Atenci¨®n, buscamos extraterrestres
La noticia m¨¢s sensacional jam¨¢s contada es tambi¨¦n el sue?o de la astr¨®noma Jill Tarter: la detecci¨®n de un mensaje procedente de una inteligencia extraterrestre. Algo as¨ª sacudir¨ªa la prensa de todo el mundo. El planeta vibrar¨ªa como una lavadora. "Har¨ªa que cada uno de los seres humanos nos sinti¨¦ramos iguales frente a otra inteligencia gal¨¢ctica", asegura por tel¨¦fono esta investigadora. Claro que la cosa no ser¨¢ tan sencilla como descolgar el auricular para preguntar qui¨¦n llama desde el espacio. Como directora del Instituto SETI -siglas en ingl¨¦s de Search for Extraterrestrial Intelligence (B¨²squeda de Inteligencia Extraterrestre)-, Tarter mantiene su optimismo. Es la l¨ªder natural de un grupo al que la ortodoxia cient¨ªfica casi ha tildado de secta, pero que est¨¢ integrado por prestigiosos expertos como el fallecido divulgador Carl Sagan, el astr¨®nomo Seth Shostak y Frank Drake, autor de una famosa -y criticada- ecuaci¨®n para calcular el n¨²mero de civilizaciones inteligentes. Ella lleva 20 a?os al frente de esta instituci¨®n californiana y 30 intentando encontrar una respuesta a la pregunta de si estamos solos. Despu¨¦s de que la NASA abandonara el rastreo de se?ales inteligentes en 1993, el instituto SETI ha catalizado la b¨²squeda y atra¨ªdo el dinero. El mensaje alien¨ªgena dentro de una botella depende de los patrocinadores privados y del bolsillo de ciudadanos entusiastas. Gracias a ello, el SETI se las ha arreglado para no morir y comprar minutos de uso a los mejores radiotelescopios para que sumen sus grandes orejas a la escucha.
"Cincuenta a?os es mucho, es casi una vida, pero en t¨¦rminos c¨®smicos representa apenas un parpadeo"
El silencio de cinco d¨¦cadas no ha sido absoluto. El 15 de agosto de 1977 hubo un sobresalto, una se?al bautizada como 'Wow!'
Enviamos continuamente se?ales a la espera de una respuesta, pero tardar¨¢n dos millones de a?os en alcanzar la galaxia de Andr¨®meda
La misma ortodoxia cient¨ªfica que ahora les critica dio el primer espaldarazo hace 50 a?os. Nature public¨® un art¨ªculo titulado B¨²squeda de comunicaci¨®n interestelar, firmado por dos f¨ªsicos eminentes, Giuseppe Cocconi y Philip Morrison, que aseguraron que la ciencia deb¨ªa emprender el camino para detectar mensajes alien¨ªgenas. Mucho despu¨¦s, tras el portazo de la NASA, el SETI busc¨® dinero privado y cre¨® el proyecto Phoenix. En 1995, el radiotelescopio Parkes 210 en Nueva Gales del Sur (Australia) escudri?¨® 200 estrellas durante 16 semanas al a?o. Entre septiembre de 1996 y abril de 1998, el relevo pas¨® a la antena del Observatorio Nacional de Radioastronom¨ªa en Green Bank, Virginia (EE UU). Y por ¨²ltimo, a partir de 1998, los d¨®lares ara?aron dos sesiones anuales de entre tres y cuatro semanas al gigantesco radiotelescopio de 305 metros de Arecibo en Puerto Rico, el m¨¢s grande del mundo. Cuando finaliz¨®, el proyecto Phoenix hab¨ªa examinado cerca de 800 estrellas en un radio de unos 200 a?os luz. Sin resultados. El Nobel de F¨ªsica Enrico Fermi se lleg¨® a preguntar: si existen civilizaciones inteligentes all¨ª fuera, ?por qu¨¦ no las hemos escuchado? "Cincuenta a?os es mucho tiempo, es casi una vida, pero en t¨¦rminos c¨®smicos representa apenas un parpadeo", responde Tarter. "Y durante ese tiempo hemos utilizado los radiotelescopios de otras personas con un peque?o porcentaje de tiempo de uso. No hemos podido explorar el cielo de forma sistem¨¢tica".
La situaci¨®n ha dado un vuelco radical ¨²ltimamente. En el a?o 2000, el multimillonario Paul Allen, cofundador del gigante Microsoft, se rasc¨® el bolsillo y adelant¨® 25 millones de d¨®lares para construir una red de 350 antenas de seis metros cada una operadas por SETI, la red Allen. El pasado septiembre, las primeras 42 orientaron sus orejas al espacio, con un coste de 50 millones de d¨®lares. A¨²n faltan 40 millones. Todos esos platos juntos tendr¨ªan la resoluci¨®n de una antena de 700 metros. La red Allen ya opera desde el observatorio Hat Creek, 467 kil¨®metros al noreste de San Francisco. Para que este nuevo coraz¨®n no pierda el pulso, los cient¨ªficos del SETI consienten en ser adoptados. Por 100.000 d¨®lares, usted puede cenar un par de d¨ªas en casa de Tarter, realizar una excursi¨®n en su avioneta privada hasta el observatorio y sentirse parte de la aventura. "Lo que ya ha cambiado es que estamos en el aire todo el tiempo. Nos ha costado una d¨¦cada explorar unas mil estrellas. Pero en la pr¨®xima podremos explorar entre uno y diez millones de estrellas". Poco para una V¨ªa L¨¢ctea con 100.000 millones de soles.
?Pero de qu¨¦ clase de mensaje hablamos? El astr¨®nomo Seth Shostak no descarta pulsos de l¨¢ser enviados a distancias inimaginables, una especie de lenguaje morse ¨®ptico. Algunos telescopios en la Universidad de Harvard y de California en Berkeley operan bajo la filosof¨ªa SETI, rastreando de vez en cuando estos hipot¨¦ticos gui?os c¨®smicos. Pero lo cierto es que las se?ales de radio suponen un medio muy eficiente -y mucho m¨¢s barato- para enviar fragmentos de informaci¨®n de una estrella a otra. En 2020, la nave Voyager 1, el objeto m¨¢s distante jam¨¢s construido por el hombre, se encontrar¨¢ a casi 20.000 millones de kil¨®metros del Sol, pero seguir¨¢ enviando se?ales discernibles con los radiotelescopios. Morrison y Cocconi aseguraron en Nature que los extraterrestres usar¨ªan se?ales de radio.
"Lo que hacemos es buscar se?ales que hayan sido transmitidas de forma deliberada a trav¨¦s de distancias interestelares", explica Jill Tarter. "Si fueras un ingeniero extraterrestre muy avanzado y quisieras fabricar un haz que fuera reconocido por una inteligencia emergente con una tecnolog¨ªa nueva y joven, tendr¨ªas bastantes opciones. Una de ellas es fabricar una se?al absolutamente artificial, que no se pareciese en nada a una emisi¨®n natural". En realidad, matiza, m¨¢s que buscar inteligencias extraterrestres, de lo que se trata es de detectar tecnolog¨ªas extraterrestres.
En sentido estricto, el silencio de cinco d¨¦cadas al que se refer¨ªa el Nobel Enrico Fermi no ha sido tal. Hubo un sobresalto, una se?al bautizada como Wow! (el t¨¦rmino coloquial ingl¨¦s para la expresi¨®n "caramba" o "caray"), detectada por el astr¨®nomo Jerry Ehman el 15 de agosto de 1977, en el observatorio Big Ear de la Universidad estatal de Ohio (EE UU) y que sirvi¨® de inspiraci¨®n para la pel¨ªcula Contact. En ella, la doctora Ellie Arroway, interpretada por Jodie Foster, dormita encima del cap¨® de su auto con los cascos puestos y a su alrededor un racimo de radiotelescopios empiezan a moverse al atardecer: la se?al acaba de entrar, ella se despierta, comprende y aprieta el acelerador de su descapotable mientras avisa al centro de control. Sus colegas, excitados, lo graban todo. El que podr¨ªa haber sido el primer contacto para Jerry Ehman no careci¨® de emoci¨®n, desde luego. A este astr¨®nomo se le aceler¨® el coraz¨®n cuando descubri¨® la se?al entre una aburrid¨ªsima lista de n¨²meros escupida por la impresora en papel continuo, probablemente cuatro d¨ªas despu¨¦s de que fuera captada aquel 15 de agosto por la antena de un radiotelescopio.
'Wow!' apareci¨® durante 72 segundos y luego se desvaneci¨®. Pero era insultantemente potente. Tanto que entr¨® con una intensidad 50.000 veces mayor de lo normal, diferenci¨¢ndose de la est¨¢tica del universo, seg¨²n Shostak. Big Ear no pod¨ªa rastrear. La antena apuntaba a un punto del firmamento cada vez, dejando que la rotaci¨®n de la Tierra pintase un arco de exploraci¨®n en el cielo de una longitud de 72 segundos, justo la duraci¨®n de Wow! Cuando ocurri¨®, la antena apuntaba a la constelaci¨®n de Sagitario. La intensidad de la se?al aument¨® en el centro del arco, lo que cabr¨ªa esperar si fuera emitida desde un objeto celeste. Su frecuencia estaba pr¨®xima al hidr¨®geno. Empez¨® a cumplir los requisitos. Excepto que la antena realizaba dos barridos por cada exploraci¨®n con una diferencia de tres minutos. Y en el segundo, la se?al, que tendr¨ªa que haber aparecido, nunca regres¨®.
Lo que sucedi¨® ese verano de 1977 a¨²n da que hablar. Es muy posible que fuera artificial, pero ?quien o qu¨¦ la gener¨®? En la ¨¦poca no hab¨ªa aparatos terrestres emitiendo en una banda que entonces estaba protegida (1420 megahercios). Como escribe el propio Ehman, 30 a?os despu¨¦s no hab¨ªa sat¨¦lites ni aviones emitiendo en esa frecuencia. Se descartaron planetas, asteroides, sat¨¦lites y otros fen¨®menos astron¨®micos. Ehman pens¨® que podr¨ªa tratarse de una se?al terrestre rebotada por un residuo espacial captada accidentalmente por la antena. Ahora es menos esc¨¦ptico. No puede asegurar que la se?al fuera extraterrestre. Escribe: "Mi conclusi¨®n es que una se?al de una inteligencia extraterrestre podr¨ªa haber enviado la se?al que identificamos como la fuente de Wow!", resaltando la cursiva. "Podr¨ªa" no es aceptable en ciencia, lo que da el asunto por zanjado. "El hecho de que solamente vi¨¦ramos la se?al en un solo barrido podr¨ªa deberse a que estaba siendo enviada en nuestra direcci¨®n, y que despu¨¦s se emitiera en otra que no fuimos capaces de detectar". Big Ear analiz¨® 30.000 fuentes de radio en el universo -en otro tipo de estudios- y fue demolido en 1998 por culpa de la ampliaci¨®n de un campo de golf cercano y la construcci¨®n de 400 casas. Wow! no ha vuelto a aparecer, a pesar de que muchos aparatos han vuelto sus antenas hacia Sagitario. "Se han dedicado miles de horas de telescopios para rastrear esta se?al sin ¨¦xito, lo que es frustrante", reconoce Jill Tarter.
?Qu¨¦ suceder¨ªa ahora si algo como Wow! apareciese? "Donde quiera que encontremos una se?al, ahora podremos rastrearla casi de inmediato", asegura Tarter. En este oficio hay que templar nervios. Coger el tel¨¦fono y llamar a la prensa sin estar seguro resultar¨ªa suicida. ?Cual ser¨ªa el mensaje? "Lo que yo esperar¨ªa es una especie de ping intermitente, una se?al corta que se repetir¨ªa una vez cada hora, cada d¨ªa, cada pocas semanas o incluso cada pocos a?os", responde Shostak. Esta se?al actuar¨ªa como una br¨²jula que indicar¨ªa una posici¨®n en el cielo, "sobre la cual podr¨ªamos explorar para encontrar otra se?al m¨¢s d¨¦bil, pero que contenga mucha m¨¢s informaci¨®n".
Lanzamos inadvertidamente mensajes de radio al espacio de manera continuada, desde la invenci¨®n de la radio y la televisi¨®n. Claro que, seg¨²n Shostak, a¨²n no han viajado lo suficientemente lejos como para llamar la atenci¨®n. Las distancias en el espacio son inimaginables. "Es cierto que nuestras se?ales viajar¨¢n por siempre jam¨¢s, pero les llevar¨¢ unos dos millones de a?os alcanzar la galaxia de Andr¨®meda, y en este caso se precisar¨ªa una antena que tuviera diez veces el di¨¢metro de la Tierra para recogerlas. Los alien¨ªgenas no saben que estamos aqu¨ª, por lo que si est¨¢n tanteando nuestro sistema solar es s¨®lo porque estamos en una larga lista y lo hacen de forma ocasional".
Sobre el contenido, pura especulaci¨®n. Nadie espera frases hechas como "hola, estamos aqu¨ª", "?hay alguien ah¨ª fuera?". Debido a las enormes distancias interestelares, no existir¨¢ nada parecido a una conversaci¨®n. Un saludo como "hola" tardar¨ªa varios a?os en llegar a la Tierra, y la respuesta se adentrar¨ªa igualmente a?os luz en el espacio y a?os en el futuro. "Creo que ser¨ªa una conversaci¨®n a trav¨¦s del tiempo, como la que tenemos hoy con Shakespeare o los antiguos griegos. Lo que ellos han escrito se ha transmitido a trav¨¦s de los siglos y aprendemos de ellos al leerlos, a pesar de que no podemos hacerles ninguna pregunta". Tarter imagina algo parecido a nivel c¨®smico: civilizaciones avanzadas que transmitan una gran cantidad de informaci¨®n a otras menos desarrolladas, una especie de enciclopedia gal¨¢ctica.
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