En la buena direcci¨®n
Durante el a?o 2003 perdieron la vida en las carreteras espa?olas 3.993 personas. Ciertamente, no lo hicieron de golpe. Fue d¨ªa a d¨ªa, fin de semana tras fin de semana, durante las vacaciones de Semana Santa y tambi¨¦n en las de verano. En todo caso, no podemos decir que no nos enter¨¢ramos. La cr¨®nica de desgracias automovil¨ªsticas ya era un cl¨¢sico en nuestros informativos. Pero no aparec¨ªan como un gran problema para el conjunto de los ciudadanos. De esa cifra casi ni se discut¨ªa. La seguridad vial no figuraba entre los temas de debate ni en foros pol¨ªticos, ni tan siquiera en los period¨ªsticos. De vez en cuando, nuestra conciencia colectiva se sacud¨ªa cuando una madrugada un grupo de j¨®venes perd¨ªan la vida despu¨¦s de una larga noche de fiesta. Entonces surg¨ªan airadas voces sobre los peligros del alcohol al volante, y casi nunca faltaban esos reproches gen¨¦ricos a la juventud, que son producto m¨¢s de la a?oranza que de un an¨¢lisis serio de la realidad.
Algo ha cambiado profundamente en las costumbres de los conductores
Probablemente, en el fondo de la aparente falta de preocupaci¨®n por lo que, objetivamente, era una cat¨¢strofe, lat¨ªa una suerte de conformismo, casi de fatalidad seg¨²n la cual esta p¨¦rdida de vidas humanas era el inevitable precio a pagar por el uso del autom¨®vil. Y quiz¨¢ esa absurda especie, nunca demostrada, por indemostrable, seg¨²n la cual los espa?oles somos as¨ª: poco disciplinados, poco amigos de cumplir las normas y entre ellas el c¨®digo de circulaci¨®n.
El a?o 2009 que acaba de terminar, ha visto c¨®mo 1.897 personas perd¨ªan su vida en accidentes de tr¨¢fico. Son muchas vidas, muchas tragedias, mucho dolor. Pero tambi¨¦n son muchas menos que las se perdieron en el 2003. M¨¢s de dos mil menos. Por sexto a?o consecutivo hemos conseguido que estas siniestras cifras bajen. Y ello a pesar de que entre el 2003 y el 2009 ha seguido aumentando el n¨²mero de veh¨ªculos y de conductores en nuestras carreteras. Seis a?os de descenso continuado que nos permiten asegurar que los n¨²meros no reflejan ninguna anomal¨ªa estad¨ªstica, sino que son el resultado consistente de que algo ha cambiado profundamente en los usos y costumbres de los conductores espa?oles. No es s¨®lo una percepci¨®n, existen datos. Cada d¨ªa son menos los conductores que sufren alg¨²n percance en nuestras carreteras y no llevan puesto su cintur¨®n de seguridad. Los controles de alcoholemia, cada d¨ªa m¨¢s numerosos, arrojan porcentajes de infractores que tambi¨¦n descienden de a?o en a?o. La velocidad a la que se circula en nuestro pa¨ªs es menor que hace algunos a?os. En definitiva, los espa?oles conducen de forma m¨¢s segura, son m¨¢s precavidos, m¨¢s conscientes de los peligros que el uso del coche puede suponer.
Los buenos resultados de una pol¨ªtica sostenida de mejora de la seguridad vial est¨¢n ah¨ª. Una pol¨ªtica meditada, que ha incorporado las mejores pr¨¢cticas de los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea, y que se ha mantenido como una prioridad gubernamental desde el primer minuto de la anterior legislatura. Esos buenos resultados son, en todo caso, el fruto del trabajo de mucha gente. De los grupos parlamentarios, que han establecido el carn¨¦ por puntos, modificado el C¨®digo Penal, mejorado el sistema de regulaci¨®n de las infracciones de tr¨¢fico. Pero, sobre todo, que han llevado el debate sobre la seguridad vial al Parlamento, y buscado consensos amplios para su mejora.
Son el producto del esfuerzo de los miembros de la Agrupaci¨®n de la Guardia Civil de Tr¨¢fico; de jueces y fiscales; de los funcionarios de la Direcci¨®n General de Tr¨¢fico; de las asociaciones de conductores; de los constructores, que han incrementado la seguridad de coches y de motos; de los medios de comunicaci¨®n; de las administraciones, que han mejorado las carreteras; del sistema educativo, que ha incorporado la educaci¨®n vial a la actividad escolar; de las asociaciones de v¨ªctimas, en fin, que han hecho o¨ªr su voz y no han dejado de trabajar para que lo que les ha sucedido a ellos o a sus familiares no les pasara a otros.
Se puede decir, con raz¨®n, que queda mucho trabajo por hacer. Nuestras carreteras todav¨ªa generan demasiadas vidas truncadas, demasiados heridos con secuelas permanentes. Pero sabemos cu¨¢l es el camino. Estos a?os han demostrado que se pueden reducir los accidentes, tambi¨¦n en Espa?a. Que los espa?oles, por supuesto los j¨®venes, sabemos y podemos ser responsables cuando nos ponemos al volante. Por eso, la principal tarea del Gobierno va a seguir siendo alentar ese creciente compromiso ciudadano con la seguridad. Una actitud que, a fin de cuentas, no es sino una apuesta en favor de la vida.
Alfredo P¨¦rez Rubalcaba es ministro del Interior
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