?La normalidad?: recuperaci¨®n sin empleo
Los pa¨ªses desarrollados recuperar¨¢n los niveles de empleo a partir de 2013, pero la crisis del trabajo es mucho m¨¢s de lo que las cifras sugieren. Hay un "efecto des¨¢nimo" entre los parados de larga duraci¨®n y las clases medias est¨¢n siendo sustituidas por los 'mileuristas'
Hecho: entre el segundo trimestre de 2007 -el anterior a que comenzase la crisis financiera de las hipotecas de alto riesgo- y el segundo semestre de 2009 se han perdido 2,28 millones de puestos de trabajo. Hecho: el paro entre menores de 25 a?os alcanza el 42,9%, 15 puntos por encima de un a?o antes. Hecho: el n¨²mero de hogares con todos sus miembros en desempleo es de 1,13 millones y contin¨²a al alza. Hecho: la mitad de los espa?oles gana menos de 15.760 euros al a?o, es decir, es mileurista. Hecho: el 30% de los parados lleva m¨¢s de un a?o en esa situaci¨®n y s¨®lo en el ¨²ltimo ejercicio ha crecido en 600.000 personas. ?stos son algunos de los n¨²meros del principal problema que padece Espa?a y provienen de fuentes oficiales como el Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE) o la oficina de estad¨ªsticas de la Comisi¨®n Europea, Eurostat.
La econom¨ªa rodar¨¢ por debajo de su potencial, con desempleo, subempleo y un sector sumergido muy significativos
El paro ha devenido en la principal secuela de la Gran Recesi¨®n, y dejar¨¢ huellas para mucho tiempo
Las clases medias est¨¢n siendo sustituidas por 'mileuristas', parados de larga duraci¨®n, prejubilados e inmigrantes
Con esa somera descripci¨®n de la realidad es dif¨ªcil no compartir que la destrucci¨®n de empleo y sus secuelas terminar¨¢n siendo las caracter¨ªsticas seminales de la Gran Recesi¨®n, por encima de otras como el calambre financiero o el gigantesco aumento de la deuda, p¨²blica y privada. Hace 50 a?os, en medio de una crisis de pobreza absoluta que asolaba a la Espa?a del primer franquismo, el poeta Jaime Gil de Biedma escribi¨® un poema (Noche triste de octubre), que dedic¨® a Juan Mars¨¦, y que describ¨ªa los sentimientos de mucha gente: "Definitivamente / parece confirmarse que este invierno / que viene, ser¨¢ duro. / Adelantaron / las lluvias, y el Gobierno, / reunido en consejo de ministros, / no se sabe si estudia a estas horas / el subsidio de paro / o el derecho al despido, / o sencillamente, aislado en un oc¨¦ano, / se limita a esperar que la tormenta pase / y llegue el d¨ªa, el d¨ªa en que, por fin, / las cosas dejen de venir mal dadas".
Con todas las diferencias que hay con la coyuntura actual, que son decisivas, la poes¨ªa de Gil de Biedma tiene un soniquete muy cercano. Cuando acaba el a?o 2009 y est¨¢n a punto de cumplirse los primeros 30 meses de crisis econ¨®mica, la m¨¢s larga y profunda desde la Gran Depresi¨®n, parece haberse iniciado en el mundo la transici¨®n desde una econom¨ªa en recesi¨®n hacia una econom¨ªa en crecimiento, aunque ¨¦ste sea an¨¦mico e insuficiente para volver a la senda de creaci¨®n de empleo en cantidades significativas: adem¨¢s de dar trabajo a los que se han quedado sin ¨¦l en estos 30 meses y a los que antes de la crisis ya no lo ten¨ªan, se estima que cada a?o se incorporan al mercado global planetario alrededor de 45 millones de personas, la mayor parte j¨®venes. Por poner un ejemplo, de aqu¨ª al a?o 2015 habr¨¢ que crear 300 millones de empleos nada m¨¢s que para responder al ritmo de crecimiento de la fuerza de trabajo.
Los pron¨®sticos de todos los organismos internacionales, sin excepci¨®n, se?alan que en el corto plazo no se prev¨¦n porcentajes de incrementos del PIB (excepto en pa¨ªses emergentes como China, la India o Brasil) con capacidad para tirar del empleo. Entonces ?en qu¨¦ consistir¨¢ la econom¨ªa mundial normal despu¨¦s de la mayor crisis financiera de los ¨²ltimos 70 a?os? Probablemente, en la sustituci¨®n de la Gran Recesi¨®n por una fase prolongada de estancamiento, entendido ¨¦ste no como la ausencia de crecimiento, sino como una econom¨ªa que funcionar¨¢ por debajo de su potencial, con una capacidad productiva ociosa importante, y con desempleo, subempleo y un sector sumergido muy significativos. Una recuperaci¨®n larga y dolorosa, que a¨²n se sostendr¨¢ durante bastantes meses mediante las muletas p¨²blicas de la inversi¨®n y el gasto, con tasas estructurales de paro que en Espa?a ser¨¢n de dos d¨ªgitos. Un estancamiento prolongado m¨¢s que un crecimiento sostenible. No es el ¨²nico momento de la econom¨ªa en que esto ha ocurrido; en el a?o 1938, todav¨ªa en los estertores de la Gran Depresi¨®n y cuando Roosevelt aplicaba las medidas del segundo new deal, uno de los m¨¢s significativos seguidores de Keynes en EE UU, Alvin Hansen, public¨® un libro titulado muy expresivamente ?Recuperaci¨®n total o estancamiento?, en el que desarrollaba esta hip¨®tesis: el sistema puede estancarse varios a?os, con un aumento lento del PIB, paro estructural y exceso de capacidad productiva en casi todos los sectores. Adem¨¢s, la historia muestra que entre la recuperaci¨®n econ¨®mica y la recuperaci¨®n del empleo siempre ha habido un desfase considerable.
Los porcentajes de paro en Espa?a son los m¨¢s extremos dentro de la Organizaci¨®n de Cooperaci¨®n y Desarrollo Econ¨®mico (OCDE) y de la Uni¨®n Europea. Seg¨²n Eurostat, que aporta datos desestacionalizados (corregidos de los efectos del calendario), el porcentaje de desempleo en Espa?a es el 19,3% de la poblaci¨®n activa (frente al 17,93% del Instituto Nacional de Estad¨ªstica) -4,45 millones de personas-, s¨®lo superado en Europa por Letonia, con el 20,9%. Una tasa de paro insoportable (TPI), en concepto fabricado por el economista Joaqu¨ªn Almunia antes de ser ministro de Felipe Gonz¨¢lez y comisario de la Uni¨®n Europea, cuando en Espa?a gobernaba la Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico. Pero siendo tan extremos, no son ¨²nicos: el paro ha devenido en la principal secuela de la Gran Recesi¨®n y dejar¨¢ huellas para mucho tiempo.
Hace apenas unas semanas, la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo (OIT) hizo p¨²blico su Informe sobre el trabajo en el mundo. Crisis mundial de empleo y perspectivas, cuyo principal autor ha sido Raymond Torres, director del Instituto Internacional de Estudios Laborales, y cuya m¨¢s relevante conclusi¨®n es que, dando signos alentadores de recuperaci¨®n la econom¨ªa mundial, "la crisis del empleo mundial no ha sido superada". El informe de la OIT responde a tres preocupaciones instaladas en el discurso p¨²blico. La primera, cu¨¢ndo volver¨¢ el empleo a los niveles anteriores a la crisis econ¨®mica (recu¨¦rdese que ese nivel era en Espa?a de s¨®lo 1,76 millones de personas desocupadas, poco m¨¢s del 8% de la poblaci¨®n activa, lo nunca visto desde el a?o 1981). La respuesta no es optimista: para los pa¨ªses desarrollados, esa fecha ser¨¢ el a?o 2013, lo que significa que en materia de empleo la crisis podr¨ªa durar entre un lustro y un septenio, dependiendo de cu¨¢ndo se considera su punto de partida; en los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo, la situaci¨®n se reconducir¨¢ en 2011. La organizaci¨®n avanza que en todas partes crece la situaci¨®n de precariedad, toda vez que existen grandes lagunas en los sistemas de protecci¨®n social: dos tercios de los pa¨ªses de los que se dispone de datos concretos carecen de prestaciones al desempleo, y s¨®lo un tercio de los pa¨ªses en desarrollo proporciona alguna forma de protecci¨®n social a los trabajadores de la econom¨ªa sumergida y a los aut¨®nomos.
La segunda reflexi¨®n de la OIT vincula los planes de est¨ªmulo al paro de larga duraci¨®n: millones de trabajadores de todo el mundo han mantenido sus puestos de trabajo gracias a los est¨ªmulos p¨²blicos, aunque muchos de ellos se encuentran en situaciones de jornada reducida, desempleo parcial o trabajo involuntario a tiempo parcial. "Aunque la demanda y la producci¨®n han ca¨ªdo en picado, las empresas han mantenido empleados a millones de trabajadores, en general gracias a la ayuda gubernamental... Si las empresas dejan de ser viables, los Gobiernos retiran su ayuda o la recuperaci¨®n econ¨®mica no es suficientemente fuerte, estas personas tambi¨¦n pueden perder su empleo". La crisis del empleo es mucho m¨¢s de lo que las cifras de desempleo sugieren: casi 43 millones de personas corren peligro de quedar excluidas del mercado de trabajo, pues pod¨ªan caer en el desempleo de larga duraci¨®n o abandonar por completo el mercado de trabajo.
Ese riesgo es particularmente grave en el caso de los trabajadores poco cualificados, los inmigrantes y los trabajadores de edad, m¨¢s las personas que deciden incorporarse al mercado por primera vez; entre ellas, los j¨®venes y las mujeres. Ya hay indicios de que el porcentaje de personas inactivas en edad de trabajar ha comenzado a aumentar. En el caso de nuestro pa¨ªs, el bolet¨ªn econ¨®mico de noviembre del Banco de Espa?a advert¨ªa que por primera vez los flujos de salida hacia la inactividad superan a los de entrada, en una especie de efecto des¨¢nimo entre los parados, que est¨¢n dejando de buscar activamente un empleo "dadas las malas condiciones del mercado laboral". Este fen¨®meno es muy reciente y todav¨ªa no muy acusado, pero invierte la tendencia existente en el periodo 2005-2008.
El paro de larga duraci¨®n es una secuela m¨¢s de una crisis que no s¨®lo destruye puestos de trabajo a gran velocidad, sino en la que los desocupados se enfrentan a enormes problemas para encontrar una nueva actividad. Est¨¢ demostrado que cuanto m¨¢s alarga su inactividad un ciudadano, menos atractivo tiene para las empresas demandantes de empleo y mayor es su grado de descapitalizaci¨®n. Seg¨²n un estudio norteamericano, despu¨¦s de un periodo de paro de m¨¢s de medio a?o, una persona encuentra trabajo con una remuneraci¨®n al menos un 20% inferior a la de la situaci¨®n previa.
La tercera cuesti¨®n que aborda la OIT desmonta una de las bases de la econom¨ªa capitalista: aquella que dec¨ªa que los beneficios empresariales de hoy son las inversiones de ma?ana y el empleo de pasado ma?ana, lo que legitimaba a los primeros. Esta coyuntura ha desmontado tal aseveraci¨®n: una parte del incremento de beneficios ha sido acumulada por el sector financiero, cuyo porcentaje del total de los beneficios empresariales alcanz¨® el 42% antes de la crisis en comparaci¨®n con el 25% que representaba a principios de los a?os ochenta; adem¨¢s, los beneficios de las empresas no financieras se han utilizado m¨¢s para pagar dividendos que para invertir en la econom¨ªa real: durante el primer decenio del siglo XXI, el porcentaje de beneficios utilizado en los pa¨ªses desarrollados para invertir en capacidad f¨ªsica era inferior al 40%, lo que supone ocho puntos porcentuales por debajo de la cifra correspondiente a principios del decenio de los ochenta. Por ¨²ltimo, la OIT entiende que las presiones crecientes para obtener m¨¢s y mejores beneficios financieros han afectado de modo negativo a los salarios y a la estabilidad del empleo en la econom¨ªa real. El descenso mundial del componente salarial del PIB ha sido m¨¢s pronunciado en los pa¨ªses donde las pr¨¢cticas financieras de riesgo eran m¨¢s generalizadas.
El incremento del paro genera nuevas situaciones de pobreza y desigualdad, y, por supuesto, pone a¨²n m¨¢s en precario los Objetivos de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas, que pretend¨ªan rebajar a la mitad la pobreza en el mundo en el a?o 2015 sobre los porcentajes existentes una d¨¦cada antes. La ortodoxia indica que en las fases de crecimiento de la actividad econ¨®mica y del empleo se reduce la desigualdad y, por el contrario, las coyunturas caracterizadas por recesiones e incertidumbre sobre su intensidad y duraci¨®n vienen acompa?adas de negros augurios sobre las situaciones de desigualdad y de pobreza. El Informe sobre la democracia en Espa?a 2009, que edita la Fundaci¨®n Alternativas, pronostica que el intenso crecimiento del paro, especialmente el de los sustentadores principales, y la gravedad de la situaci¨®n econ¨®mica en los mercados van a hacer extraordinariamente dif¨ªcil que los mecanismos de previsi¨®n social establecidos a lo largo de los ¨²ltimos 30 a?os puedan por s¨ª mismos aliviar el creciente n¨²mero de hogares en situaci¨®n de pobreza y, menos a¨²n, promover una mejora social en t¨¦rminos de igualdad. Lo sucedido en Espa?a en esas tres d¨¦cadas indica lo siguiente: hubo una disminuci¨®n b¨¢sica de la desigualdad durante el periodo comprendido entre el primer tercio de los a?os setenta y el final de la d¨¦cada de los ochenta; desde comienzos de los noventa hasta la primera mitad de la siguiente d¨¦cada, la desigualdad no disminuy¨®, pese a la intensidad del crecimiento y, sobre todo, del empleo. El cambio de tendencia no significa que la incidencia de la pobreza relativa y la extensi¨®n de la desigualdad hayan aumentado en el tiempo, sino m¨¢s bien que los ¨ªndices que miden ambos fen¨®menos dejaron de reducirse. El crecimiento registrado desde mediados de los noventa y la notable creaci¨®n de empleo no dieron lugar a cambios distributivos de entidad, deteni¨¦ndose as¨ª el proceso de convergencia con la Uni¨®n Europea en lo que a medias de igualdad y pobreza se refiere.
Las crisis comienzan perjudicando a los hogares con menos ingresos y menos nivel formativo, para extender posteriormente sus efectos al resto de los grupos. Seg¨²n C¨¢ritas, en Espa?a hay un 12,2% de hogares "pobres integrados"; esto es, sectores integrados socialmente, pero con ingresos insuficientes y con alto grado de posibilidades de engrosar sus efectos las listas de exclusi¨®n. Hay dos encuestas del INE que avalan estas tendencias. La primera, la Encuesta de Condiciones de Vida elaborada entre abril y julio de 2008 (es decir, antes de que la econom¨ªa espa?ola entrase en el trimestre del infierno, entre enero y marzo de 2009, que fue cuando probablemente toc¨® fondo). Sus conclusiones son muy notables: el 26,2% de los consultados pensaba que en los pr¨®ximos 12 meses la situaci¨®n econ¨®mica de su hogar empeorar¨ªa; casi el 20% de los ciudadanos se encontraba por debajo del umbral relativo de pobreza; uno de cada tres hogares no pod¨ªa ir de vacaciones fuera de su casa, ni siquiera una semana al a?o; tres de cada diez hogares consideraba que no ten¨ªa capacidad para hacer frente a gastos imprevistos; etc¨¦tera. La segunda es la Encuesta de Estructura Salarial (que se elabora cada cuatro a?os) y que indicaba que el sueldo medio en Espa?a en 2006 era de 19.680 euros al a?o; cuatro a?os antes, en 2002, era de 19.802 euros. Es decir, que en el periodo de mayor bonanza de la econom¨ªa espa?ola, los sueldos no s¨®lo no crecieron, sino que cayeron, m¨¢s a¨²n si se tiene en cuenta la inflaci¨®n.
El empobrecimiento de las clases medias, aquellas que son el principal sustento de las haciendas p¨²blicas y garantes del Estado del bienestar, est¨¢ haciendo m¨¢s difusas las fronteras que las separaban de la pobreza y de la exclusi¨®n, en buena parte como efecto del incremento espectacular del paro, aunque no s¨®lo. Algunos soci¨®logos estiman que esas clases medias est¨¢n siendo sustituidas poco a poco por los pujantes mileuristas, que ya no son s¨®lo j¨®venes universitarios que tienen que aceptar bajos salarios para trabajar, a pesar de su superior formaci¨®n, sino que a ellos se han a?adidos los parados de larga duraci¨®n, inmigrantes, prejubilados, expulsados del mercado laboral, etc¨¦tera. Se estima que en Espa?a pueden alcanzar los 12 millones de personas.
A nuestro pa¨ªs apenas ha llegado el hambre gracias a los sistemas de protecci¨®n, algunos de los cuales han tenido que ser ampliados en esta coyuntura (por ejemplo, una ayuda adicional a aquellos parados que se han quedado sin ning¨²n tipo de apoyo estatal o de su comunidad aut¨®noma). Seg¨²n la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentaci¨®n (FAO), que reuni¨® su asamblea en Roma el pasado mes de noviembre, la combinaci¨®n de la crisis econ¨®mica y la alimentaria ha empujado la cifra de v¨ªctimas del hambre en el mundo a niveles hist¨®ricos: 1.000 millones de personas sufren hambre cr¨®nica. Jacques Diouf, director general de la FAO, cuantific¨® en 44.000 millones de d¨®lares anuales lo que costar¨ªa erradicar las cifras de la verg¨¹enza, un volumen irrisorio comparado con lo invertido en salvar de la bancarrota a los bancos en dificultades del primer mundo durante la crisis financiera. Como dijo el gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King, parafraseando a Churchill, nunca tan pocos debieron tanto dinero a tantos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.