El placer del chocolate
Comer chocolate es como ver Los bingueros, La ciudad no es para m¨ª o cualquier otro t¨ªtulo cumbre de la cinematograf¨ªa carpetovet¨®nica: algo tranquilizador, casi terap¨¦utico. Nada malo te puede pasar mientras lo haces. M¨¢s que propiedades, lo que el chocolate tiene son bondades. Aunque ¨¦stas se muevan entre la realidad y la supercher¨ªa. No es verdad que engorde. Ni que provoque erupciones acneicas. Tampoco que cree adicci¨®n. O que tenga propiedades afrodisiacas. S¨ª son ciertas, en cambio, las capacidades bals¨¢micas que se le atribuyen en cuestiones cardiovasculares. Y en lo que a los menesteres menos prosaicos propios del coraz¨®n se refiere, casi que tambi¨¦n. "Su ingesta es beneficiosa para la tensi¨®n arterial, pues eleva los niveles de antioxidantes en la sangre. Y es un buen remedio para el mal de amores, ya que genera en el cerebro una sustancia relacionada con la serotonina, la hormona responsable de la sensaci¨®n de felicidad", confirma Francesc Gil, director del Museo del Chocolate de Barcelona.
Sigue siendo un producto del d¨ªa a d¨ªa, familiar y biempensante. Un alimento de gran consumo. Cercano
Del mito al rito. Seg¨²n el ¨²ltimo estudio elaborado por Chocao (asociaci¨®n espa?ola de fabricantes de chocolate y derivados del cacao), el paladar patrio es un paladar de costumbres. Aqu¨ª comemos chocolate por tradici¨®n. Nos pesa m¨¢s que el placer. Somos de la hora del desayuno y de la hora de la merienda. As¨ª como de las fiestas de guardar. Cuando toca. "Para los espa?oles, tan importante es el momento del d¨ªa como las ocasiones a lo largo del a?o. Por eso, cuando les preguntamos, un 54% tiene claro que el chocolate es imprescindible en Navidad, seguida de los cumplea?os (21%), y las bodas, bautizos y comuniones (15%). Quiz¨¢ el dato m¨¢s revelador que arroja este estudio es el papel socializador que juega. Un 93% de los encuestados declara que realiza su consumo en compa?¨ªa de otras personas y s¨®lo un 21% lo hace a solas. Un consumo que se traduce en 3,2 kilos por persona y a?o", informan con la cadencia de una letan¨ªa desde Chocao. Nada que no pudi¨¦semos imaginarnos.
Espa?a no es Ghana ni Ecuador, pero parece Suiza. Aqu¨ª no se cultiva cacao, pero se produce chocolate. Unos 175 millones de toneladas anuales, por un valor de 933 millones de euros. El mercado espa?ol no boquea a pesar de la coyuntura. Seg¨²n datos del ¨ªndice Nielsen, cerr¨® el ejercicio 2008 con un incremento del 6,6% respecto al a?o anterior. "En este contexto econ¨®mico, la categor¨ªa de chocolates escenifica mejor que ninguna que el placer de darse un capricho es algo a lo que pocos quieren renunciar", dicen desde la revista especializada en alimentaci¨®n Sweet Press. "Si no tienen pan, que coman pasteles", dijo Mar¨ªa Antonieta (o c¨®mo convertir el dulce en un sarcasmo). "A nosotros, lo que nos preocupa como sector es la subida del precio del cacao y la manteca. Eso, unido al de otras materias primas, envases y embalajes, hace que nos enfrentemos a un importante aumento de costes. En general, todo el sector de la alimentaci¨®n est¨¢ acusando un aumento de precios que ya no es c¨ªclico, sino estructural", explica Xavier Coll, presidente de Chocao. Y contin¨²a: "Esto acabar¨¢ traslad¨¢ndose al precio del producto final".
Concentraci¨®n. ?se es el rasgo principal que caracteriza al tejido espa?ol de las empresas fabricantes y comercializadoras de chocolate y derivados del cacao. La mayor parte de grupos que operan aqu¨ª son filiales de compa?¨ªas multinacionales que controlan toda la cadena productiva. Adquieren el cacao y llevan a cabo el proceso de transformaci¨®n. "Aunque en los ¨²ltimos a?os hayan proliferado marcas y comercios chocolateros donde prima lo artesanal, como la catalana Xocoa", puntualiza el director del Museo del Chocolate. Las 39 empresas que forman parte de Chocoa representan en torno al 90% de este mercado, siendo los cinco primeros operadores Nestl¨¦, Ferrero, Nutrexpa, Kraft Foods y Lindt.
Una de cada cuatro tabletas de chocolate con leche consumidas en Espa?a es de Nestl¨¦. Un marca unida con el pegamento del sentimentalismo a la historia de la nutrici¨®n. Sus esl¨®ganes publicitarios ("Un gran vaso de leche en cada tableta"), patrocinio de programas radiof¨®nicos (Vosotras o Caf¨¦ y concierto), promociones como la de la colecci¨®n de cromos Los viajes de Ulises (1962) o la del sueldo Nescaf¨¦ para toda la vida hacen de Nestl¨¦ una marca que aspira a reconfortar al consumidor.
"La" Nestl¨¦. As¨ª llaman los vecinos de La Penilla (Cantabria) a la f¨¢brica fundada en 1905 con la que la empresa suiza desembarc¨® en Espa?a. Su tarjeta de presentaci¨®n fue la harina lacteada, una papilla con una capacidad comparable a la de una competente nodriza para conseguir beb¨¦s hermosos y robustos. En una ¨¦poca de inclusas y exp¨®sitos, este producto no tard¨® en ser asimilado por las raqu¨ªticas ollas espa?olas -como a partir de 1944 lo har¨ªa la leche en polvo Pelarg¨®n, macabro marchamo generacional para los ni?os alimentados durante la posguerra-. Las tabletas de chocolate llegaron despu¨¦s, en 1925. Las ¨²nicas del mundo fabricadas con leche condensada.
180.500 metros de superficie. 787 trabajadores. Con sus edificios de aspecto alpino (a¨²n se conservan algunas de las casas donde se alojaban los obreros durante los primeros a?os), la f¨¢brica de La Penilla juega a estar en Suiza. El paralelismo fue buscado. "Se intent¨® recrear esa postal. Por aqu¨ª pasaban los suizos que ven¨ªan a aprender el idioma de camino a Suram¨¦rica", cuenta Ulpiano Garc¨ªa, su actual director. Garc¨ªa dirige un centro de trabajo amable. Una f¨¢brica tan acogedora como el ¨²tero materno. Pero una f¨¢brica del sector de la alimentaci¨®n al fin y al cabo. Ruidosa y calurosa. Donde las medidas higi¨¦nicas obligan a vestir un menos que poco favorecedor atuendo: bata blanca, patucos y gorro de papel. Y donde, contrariamente a lo que pueda pensarse, no huele bien. El olor que se mete hasta la pituitaria es unas veces ¨¢cido y otras amargo, pero nunca dulce. No, esto no es Charlie y la f¨¢brica de chocolate, de Roald Dahl.
En La Penilla, el cacao recorre toda la distancia que separa al saco de habas de la Caja Roja. El volumen asciende a 34.000 toneladas anuales de chocolate, de las que el 30% se destina a la exportaci¨®n. El chorro cae, llena los moldes y, tras el secado, se desmoldan las peque?as piezas lustrosas. Un solo defecto (una esquina rota o una breve grieta en la base) y el bomb¨®n es descartado. Las manos adiestradas en su colocaci¨®n trabajan a toda velocidad. Uno de chocolate negro, otro relleno de licor... Uno a uno conforman el surtido emblema de la marca. "El espa?ol es muy tradicional. Le gusta el pralin¨¦. Hace unos a?os introdujimos unos bombones algo m¨¢s sofisticados en la Caja Roja y tuvimos que eliminarlos porque no llegaron a gustar del todo", cuenta Garc¨ªa.
Por mucho que se haya reinventado como capricho para adultos de la mano de las tendencias est¨¦ticas y culinarias, la significaci¨®n del chocolate no se ha visto (tan) alterada. Sigue siendo un producto del d¨ªa a d¨ªa, familiar y biempensante. Un alimento de gran consumo que tiene eso que nos gusta tanto en este pa¨ªs y que se llama "cercan¨ªa".
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