La maldici¨®n de las coaliciones
No hay Gobierno de coalici¨®n sin ruido; si no, que se lo pregunten a nuestros vecinos. Lionel Jospin acab¨® su experimento de la "izquierda plural" v¨ªctima de los maximalismos de la extrema izquierda de sal¨®n, tan francesa ella. La misma izquierda que en las presidenciales de 2002, junto a muchos otros, practic¨® el juego del voto estrat¨¦gico en la primera vuelta y se vio obligada en la segunda a apoyar a Jacques Chirac para evitar la victoria de Jean-Marie Le Pen.
La izquierda plural basada en la eficacia econ¨®mica, la justicia social, la democratizaci¨®n de la vida p¨²blica y la acci¨®n por la ecolog¨ªa acab¨® con Jospin, acusado de tibio por unos, de estar en manos de radicales por otros. Con el tiempo, la victoria de Chirac acab¨® abriendo las puertas al neobonapartismo de Sarkozy.
Muy a menudo el Gobierno embarranca en el ruido y la gesticulaci¨®n, lo que Montilla define como exceso de tacticismo
En Italia, a Romano Prodi y su coalici¨®n arco iris no les fue mucho mejor. Il professore, o Mortadela, como era conocido, fue un primer ministro paciente, que con sonrisa beat¨ªfica pas¨® los d¨ªas quitando hierro a las astracanadas de sus socios. Les bastaba que Berlusconi continuara en la oposici¨®n, pero a los italianos no.
Est¨¢ por ver si la segunda edici¨®n del Gobierno de coalici¨®n de izquierdas en Catalu?a escapar¨¢ al maleficio. Demasiado a menudo lo que pretend¨ªa ser un Govern d'Entesa queda embarrancado en el ruido y la gesticulaci¨®n, lo que el propio presidente define como exceso de tacticismo.
El nuevo y pesado ejemplo de las dificultades del tripartito para hacer y transmitir una pol¨ªtica coherente ha sido el cap¨ªtulo de la reforma del impuesto de sucesiones. ?ste es un Gobierno socialdem¨®crata capaz de pactar una reforma m¨¢s que sustancial de un impuesto claramente redistributivo de la riqueza, pero que se pierde en el ruido que le dificulta rentabilizar su pol¨ªtica.
El realismo y la demoscopia hicieron que el PSC y ERC optaran por reformar un impuesto que en la pr¨¢ctica s¨®lo pagan las clases medias. Pero ICV se enroc¨® en el dogmatismo y el presidente dej¨® que el murmullo fuera subiendo hasta que el ruido se hizo ensordecedor. Puigcerc¨®s amenaz¨® con un esc¨¢ndalo pidiendo la salida de ICV del Gobierno y se aceler¨® el pacto que Econom¨ªa ten¨ªa en bandeja. Pensar que CiU pod¨ªa salvar la votaci¨®n para que el tripartito se apuntara el ¨¦xito pol¨ªtico va m¨¢s all¨¢ de la categor¨ªa de na?f. El resultado es un acuerdo que deja al 94% exento de pagar el impuesto, pero transmitido a la opini¨®n p¨²blica como una derrota pol¨ªtica. La oposici¨®n, profesional, vende la reforma como una victoria "comunista" y promete la desaparici¨®n "retroactiva" del impuesto, una novedad mundial.
?Para premiar en t¨¦rminos generales a ese 6% que debe tributar por herencias superiores a los tres millones de euros? Entra dentro de la l¨®gica conservadora, pero no del argumentario progresista que deber¨ªa haber defendido un tope de exenci¨®n relativamente elevado para proteger la capacidad redistributiva, de igualdad de oportunidades, y mantener el impuesto.
Los partidos de la coalici¨®n afrontan un a?o dif¨ªcil. Si no son capaces de presentar un balance de gobierno satisfactorio conjunto, est¨¢n condenados a la oposici¨®n. Esta vez, el PSC no puede confiar en el efecto Zapatero, ni en el de sus ministros en el Gobierno, difusos en su doble personalidad. La crisis econ¨®mica tender¨¢ a castigar en las urnas a los partidos en el Gobierno, a menos que empiece a escampar gracias a las econom¨ªas europeas.
En Catalu?a, la crisis econ¨®mica, sumada a la incertidumbre pol¨ªtica, augura cambios. La agon¨ªa de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto no ayuda a mejorar las perspectivas pol¨ªticas y, como se?ala el C¨ªrculo de Econom¨ªa en su reciente documento, la crisis econ¨®mica y la pol¨ªtica pueden retroalimentarse. En sus palabras, "una crisis institucional aumenta la sensaci¨®n de que la salida de la crisis econ¨®mica puede ser m¨¢s incierta". El ruido impide saber si hay m¨²sica.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.