Veneno para un magnicidio
Un juez investiga si el ex presidente Frei Montalva, que en 1982 era la principal figura de oposici¨®n al ex dictador Pinochet, fue asesinado con tres dosis de mostaza sulf¨²rica y talio y un f¨¢rmaco no autorizado. El crimen se intent¨® encubrir como muerte natural
S¨¢quenme de aqu¨ª inmediatamente", escribi¨® en un peque?o papel que conserva su nieta mayor, con letra temblorosa y casi ilegible, el ex presidente Eduardo Frei Montalva (que gobern¨® entre 1964 y 1970) mientras yac¨ªa en su habitaci¨®n de la cl¨ªnica Santa Mar¨ªa, una de las m¨¢s prestigiosas de Chile. Quiz¨¢ present¨ªa c¨®mo los aparatos de seguridad de la dictadura cerraban el cerco en su contra. Se hab¨ªa operado de una hernia de hiato en noviembre de 1981 y por complicaciones posteriores debi¨® regresar en diciembre a la cl¨ªnica, de la que s¨®lo sali¨® sin vida, debido a un shock s¨¦ptico. All¨ª fue nuevamente operado y a los pocos d¨ªas de haber escrito sus ¨²ltimas l¨ªneas falleci¨® en enero de 1982.
El Ej¨¦rcito produjo toxinas para "eliminar a quienes se alzaron como un riesgo para el r¨¦gimen", afirma Varela
La dictadura chilena lleg¨® a planear el uso de sus armas qu¨ªmicas ante un conflicto con Argentina
Los servicios secretos descartaron atentados con bomba por la conmoci¨®n internacional que causaban
Berr¨ªos, que emigr¨® a los aparatos represivos, dirigi¨® las investigaciones con qu¨ªmicos y productos t¨®xicos en la DINA
Casi 28 a?os despu¨¦s de la muerte de Frei, el juez Alejandro Madrid lleg¨® a una conclusi¨®n que remeci¨® al pa¨ªs y que muchos sospechaban, pero todav¨ªa se resist¨ªan a creer: calific¨® el caso de homicidio. Concluy¨® el magistrado que el ex presidente, que en 1982 era la principal figura de oposici¨®n al ex dictador Augusto Pinochet y estaba bajo la vigilancia de los aparatos de seguridad, fue envenenado con al menos tres dosis de mostaza sulf¨²rica y talio, inyectadas por v¨ªa endovenosa, y por la aplicaci¨®n de un f¨¢rmaco no autorizado, Transfer Factor, para debilitar sus defensas. Despu¨¦s, el crimen se intent¨® encubrir como muerte natural, eliminando las pruebas.
El magistrado lleg¨® a esta convicci¨®n tras investigar seis a?os con dedicaci¨®n exclusiva. Probablemente, la indagaci¨®n m¨¢s completa que se ha realizado sobre casos de violaciones de los derechos humanos, en la que ha acumulado un sumario de 9.000 p¨¢ginas en 27 tomos y dos cuadernos secretos, donde relata las mil diligencias, entre interrogatorios, ex¨¢menes y pericias que ha realizado.
Madrid proces¨® por el crimen de Frei a seis personas -tres de ellas como autores, una en calidad de c¨®mplice y dos de encubridores-, cuatro de los cuales apelaron. El magistrado debi¨® dar un paso al costado y fue reemplazado por otro juez, mientras la Corte resuelve un recurso que interpuso uno de los defensores para sacarlo del caso. La batalla judicial amenaza con dilatar la aplicaci¨®n de la justicia, pero el abogado querellante ?lvaro Varela recalca que los tribunales han confirmado que "hubo un homicidio", y la discusi¨®n es m¨¢s bien sobre qui¨¦nes lo cometieron y cu¨¢l fue su grado de participaci¨®n.
Varela distingue tres etapas en este delito. La inicial, que fue vigilar y obtener informaci¨®n de la v¨ªctima; la segunda, que consisti¨® en el envenenamiento de Frei, y la tercera, cuyo objetivo era ocultar o eliminar aquellos factores que permitir¨ªan advertir lo que sucedi¨® con el ex presidente. Con los seis procesamientos, Madrid se concentr¨® en la primera y la tercera etapa. Adem¨¢s, existen varios casos relacionados, que tambi¨¦n investiga el juez.
Pinochet, que en una ocasi¨®n sostuvo que "en Chile no se mueve ni una hoja sin que yo lo sepa", recib¨ªa informes a diario de lo que hac¨ªa y dec¨ªa Frei, uno de los fundadores de la Democracia Cristiana (DC). Los aparatos de seguridad de la dictadura hab¨ªan entrado en la intimidad de Frei, al convertir en informante a su ch¨®fer, Luis Becerra, a cambio de una remuneraci¨®n mensual. Pusieron micr¨®fonos, intervinieron tel¨¦fonos y lo siguieron incluso fuera del pa¨ªs. Becerra "se desplazaba al interior del hogar como si fuera un familiar m¨¢s", cuenta el abogado Varela.
El m¨¦dico que encabez¨® su segunda operaci¨®n, Patricio Silva, ex subsecretario de Salud de Frei, un militar que pas¨® a situaci¨®n de retiro en 1985 con grado de coronel, inform¨® de la intervenci¨®n a la jefatura de la comandancia. "Nosotros los militares, cuando hacemos funciones extrainstitucionales, como es operar a un ex presidente, tenemos que informar. Mi conducto natural era la casa presidencial", afirm¨® en una entrevista. Silva, procesado por el juez como uno de los autores del crimen, aunque la Corte de Apelaciones acogi¨® despu¨¦s un amparo suyo, aparece relacionado desde el hospital militar donde trabajaba con otras muertes de opositores a Pinochet.
Para la dictadura, Frei era una piedra en el zapato. El ex presidente hab¨ªa encabezado el primer acto masivo opositor a Pinochet para rechazar la Constituci¨®n de 1980, aprobada en un plebiscito sin registro electoral y que, con reformas, rige hasta el presente. En este rechazo a la Constituci¨®n y las cr¨ªticas a las violaciones a los derechos humanos coincid¨ªa con la izquierda, un sector que empezaba a renovarse. Las distancias entre la DC, que encabez¨® la oposici¨®n al Gobierno socialista de Salvador Allende, derrocado por los militares en 1973, y la izquierda se reduc¨ªan. El ex presidente Frei estaba tambi¨¦n tendiendo puentes hacia el movimiento sindical y era un aliado de Estados Unidos.
Frei era el hombre ideal para una transici¨®n. ?C¨®mo pod¨ªa la dictadura desembarazarse de un opositor influyente? En los procesamientos, el juez Madrid sostiene que el camino del envenenamiento era coherente con que se pudiera "proporcionar una explicaci¨®n m¨¦dica veros¨ªmil para explicar el fallecimiento (de Frei)". La v¨ªa de un atentado, como las bombas bajo los coches con las que fueron asesinados el ex jefe del Ej¨¦rcito, general Carlos Prats, y el ex ministro Orlando Letelier, y los disparos que dejaron gravemente herido al ex vicepresidente Bernardo Leighton, "provocaron tal conmoci¨®n internacional y a nivel interno" que se "hac¨ªa imposible la realizaci¨®n de un atentado de esa naturaleza en contra de la figura del ex mandatario", se?ala el magistrado.
Un ex agente de la Direcci¨®n de Inteligencia Nacional (DINA, el aparato represivo de la dictadura), el norteamericano Michael Townley, sostiene en el proceso judicial que dentro de la inteligencia militar se lleg¨® a la conclusi¨®n de que se deb¨ªan utilizar otros m¨¦todos para evitar los problemas internacionales que esto supon¨ªa para el Gobierno, seg¨²n cuenta el abogado Varela. El ex agente vive en Estados Unidos bajo el sistema de protecci¨®n de testigos tras confesar el crimen de Letelier y su asistente, cometido por orden de la DINA en Washington en 1976.
La oportunidad para el r¨¦gimen de Pinochet se present¨® cuando Frei, que no ten¨ªa escoltas ni contaba con protecci¨®n policial, resolvi¨® operarse en la cl¨ªnica Santa Mar¨ªa de Santiago. Poco antes de que fuera internado, la cl¨ªnica contrat¨® un grupo de militares retirados. Trabajaban en ese lugar al menos tres m¨¦dicos de los aparatos de seguridad, y uno de ellos, Juan Carlos Valdivia, entr¨® en la habitaci¨®n de Frei sin dejar registro en la ficha del paciente el mismo d¨ªa en que ¨¦ste perdi¨® sangre por un error en una sonda nasog¨¢strica. Valdivia, procesado por el juez, trabajaba en una cl¨ªnica de los aparatos represivos donde ejecutaron con gas sar¨ªn a un ex agente de la DINA, el cabo Manuel Leyton.
Al morir el ex presidente, comenz¨® de inmediato la tercera etapa del plan: el encubrimiento. Seg¨²n el juez, no hab¨ªa pasado una hora del fallecimiento de Frei cuando, sin permiso de la familia, y escoltados por agentes, dos m¨¦dicos de otra cl¨ªnica, Helmar Rosenberg y Sergio Gonz¨¢lez, fueron a practicar una autopsia al cad¨¢ver, cuyos resultados permanecieron ocultos durante 20 a?os. El procedimiento fue por completo irregular, realizado en la camilla de la habitaci¨®n de Frei y no en un lugar especial: su cuerpo fue colgado para vaciarlo y los ¨®rganos no fueron conservados.
La sospecha de intervenci¨®n de terceros qued¨® latente en algunos miembros de la familia Frei y en muchos otros. Pero no hubo pruebas hasta que el juez Madrid exhum¨® el cad¨¢ver y se encontraron rastros de mostaza sulf¨²rica y talio en los restos examinados.
Muchas de las hebras del caso apuntan al qu¨ªmico de la DINA Eugenio Berr¨ªos, enviado al exterior por Pinochet cuando regres¨® la democracia, que fue secuestrado y asesinado en 1995 en Uruguay por la inteligencia chilena, con apoyo de la uruguaya, porque sab¨ªa demasiado. Berr¨ªos, que emigr¨® desde la ultraderecha a los aparatos represivos de la dictadura, dirigi¨® las investigaciones con qu¨ªmicos, venenos y t¨®xicos en la DINA. Su primer laboratorio lo instal¨® en el domicilio de Townley en el elegante barrio de Lo Curro, el mismo lugar donde fue asesinado el funcionario espa?ol de la ONU Carmelo Soria. Despu¨¦s de usar gas sar¨ªn, Berr¨ªos prob¨® con una toxina en el caso de los envenenados de la c¨¢rcel.
Uno de los sobrevivientes de este episodio, Ricardo Aguilera, entonces de 28 a?os, tras sufrir n¨¢useas, v¨®mitos, diarrea y decaimiento, tuvo visi¨®n doble y despu¨¦s s¨®lo divis¨® sombras. Los mismos s¨ªntomas ten¨ªan sus siete compa?eros de celda. Era diciembre de 1981, es decir, m¨¢s de un mes antes de la muerte de Frei. Junto con otros tres prisioneros pol¨ªticos, estaba en un m¨®dulo de alta seguridad de la c¨¢rcel de Santiago, en una celda con cuatro presos comunes. Lo hab¨ªan trasladado desde un cuartel policial donde lo torturaron 10 d¨ªas y, como despu¨¦s supo y hoy investiga la justicia, era v¨ªctima de una nueva forma de eliminar opositores que ensayaba la dictadura, dando un mensaje a quienes resist¨ªan: ni siquiera en la c¨¢rcel estaban a salvo.
Aguilera achaca su envenenamiento a un plato de tallarines con salsa que trajeron del exterior a la c¨¢rcel y al que inocularon una toxina al ingresar. "Perd¨ª el control muscular, pero no la conciencia. Era como una inmensa fatiga. No pod¨ªa moverme. Si me pon¨ªan en una posici¨®n en la camilla, ah¨ª me quedaba. Pero me daba cuenta de todo. Un m¨¦dico dijo: '?ste no pasa de la noche'. Yo era como un muerto viviente", relata Aguilera, t¨¦cnico en instalaciones de gas.
Cuando V¨ªctor Corval¨¢n, uno de los presos comunes, muri¨® asfixiado en medio de convulsiones, los otros envenenados fueron trasladados al hospital de Gendarmer¨ªa. "Los m¨¦dicos dec¨ªan que si hubiese sido p¨¢jaro verde (alcohol destilado de barniz), habr¨ªamos estado sobreexcitados y no con fatiga. Un m¨¦dico de la Cruz Roja Internacional dio con la pista: botulismo", recuerda Aguilera. En ese momento, cuando requer¨ªan asistencia para respirar y estaban afiebrados, los trasladaron a la Posta Central, donde falleci¨® por insuficiencia cardiaca la segunda v¨ªctima, H¨¦ctor Pacheco, otro reo com¨²n.
El ant¨ªdoto para la toxina botul¨ªnica fue tra¨ªdo desde el exterior y seis salvaron sus vidas. Como estableci¨® el juez Madrid en su investigaci¨®n, la toxina lleg¨® al pa¨ªs bajo la forma de la bacteria clostridium botulinum, en un letal paquete enviado por valija diplom¨¢tica desde Brasil al estatal Instituto Bacteriol¨®gico, cuyo director, Joaqu¨ªn Larra¨ªn, lo entreg¨® al entonces coronel Eduardo Arriagada, jefe del secreto Laboratorio de Guerra Bacteriol¨®gica, dependiente de la Direcci¨®n de Inteligencia del Ej¨¦rcito (DINE).
Aguilera, a quien el juez Madrid interrog¨® m¨¢s de tres horas, cree que les introdujeron la toxina en la comida que compartieron con los presos comunes. "Es el crimen perfecto porque puede quedar en la impunidad total. Es muy dif¨ªcil de investigar y m¨¢s todav¨ªa de probar. El informe m¨¦dico dice que el fallecimiento es por insuficiencia respiratoria", sostiene.
El Ej¨¦rcito experiment¨® y produjo qu¨ªmicos y toxinas para "eliminar a quienes se alzaron como un riesgo para el r¨¦gimen de la ¨¦poca", afirma Varela, y recuerda que "en alg¨²n minuto tambi¨¦n se pens¨® en la posibilidad de utilizar estos elementos como medio de defensa o ataque en caso de un conflicto internacional". En sus escenarios de conflicto, la inteligencia militar chilena cre¨ªa factible un conflicto b¨¦lico con Argentina, que en 1978 estuvo a punto de estallar. Pero como esto no ocurri¨®, "su uso estuvo reducido a la eliminaci¨®n de opositores", sostiene Varela, un abogado que desde el comienzo de la dictadura se especializ¨® en derechos humanos.
Quien aparece como el principal responsable intelectual, Pinochet, falleci¨® hace tres a?os, muchas pruebas son circunstanciales y los procesamientos se basan en presunciones. Pero la familia Frei tiene esperanzas de que la investigaci¨®n prosiga. Varela atribuye la lentitud de la investigaci¨®n a que, tal como ha ocurrido en muchos otros casos de v¨ªctimas de la dictadura pinochetista, los responsables mantienen un f¨¦rreo pacto de silencio.
"Una de las grandes dificultades ha sido que no hemos encontrado colaboraci¨®n", sostiene Varela. La excepci¨®n es "una revelaci¨®n bajo secreto profesional que recibimos en el sentido de que aqu¨ª se hab¨ªa realizado una autopsia" (al ex presidente Frei). Si no hubiese sido por esa confidencia, "a lo mejor hasta el d¨ªa de hoy nada sabr¨ªamos de la actividad realizada por los m¨¦dicos que est¨¢n procesados", agrega el letrado que representa a los Frei.
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