¨¦s hayan accedido a hacer el elogio de un r¨¦gimen que no lo merece en lo que respecta a este caso, y puede que tampoco en la marcha general de la democratizaci¨®n y el respeto a los derechos humanos. Los proyectos modernizadores de Mohamed VI parecen pertenecer m¨¢s a los buenos prop¨®sitos del pasado que a una voluntad pol¨ªtica actual, como lo prueban los retrocesos en la libertad de prensa y el endurecimiento de la represi¨®n contra los saharauis y el conjunto de la poblaci¨®n.

Espa?a y Francia tambi¨¦n han coincidido en realizar un equ¨ªvoco reconocimiento sobre la aplicaci¨®n del derecho marroqu¨ª en el territorio del S¨¢hara. Es obvio que se trata de una concesi¨®n pol¨ªtica a Rabat para que accediese al retorno de Haidar. Pero no es seguro, desde el punto de vista de la legalidad internacional, que Marruecos pueda extender sin m¨¢s su ordenamiento al S¨¢hara, un territorio del que tom¨® posesi¨®n en 1975 y que tiene pendiente el ejercicio de la autodeterminaci¨®n. Y tampoco es enteramente cierto que, pese a todo, est¨¦ aplicando su ley, si es as¨ª como se quieren interpretar los comunicados de Espa?a y Francia: en este momento siguen existiendo normas espec¨ªficas que restringen los derechos de los saharauis con respecto a los de los marroqu¨ªes.

La secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, ha hecho p¨²blica, por su parte, una declaraci¨®n menos comprometida que las de Madrid y Par¨ªs, insistiendo en la v¨ªa autonomista como soluci¨®n al problema del S¨¢hara. El mayor coste para Rabat de esta crisis es el descr¨¦dito de esa salida: para que resultara cre¨ªble ser¨ªan necesarios avances inequ¨ªvocos en la democratizaci¨®n del r¨¦gimen. Exactamente lo contrario de cuanto estos d¨ªas ha quedado al descubierto.