Yemen, en el punto de mira
El atentado a¨¦reo frustrado de Detroit apunta en su origen a Yemen, como ha explicado el terrorista detenido, y ha sido reivindicado por Al Qaeda. El presidente Barack Obama ya mencion¨® el 1 de diciembre a ese ca¨®tico pa¨ªs, en el arco cr¨ªtico que va del cuerno de ?frica a Pakist¨¢n, como favorito de los yihadistas para expandir su base de operaciones; y Washington no descarta ahora acciones armadas directas sobre suelo yemen¨ª.
Estados Unidos ya ha recibido dos avisos muy serios de Al Qaeda en Yemen. Uno fue la voladura parcial del destructor Cole, el a?o 2000, en Ad¨¦n, con 17 muertos. Otro, el ataque hace poco m¨¢s de un a?o contra su embajada en San¨¢, donde perecieron otras 17 personas. Washington trata ahora de forjar una alianza con el presidente Al¨ª Abdul¨¢ Saleh que permita operar a sus fuerzas especiales -que ya instruyen discretamente al ej¨¦rcito yemen¨ª- contra los militantes de Al Qaeda, muy activos en el pa¨ªs tras su fusi¨®n a comienzos de a?o con la vecina rama saud¨ª de la multinacional terrorista, perseguida por Riad a sangre y fuego. En los ataques yemen¨ªes de este mismo mes contra bases de Al Qaeda, los americanos han proporcionado algo m¨¢s que una crucial informaci¨®n de inteligencia.
La colaboraci¨®n que EE UU quiere estrechar con Saleh -cuyo anticipo son 70 millones de d¨®lares en a?o y medio para el entrenamiento de las tropas yemen¨ªes- est¨¢, sin embargo, cargada de riesgos. Yemen es un pa¨ªs tribal, mis¨¦rrimo y en descomposici¨®n, vivero y refugio del fanatismo islamista. Su Gobierno, con una rebeli¨®n chi¨ª en el norte y una secesi¨®n creciente en el sur, apenas puede mantener unido el territorio; mucho menos controlar la pujanza terrorista. Obama deber¨ªa pensarlo dos veces antes de abrir un tercer frente en un escenario tan inestable como lejano y desconocido. Nada har¨ªa m¨¢s el juego planetario a Al Qaeda que un nuevo lodazal para Washington en el ?ndico.
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