En El Aai¨²n y en Malabo
Se comprende la satisfacci¨®n del presidente del Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, cuando se le presentan ocasiones excepcionales, como la de participar en las cumbres del G-20 o la de ejercer la presidencia de la UE durante el primer semestre de 2010. Pero, en el ¨¢mbito de la pol¨ªtica internacional, Espa?a s¨®lo puede marcar la diferencia en muy contadas ¨¢reas geogr¨¢ficas. Se?alemos en particular tres: Cuba, Guinea Ecuatorial y el S¨¢hara. En Cuba, porque nuestros socios de la UE nos conceden la primac¨ªa y acaban por adoptar como posici¨®n com¨²n la que nosotros sugiramos. En Guinea Ecuatorial, por razones an¨¢logas y en la cuesti¨®n del S¨¢hara, porque tuvimos las ¨²ltimas responsabilidades como potencia administradora.
La presencia de periodistas cerca de Haidar bloquea excesos policiales
En este tercer ¨¢mbito, el caso de Aminetu Haidar -la activista de los Derechos Humanos y de la causa saharaui que, aferrada a una huelga de hambre en Lanzarote, ha logrado ganar el pulso a Marruecos- merecer¨ªa un examen cuidadoso. Al final, bajo la presi¨®n de una huelga de hambre de 32 d¨ªas, ha logrado que se dejara sin efecto una deportaci¨®n a todas luces ilegal y que se le consintiera el retorno a su ciudad de El Aai¨²n, donde le ha sido devuelto el pasaporte. Se?ala Tom¨¢s B¨¢rbulo, el enviado especial del diario EL PA?S a El Aai¨²n, que la polic¨ªa marroqu¨ª ha impuesto el miedo y que la veintena de heridos resultantes de la manifestaci¨®n que celebraba el regreso de Aminetu ha evitado acudir al hospital, habida cuenta de que los m¨¦dicos ten¨ªan orden de informar a la polic¨ªa. Ahora el temor es que haya una ola de represi¨®n tan pronto como los periodistas llegados a la capital saharaui para acompa?ar el regreso de Aminetu abandonen la ciudad. Estamos, pues, ante un caso en el que la presencia de periodistas extranjeros en un lugar determinado bloquea la comisi¨®n de excesos por las fuerzas policiales.
Esa funci¨®n bloqueante se est¨¢ cumpliendo ahora en El Aai¨²n, pero hace 40 a?os nuestros colegas extranjeros la cumpl¨ªan en Madrid. Porque, si bien Franco s¨®lo se reconoc¨ªa "responsable ante Dios y ante la Historia", conforme rezaba al pre¨¢mbulo de la Ley de Principios Fundamentales del Movimiento, en la pr¨¢ctica respond¨ªa tambi¨¦n ante otra instancia menos et¨¦rea, m¨¢s tangible: la prensa extranjera. Entonces, una decena de corresponsales extranjeros -de Jos¨¦ Antonio Nov¨¢is, de Le Monde, a Walter Haubrich, del Frankfurter Allgemaine Zeitung; de Richard Eder, del New York Times, a Jean Jacques Guillem¨¦ Br?lon, del Figaro- eran la mejor garant¨ªa disponible frente a los fervores represivos del r¨¦gimen. La presencia de los periodistas -en este caso en la ciudad de El Aai¨²n- tiene efectos catal¨ªticos: hace posibles determinados procesos que, en su ausencia, quedar¨ªan sin m¨¢s bloqueados.
Una comprobaci¨®n adicional la aporta el caso de las elecciones presidenciales de Guinea Ecuatorial, el domingo 29 de noviembre, sin que se hubiera aceptado la presencia de periodistas ni la de observadores internacionales. El presidente Obiang incumpli¨® sus promesas a Moratinos, el ministro de Exteriores, y pudo as¨ª ofrecer sin contraste alguno cifras desmesuradas que le atribu¨ªan el 96,7 % de los sufragios emitidos. Sin periodistas, el impacto de la noticia electoral fue casi nulo. Tampoco despu¨¦s de la jornada de los comicios ha sido aceptada la presencia de los informadores y esa oscuridad ha favorecido un silencio casi total. Los esfuerzos del candidato de la oposici¨®n, Pl¨¢cido Mic¨®, por presentar el caso de Guinea han sido in¨²tiles. Los medios espa?oles se han desentendido de un fraude escandaloso, y los de los dem¨¢s pa¨ªses para qu¨¦ contar.
Se comprende bien desde una visi¨®n c¨ªnica que los beneficiarios del petr¨®leo, sobre todo norteamericanos y franceses, hagan prevalecer sus intereses sobre los principios y se hayan desentendido de la vigencia de los derechos humanos, pero en el caso de Espa?a es incomprensible la conformidad del actual Gobierno con un r¨¦gimen como el de Obiang del que, adem¨¢s, nada favorable se desprende para los llamados "intereses nacionales espa?oles".
Los periodistas ejercen una de las profesiones m¨¢s exigentes, siempre que la respeten como depositaria de un servicio de inter¨¦s p¨²blico. Porque podr¨ªa suceder que, mientras discutimos si el soporte del futuro es el papel o Internet, el periodismo entendido de forma cabal desaparezca. Y ya ser¨ªa tarde para lamentarnos.
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