C¨®mprate un decimito
Ser del 29% que se considera favore al actual Gobierno vasco, seg¨²n los datos del Euskobar¨®metro, es pertenecer a una minor¨ªa. Personalmente no me importa demasiado, siempre he estado con la minor¨ªa, incluida la ¨¦poca del Caudillo en la que casi todos eran franquistas o lo disimulaban muy bien. A m¨ª no me preocupa ser de la minor¨ªa, es m¨¢s, tiene un no se qu¨¦ elitista que me subyuga ante esta sociedad de masas dominada por lo correcto y los mensajes basura. En el fondo me encanta pertenecer a ella, al que debiera preocuparle tener tan pocas simpat¨ªas es al Gobierno.
De todas maneras en una sociedad donde la hegemon¨ªa nacionalista es evidente, que v¨ªa foralidad y tradici¨®n penetra en el electorado espa?ol de derechas, y v¨ªa memoria hist¨®rica, y aquella corta guerra que acab¨® en Santo?a, en el electorado de izquierdas, el Gobierno, sobre todo si est¨¢ mudo, no lo tiene f¨¢cil. Esa hegemon¨ªa supone una continua y tensa din¨¢mica p¨²blica que va desde el rechazo llamativo de ese ochenta por ciento del clero guipuzcoano al nuevo obispo Munilla, pasando por competencias de empleo para el a?o que viene, y llegando a la manifestaci¨®n de Egunkaria, lo que hace pensar a la gente que lo que manda, por su continua presencia y radicalismo, es el nacionalismo. La resultante es un control de las conciencias, como no pod¨ªa ser menos en una sociedad nacionalista. No hay sociedad menos libre a la hora de responder que una bajo este tipo de ideolog¨ªa.
Ahora bien, el Gobierno de Patxi L¨®pez no puede conformarse con que una gesti¨®n encaminada a la normalizaci¨®n pol¨ªtica vaya a encandilar a la gente. No hay circo ah¨ª, no hay persona que muerde al perro, no hay expectaci¨®n. Que el discurso del Rey se vea en ETB, que el Gobierno no designe a los obispos, que est¨¦ con las v¨ªctimas, que persiga a los victimarios, que le parezca un pasote montar otro Guggenheim en el Urdabai, etc,., es decir, lo normal, frente a lo que hacen sus adversarios, aqu¨ª no crea adhesi¨®n. Lo normal ni sorprende, ni condiciona, ni acojona, aunque nos haga libres.
Lo tiene dif¨ªcil el Gobierno, no es suficiente que sea juzgado por los hechos, eso es para una ¨¦lite a la que pertenezco. Necesita discurso, y ciertamente el Ejecutivo vasco es muy t¨ªmido con ¨¦l, teniendo en cuenta adem¨¢s comportamientos personales y hechos en su propio partido que contradice lo poco que enuncia. Pero por eso necesita mucho m¨¢s un discurso, no le vaya a pasar lo que a un bilba¨ªno pesado que le rogaba a la Virgen de Bego?a para que le tocara la loter¨ªa, hasta que un d¨ªa la Virgen, ya cansada de intentar el milagro, le dijo: "Pero, por favor, hijo, ?c¨®mprate un decimito!". El Gobierno necesita su propio discurso legitimador y para ello es preciso que sea primo asumido por su propio partido. No toca la loter¨ªa sin tener un d¨¦cimo.
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