"Entiendo el ansia de los fans. Yo era as¨ª"
Con El nombre del viento, el estadounidense ha realizado uno de los debuts literarios m¨¢s exitosos de los ¨²ltimos a?os. Es el comienzo de una trilog¨ªa fant¨¢stica que tard¨® siete a?os en escribir y siete en publicar. Desde su refugio en Wisconsin desanda su traves¨ªa
Hay d¨ªas de invierno en Stevens Point, una localidad dispersa de 25.000 habitantes en medio de la nada de Wisconsin (Estados Unidos), en los que respirar hace da?o y uno puede morir si deambula por la calle m¨¢s de un minuto sin abrigo. Entonces los term¨®metros se resquebrajan a unos 30 grados bajo cero y la nieve alcanza un metro y medio. A Patrick Rothfuss, elevado hoy por cr¨ªticos al Olimpo de la literatura fant¨¢stica, le hubiese gustado que esta entrevista se celebrase en estas condiciones extremas, pero la temperatura ronda esa jornada de diciembre unos moderados menos siete grados. ?l, de 36 a?os, tuvo la "inmensa fortuna", dice, de criarse en Madison (Wisconsin), donde los largos inviernos y la ausencia de televisi¨®n por cable forjaron su afici¨®n por leer y escribir. Sin el fr¨ªo y el apoyo materno, asegura, no habr¨ªa hoy miles de seguidores ansiosos por comprar El temor de un hombre sabio, segunda entrega de su trilog¨ªa Cr¨®nica del asesino de reyes. La abri¨® en 2007 en Estados Unidos con El nombre del viento y de esta ¨®pera prima, traducida a treinta idiomas, Plaza & Jan¨¦s ha vendido en Espa?a 90.000 ejemplares sin apenas promoci¨®n y fue en agosto libro de la semana de Babelia.
Patrick Rothfuss "Entiendo el ansia de los fans. Yo era as¨ª"
"Si mi hijo, que es lo m¨¢s importante de mi vida, ha estado un mes sin nombre, ?c¨®mo iba a pon¨¦rselo a mi mundo?" "Tengo peque?os saberes. Quiero que el lector piense: si supiera un poco m¨¢s ser¨ªa capaz de hacer el encantamiento"
"Mi editora, Betsy Wolheim, me dijo: 'El ¨¦xito es lo peor que le puede pasar a un escritor con su primera novela. Se paraliza. Me maravilla que sigas escribiendo", recuerda delante de una sopa de miso. Para el com¨²n es hora del desayuno, para Rothfuss, animal nocturno, el final del d¨ªa. "Piensas: ?despu¨¦s de esto, c¨®mo voy a hacerlo otra vez? El problema es que toda mi vida ha cambiado y es dif¨ªcil controlar las emociones. Mi madre muri¨® dos semanas antes de que saliese el libro, que para ella era como su nieto; he tenido un hijo...". Amparado por el inesperado colch¨®n econ¨®mico, Rothfuss disfruta este curso de una excedencia como profesor de literatura y lengua inglesa en la Universidad de Stevens Point; ha pasado de trampear para llegar a fin de mes a comprarse una casa y tener otra para escribir; ha contratado a una asistente que le ayuda a digerir la fama y ha visitado Europa.
Amazon.com seleccion¨® su obra entre las diez joyas ocultas de 2007 y obtuvo el Premio Quill a mejor libro fant¨¢stico. Una magn¨ªfica recompensa para tant¨ªsimos a?os de trabajo: siete dedicados a la escritura y otros siete a la b¨²squeda de agente y editor -lleg¨® a ense?ar el texto a 200 personas- y a la revisi¨®n del arranque. Confiesa que se emborrach¨® de euforia y estuvo semanas encerrado en casa contestando correos de fans. Hasta que dijo basta. Ten¨ªa que replantearse su vida, tener vida social y reescribir la continuaci¨®n. Amazon ha anunciado ya seis fechas de publicaci¨®n y ¨¦l se desquicia. "Da igual que lo niegue en mi blog, la gente prefiere creerles a ellos. Entiendo a los fans, yo era as¨ª. Promet¨ª concluirlo en un a?o y no cumpl¨ª. No voy a hablar de plazos. Saldr¨¢ cuando sea bueno. Creo que va a tener el doble de calidad que el primero". Rothfuss cambi¨® parte de la primera entrega y su final ya no casa con la segunda, que superar¨¢ las mil p¨¢ginas. De ah¨ª el nuevo engranaje para un tomo con sexo y m¨¢s violencia.
El nombre cuenta la historia de una venganza. La del arcano Kvothe que pierde a sus padres, c¨®micos ambulantes, a manos de los chandrianes, seres salidos de una canci¨®n popular para matar al cantante y al p¨²blico que escuchaba. Un drama trufado con humor. "Cuando todo es tragedia, opresivo, necesitas unas risas para relajarte y seguir con el melodrama", sostiene. "Esa una de mis preocupaciones en las traducciones. ?El humor es tan cultural! Para unos pa¨ªses las flatulencias son divertidas y para otros no", razona. "Me asombra que otros autores no hablen con sus traductores. Es fundamental en un libro como el m¨ªo con tantos juegos de palabras y bromas. He escrito un documento en las que est¨¢ todo lo que tienen que saber y ellos me plantean sus dudas. ?Gemma (Rovira, la traductora al espa?ol) me ha mandado 100! Estoy feliz".
Rothfuss parece arrancado de su novela de corte medieval con su guardapolvos de cuero negro, rematado con una capa corta, y una descuidada barba. Un personaje m¨¢s de su cosmos g¨¦lido, siniestro y cruel, que uno no imagina se pueda construir viviendo en la c¨¢lida Florida. "No me hab¨ªa parado a pensarlo, pero s¨ª, los paisajes en la novela est¨¢n ligados a Wisconsin. Hay muchos ¨¢rboles, como los que cubren el 40% del Estado, y su invierno es casi tan malo como el de aqu¨ª".
Su universo es an¨®nimo y eso que quiso bautizarlo. "Si mi hijo, que es lo m¨¢s importante de mi vida, ha estado un mes sin nombre, ?c¨®mo iba a pon¨¦rselo a mi mundo?", se pregunta el padre primerizo. "Quiero que la gente piense: es un mundo real en el que nunca he estado antes. No como en esos libros en los que te sientes como en el plat¨® de una pel¨ªcula, donde si doblas la esquina ves que el edificio es de cart¨®n piedra", prosigue contando en una sala de la universidad, tomada por un rastrillo ben¨¦fico navide?o y hogare?as chimeneas en las que se arremolinan los estudiantes. Algunos le saludan por los pasillos. Es la celebridad local. "Yo me tomo muy en serio las clases, pero en el aula soy muy informal. Juramento mucho, la verdad es que no tengo muy buen comportamiento". Se troncha.
Su fijaci¨®n es recrear un mundo personal de estar por casa, sin descripciones enciclop¨¦dicas, pero s¨ª cuidando hasta el m¨ªnimo detalle de la narraci¨®n. Un escenario muy distinto del ¨¦pico y legendario de El se?or de los anillos, en la que ni remotamente alguien pagar¨ªa por tomarse una cerveza. En El nombre no hay hadas, elfos o enanos, sino escrales (ara?as "con patas tan cortantes como cuchillas de afeitar"), un draccus de dientes planos adicto a la resina o los temidos chandrianes, que nadie sabe si son hombres q ue vendieron su alma o demonios. Su cosmos lo pueblan personas de carne y hueso que mercadean, votan a un partido y se comunican en distintos dialectos. "Si no hay nada razonable en tu mundo fant¨¢stico, entonces no tiene sentido lo que cuentas. Por eso en el libro se cuestionan los beneficios de asistir a la universidad, o se plantea el machismo y el clasismo. La gente es racista, mala. Eso es real, no lo que cuentan las novelas perfectas".
La m¨²sica es un personaje m¨¢s de la trilog¨ªa, pero ¨¦l no se considera un mel¨®mano. "Quiz¨¢ eso sea bueno. S¨¦ que no es muy popular decir esto, pero si se escribe sobre lo que sabe mucho el resultado no es emocionante". Y eso que su hambre de saber le convirti¨® en el eterno estudiante. Durante nueve a?os picote¨® en Stevens Point, donde hoy da clases, conocimientos de ingenier¨ªa qu¨ªmica, filosof¨ªa, psicolog¨ªa, literatura, antropolog¨ªa... "Una vez me dijeron: 'Tienes que estar en la universidad hasta que te des cuenta de que todas las materias son lo mismo". Lo cumpli¨® a rajatabla y se ha servido de lo aprendido para narrar el paso de Kvothe por la universidad para graduarse en magia. "Tengo un tesoro de peque?os saberes, suficientes para poder contar y no aburrir. Quiero que el lector piense: si supiera un poco m¨¢s ser¨ªa capaz de hacer el encantamiento".
Antes de que se publicase El nombre, Rothfuss recibi¨® ofertas de cine. "A los grandes estudios les encanta hacer pel¨ªculas fant¨¢sticas, pero luego no se quieren gastar 100 millones de d¨®lares. Estoy encantado de que no se haya hecho. Esta novela es mi beb¨¦, he trabajado en ella tant¨ªsimo tiempo que me gustar¨ªa que se apropiase de la historia alguien con mucha sensibilidad. Es f¨¢cil rodar escenas ¨¦picas de batallas, pero aqu¨ª no las hay. Es una historia dram¨¢tica y personal".
Al fin Rothfuss ha encontrado la paz necesaria para escribir en un viej¨ªsimo caser¨®n de madera verde sin Internet. Ni un ruido en la noche, su jornada de trabajo. Tan s¨®lo el repiqueteo de su antiguo teclado de ordenador. Le agrada tanto que, en previsi¨®n, hereda y compra todos los que puede. Abrumado por las obligaciones sobrevenidas con el ¨¦xito, el pasado verano se decidi¨® a contratar un asistente y as¨ª lo anunci¨® en su p¨¢gina de Facebook. Valery, una veintea?era de Montana licenciada en folclore y devota de la literatura fant¨¢stica, no lo dud¨® y cruz¨® medio Estados Unidos en su coche para instalarse al calor de uno de sus autores favoritos. La estafeta de Correos es su segunda oficina. Los seguidores env¨ªan libros y ¨¦l los firma a cambio del importe del env¨ªo y un regalo: chicles de caf¨¦, un peque?o ata¨²d o un mapa de Canad¨¢ decimon¨®nico, por ejemplo. Adem¨¢s, otros autores le regalan libros dedicados que ¨¦l vende para donar el dinero a una ONG. Los 25.000 euros recaudados en 18 d¨ªas dan idea de su tir¨®n.
En junio publicar¨¢ un cuento The Adventures of the Princess and Mr. Whiffle junto al ilustrador Nathan Taylor. Y le tienta convertir El nombre en un c¨®mic. "Escribo seis horas diarias de la trilog¨ªa y necesito hacer otras cosas para mi salud emocional".
Dos d¨ªas despu¨¦s de este encuentro se declar¨® el estado de emergencia por nieve en Stevens Point y Rothfuss volvi¨® a sentirse afortunado.
El nombre del viento. Patrick Rothfuss. Traducci¨®n de Gemma Rovira. Plaza & Jan¨¦s. 872 p¨¢ginas. 22,90 euros. www.patrickrothfuss.com/www.lasombradelviento.com
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.