Esos blancos de Sacramento
Hace varias noches, durante la cena, mir¨¦ por encima de mi grupo de amigos y vi a los Kings de Sacramento en la televisi¨®n. Cuando mi hermano vio a Omri Casspi dando saltos por la cancha, coment¨®: "Anda, mira a Stojakovic. Se est¨¢ moviendo muy bien". Para que vean el tiempo que ha pasado desde que los Kings a) eran relevantes y b) sal¨ªan en televisi¨®n. La gente sigue pensando que Peja Stojakovic juega en los Kings de Sacramento.
Pero esto es, en general, comprensible. Los Kings de Sacramento llevan sin ser importantes desde los d¨ªas de Stojakovic y Divac. As¨ª que no es de extra?ar que no los hayamos visto jugar por televisi¨®n.
Al cabo de unos minutos, me di cuenta de que, al no ver a los Kings, hab¨ªa estado perdi¨¦ndome cosas. El equipo, entrenado por Paul Westphal, un t¨¦cnico centrado en la labor ofensiva, juega una forma entretenida de baloncesto que probablemente animar¨ªa a la gente a ver la NBA si esa gente tuviera alguna vez esa posibilidad. Pero no es por eso por lo que me gust¨® verlos. Mis razones son posiblemente insidiosas, pero, creo yo, perfectamente normales. En el ¨²ltimo cuarto volv¨ª a mirar y vi una alineaci¨®n que inclu¨ªa a Beno Udrih, Sergio Rodr¨ªguez, Andr¨¦s Nocioni, Casspi y Spencer Hawes. En otras palabras, un esloveno, un espa?ol, un argentino, un israel¨ª y un estadounidense grande y blanco. Los cinco jugadores de la cancha hicieron que quisiera que ganara Sacramento y parte de la raz¨®n es que todos se parec¨ªan a m¨ª.
Cuando veo un mont¨®n de rostros p¨¢lidos, tiendo a querer que jueguen bien
?ste es un tema que, por lo general, es mejor no abordar, pero yo no puedo evitar pensar que es importante. La cuesti¨®n, creo yo, es ¨¦sta: ?Mi reacci¨®n est¨¢ bien o es inherentemente racista y reprensible? Pienso que es un poquito de las dos cosas. Considero que estamos hechos para animar a la gente que es como nosotros. Si el espa?ol medio hubiera estado viendo el partido, es probable que habr¨ªa querido que Sergio Rodr¨ªguez jugara bien porque puede identificarse con Rodr¨ªguez.
Del mismo modo, un negro que viera el mismo partido de los Kings probablemente animar¨ªa a Tyreke Evans cuando ese jugador saltara a la cancha.
Y yo, cuando veo un mont¨®n de rostros p¨¢lidos corriendo de un lado a otro de la pista, tiendo a querer que jueguen bien, aunque s¨¦ que mi reacci¨®n no es necesariamente ilustrada o ¨²til.
El problema, tal y como yo lo veo, no es la reacci¨®n o la falta de objetividad a la hora de animar. El problema es nuestra reticencia a hablar del tema. Nos ense?an a reprimir estos sentimientos. Creo, y firmemente, que nuestra supresi¨®n del debate hace que las cosas sean a¨²n peores. Si fu¨¦ramos capaces de hablar sobre nuestro instinto de animar al t¨ªo que se parece a nosotros, aunque ese t¨ªo pueda ser de Israel, ser¨ªamos capaces de re¨ªrnos de ello y, a lo mejor, darnos cuenta de nuestro error.
Quiz¨¢s esto sea posible en Espa?a. Pero no en Estados Unidos. Y ¨¦sa es en parte la raz¨®n por la que los Kings nunca salen en la televisi¨®n. Si alguien dijera que le gustan los Kings ahora, lo m¨¢s probable es que le tildaran de racista.
Madre m¨ªa, hasta qu¨¦ punto hemos llegado.
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