?ndices enga?osos
El alza burs¨¢til no puede ser interpretada a¨²n como una se?al de recuperaci¨®n econ¨®mica
Si a los mercados de acciones se les pudiera atribuir capacidad predictiva sobre el comportamiento de las econom¨ªas en las que operan, bien podr¨ªa darse por segura la recuperaci¨®n generalizada. Tambi¨¦n para la econom¨ªa espa?ola. La Bolsa espa?ola ha cerrado su segundo mejor a?o de la ¨²ltima d¨¦cada: el Ibex 35 ha ganado un 29,84% en 2009.
Pero los mercados financieros, como ha demostrado la crisis, est¨¢n lejos de disponer de esa capacidad predictiva, entre otras razones porque su estructura de precios no refleja toda la informaci¨®n considerada relevante. Ni toda esa informaci¨®n est¨¢ libremente disponible ni los mercados son plataformas en las que rige la libre competencia. Tampoco los que toman las grandes decisiones se gu¨ªan por motivaciones completamente racionales.
Ocurre, en todo caso, que los ¨ªndices que se manejan suelen ser representativos del conjunto de valores que cotizan en Bolsa contenidos en una lista. En el caso espa?ol, el Ibex 35 es el reflejo de los 35 valores con mayor volumen de capitalizaci¨®n. No es en modo alguno representativo del conjunto de los que cotizan. En realidad, la Bolsa espa?ola sigue siendo poco representativa de su econom¨ªa. El volumen de transacciones en torno a media docena de valores (Telef¨®nica, las energ¨¦ticas y dos grandes bancos) son responsables de buena parte de la actividad y, desde luego, de la conformaci¨®n de los ¨ªndices correspondientes. Adem¨¢s, buena parte de esas empresas consiguen una proporci¨®n creciente de sus beneficios fuera de Espa?a. Este a?o, el 51% de sus ventas se ha generado en el exterior.
Desde bases tales ser¨ªa un error adjudicar a esos ¨ªndices capacidad de predicci¨®n econ¨®mica. Las cotizaciones burs¨¢tiles sufrieron un excesivo castigo en los peores momentos de la crisis bancaria estadounidense. Eso ha jugado un papel importante en el atractivo que a lo largo de este a?o han mostrado esos mercados de acciones para los inversores de todo el mundo. En la r¨¢pida e intensa recuperaci¨®n, adem¨¢s, ha influido de forma clara la ausencia de inversiones alternativas a los t¨ªtulos de renta variable: el bajo nivel de los tipos de inter¨¦s en todos los tramos temporales de la curva, junto al desplome de los precios de los activos inmobiliarios, apenas dejaba otra opci¨®n que la inversi¨®n en acciones.
A partir de ahora las cosas podr¨ªan cambiar si acaba extendi¨¦ndose el temor a la ca¨ªda de los precios de algunos bonos p¨²blicos o los de las empresas que vuelvan a apelar a unos mercados de capitales hasta hace poco muy selectivos.
Ser¨¢, efectivamente, la definitiva normalizaci¨®n de los mercados de cr¨¦dito la que permita interpretar mejor los movimientos en los precios de las acciones. Tampoco es dif¨ªcil anticipar la discriminaci¨®n que har¨¢n los inversores: de un lado, los mercados de acciones donde una mayor¨ªa de las empresas salga a flote de la crisis y, de otro, los que incluyan s¨®lo unas cuantas empresas saludables.
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