La elefantiasis del Estado ni?era
Hay un nuevo organismo del Gobierno brit¨¢nico cuya supuesta tarea es investigar a uno de cada cuatro ciudadanos para ver si somos posibles maltratadores de ni?os. Existen mejores formas de lograr el equilibrio entre la libertad y la seguridad.
Creo que el Gobierno brit¨¢nico no ha hecho lo suficiente en sus esfuerzos para proteger a nuestros ni?os. No basta con que la reci¨¦n creada Autoridad Independiente de Salvaguardia investigue a todos los adultos que tengan contacto habitual con ni?os fuera de casa. Como es sabido, la mayor¨ªa de los casos de maltratos infantiles se producen dentro de la familia o a manos de amigos de la familia. Por consiguiente, el Estado necesita entrar en los hogares para garantizar la absoluta seguridad de cada ni?o.
El Gobierno brit¨¢nico ha dado al problema de la pedofilia una soluci¨®n mala y burocr¨¢tica
Hay que educar a los ni?os para que puedan juzgar por s¨ª mismos
Por suerte, gracias a la exhaustiva y pionera labor de seguridad llevada a cabo por el Gobierno de Tony Blair y por la polic¨ªa metropolitana bajo su antiguo jefe Ian Blair, ahora podemos poner en pr¨¢ctica una excelente propuesta hecha hace unos a?os por el analista pol¨ªtico Eric Blair. ?ste sugiri¨®, adelant¨¢ndose a su tiempo, que el Estado instalara c¨¢maras ocultas de funcionamiento permanente en cada hogar, para vigilar la aparici¨®n de cualquier indicio de comportamiento desviado y cortarlas de ra¨ªz. Las llam¨® "telepantallas".
Sin embargo, los expertos en protecci¨®n infantil se?alan que la telepantalla no cubrir¨ªa todas las situaciones en las que pueden ocurrir malos tratos. Por tanto, la Autoridad de Salvaguardia deber¨ªa cambiarlo por un sistema de chips en el cerebro para cada adulto que tenga contacto con un ni?o, incluidos los padres, que constituyen, por supuesto, una posible amenaza grave para sus propios hijos. Dichos chips, conectados al nuevo Registro de Identidad Nacional, la Oficina de Antecedentes Penales, la Base de Datos de ADN (la brit¨¢nica es la mayor del mundo), la Base de Datos Nacional de Alumnos, el Servidor Nacional de la Polic¨ªa, los archivos de los servicios de seguridad, MI5, y los de inteligencia, MI6, y otras 17 bases de datos del Gobierno, conocidas y por conocer, garantizar¨ªan que todos los ni?os brit¨¢nicos pudieran dormir tranquilos y a salvo en su cama, sabiendo que la todopoderosa Autoridad de Salvaguardia, ya consolidada y dirigida por lord Peter Mandelson, los protege d¨ªa y noche. Du¨¦rmete ni?o, du¨¦rmete ya / que viene la Autoridad de Salvaguardia / y a tu mami se llevar¨¢.
Incluso la pluma sat¨ªrica de George Orwell (su nombre de pila era Eric Blair) languidecer¨ªa ante esta monstruosa elefantiasis del Estado ni?era que el nuevo laborismo va a dejar como legado a Gran Breta?a, en sudecimotercero y, sin duda, ¨²ltimo a?o de poder. Podr¨ªa decirse que hablar de la protecci¨®n de los ni?os frente a los malos tratos es escoger un mal ejemplo, sobre todo en una semana en la que una empleada de una guarder¨ªa brit¨¢nica llamada Vanessa George ha sido declarada culpable de actos especialmente repugnantes en su trato con ni?os. Es evidente que no hay nada m¨¢s importante que proteger a ni?os inocentes. Pero la verdad es que ¨¦ste es un magn¨ªfico ejemplo del proceso por el que unas intenciones buenas y llenas de humanidad se traducen en respuestas malas y burocr¨¢ticas.
Lo que ha sucedido es lo siguiente. Tras el horrible asesinato de dos colegialas a manos de Ian Huntley, conserje en otro colegio que no era el suyo, en el peque?o pueblo de Soham, Cambridgeshire, el Gobierno de Blair reaccion¨® como era de esperar al coro medi¨¢tico de "?Hay que hacer algo!" y puso en marcha una comisi¨®n de investigaci¨®n. Entre otras recomendaciones, la comisi¨®n pidi¨® el establecimiento de un registro de todos los que trabajan con ni?os. Despu¨¦s de aprobar una legislaci¨®n detallada y dar al nuevo organismo el t¨ªtulo, verdaderamente orwelliano, de Autoridad Independiente de Salvaguardia, sus bur¨®cratas idearon un modelo perfeccionista cuyo fin era investigar nada menos que a 11,3 millones de personas -uno de cada cuatro adultos en el Reino Unido- que, en su mayor¨ªa, tendr¨ªan que pagar una matr¨ªcula de 64 libras para obtener el permiso, incluidos los que s¨®lo tuvieran contacto con ni?os una vez al mes.
Pero algunos destacados escritores para ni?os, como Philip Pullman, el popular¨ªsimo autor de La materia oscura, dijeron que iban a dejar de hacer lecturas en los colegios en se?al de protesta -"?por qu¨¦", pregunt¨® Pullman, "voy a tener que pagar 64 libras a un organismo del Gobierno para que me d¨¦ un peque?o certificado que dice que no soy un ped¨®filo?"-, y entonces el secretario de Escuelas orden¨® revisar el alcance del escrutinio. Como consecuencia, la Autoridad Independiente de Salvaguardia s¨®lo va a investigar a unos nueve millones de personas, con un coste inicial aproximado de 170 millones de libras. A partir de ese momento, quienes pongan a personas no investigadas en contacto habitual con ni?os tendr¨¢n que pagar una multa de 5.000 libras.
Si a eso se suman las comprobaciones que ya se realizan en la base de datos de la Oficina de Antecedentes Penales, el efecto es aterradoramente disuasorio. Una persona que dirige un grupo de teatro juvenil dice que le ser¨¢ pr¨¢cticamente imposible garantizar que todos sus colaboradores est¨¢n registrados, y que no tiene dinero para pagar la multa de 5.000 libras.
La eficacia de la medida es discutible. La maltratadora infantil Vanessa George hab¨ªa superado la comprobaci¨®n de la Oficina de Antecedentes Penales. Parece bastante probable que el nuevo organismo tambi¨¦n la hubiera dejado pasar. Ah, no, responden, ser¨ªa distinto, porque la Autoridad puede utilizar inteligencia blanda de la polic¨ªa: es decir, peque?os datos, informes, denuncias y rumores, aunque no hayan desembocado en una condena. Pero, en ese caso, este procedimiento vulnera el principio b¨¢sico de que una persona es inocente mientras no se demuestre que es culpable.
La Autoridad Independiente de Salvaguardia nos tranquiliza en su p¨¢gina web y nos dice que cualquiera que corra peligro de que le proh¨ªban el contacto ser¨¢ notificado de antemano y "compartiremos con ellos toda la informaci¨®n en la que nos basamos". Sin embargo, en la recomendaci¨®n original hab¨ªa una frase que dec¨ªa que "la polic¨ªa, como ahora, podr¨ªa identificar informaciones sobre las que no habr¨ªa que revelar ning¨²n detalle al solicitante". Cuando ped¨ª al jefe de prensa de la Autoridad que me aclarara este punto, reconoci¨® que depender¨ªa del "criterio" de los jefes de polic¨ªa. Entonces, ?la p¨¢gina web ment¨ªa, a la gente no se le dar¨ªa forzosamente toda la informaci¨®n? Eh... s¨ª. ?Y uno no sabr¨ªa qu¨¦ es lo que no sabe? Eh... ?podr¨ªa hacerle la pregunta por correo electr¨®nico? En respuesta al electr¨®nico en el que le pregunt¨¦ qu¨¦ informaci¨®n se ocultar¨ªa y en qu¨¦ circunstancias, me escribi¨® que "esta pregunta debe responderla la polic¨ªa". Cuando pregunt¨¦ "?Qui¨¦n y en qu¨¦ parte de la polic¨ªa?", sugiri¨® que me pusiera en contacto con la Asociaci¨®n de Jefes de Polic¨ªa. Ya se ve lo "independiente" que es esta Autoridad.
?Y qu¨¦ pasa si, por informaciones de la polic¨ªa que no estoy autorizado a saber, la Autoridad se equivoca y me califica de ped¨®filo? ?A qui¨¦n recurro? Pues resulta que puedo recurrir s¨®lo sobre alg¨²n detalle legal o un dato concreto a la C¨¢mara Administrativa de Apelaciones del Tribunal Superior, situado en Chichester Rents, Chancery Lane (en el centro de Londres). Si tuviera mucho tiempo libre y mucho dinero para pagar a buenos abogados, seguramente podr¨ªa ganar el caso, al cabo de unos a?os, con ayuda de la Ley de Derechos Humanos y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Pero ?qu¨¦ mensaje transmite esto a quienes desean ofrecerse para ayudar a nuestros ni?os?
Y otra cosa igualmente grave: ?qu¨¦ mensaje transmite esto a los propios ni?os? Eileen Munro, destacada especialista en protecci¨®n infantil en la London School of Economics, dice que "la gente se ha vuelto excesivamente angustiada, y tenemos que recordar el da?o que estamos haciendo a los ni?os. Estamos haci¨¦ndoles pensar que el mundo est¨¢ lleno de personas peligrosas". Ella sugiere que nuestro dinero p¨²blico, asfixiado por la recesi¨®n, se aprovechar¨ªa mejor ayudando a padres y maestros a educar a los ni?os para que aprendan a juzgar por s¨ª mismos sobre los riesgos y financiando el excelente servicio de Childline, el tel¨¦fono de ayuda para cuando los padres y los maestros fallan. Espero que el pr¨®ximo Gobierno tenga en cuenta sus consejos.
"Dejad que los ni?os se acerquen a m¨ª", dijo un maestro jud¨ªo nada oficial y de aspecto sospechoso. En este pa¨ªs, imposible. Por lo menos hasta que pagues 64 libras y obtengas la autorizaci¨®n de la Autoridad de Salvaguardia.
Timothy Garton Ash, catedr¨¢tico de Estudios Europeos, ocupa la c¨¢tedra Isaiah Berlin en St. Antony's College, Oxford, y es profesor titular de la Hoover Institution, Stanford. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.