El misterio de la belleza
A veces la belleza en el arte es tan misteriosa que puede levantar sospechas. El caso es que el otro d¨ªa desapareci¨® del Museo Cantini, en el centro de Marsella, una obra de Edgar Degas: Les Choristes s¨®lo mide 32 cent¨ªmetros por 27, est¨¢ valorada en unos 800.000 euros y pertenece al Museo d'Orsay, que ha cedido la pieza para una exposici¨®n colectiva. No muy lejos de Marsella, en La Cadi¨¨re d'Azur, y durante la misma noche del mi¨¦rcoles al jueves, fueron robados unos treinta cuadros en la mansi¨®n de un coleccionista. Algunas de las obras son de artistas de la relevancia de Picasso o Rousseau y, en conjunto, el paquete se calcula que vale un mill¨®n de euros.
Si sobre la propia belleza no existe una ¨²ltima palabra, y por eso hay artistas que levantan ciegas pasiones o furibundas descalificaciones, tampoco parece muy claro lo que ha pasado con esos robos. El arte es un misterio y los robos de cuadros parece que tambi¨¦n se apuntan a ese camino sin salida. No hay manera de saber qu¨¦ ocurri¨® con el cuadro de Degas: estaba el mi¨¦rcoles cuando se cerr¨® el museo y ya no estaba cuando abri¨® sus puertas al d¨ªa siguiente. La polic¨ªa ha interrogado al guardia que vigilaba el museo durante aquellas horas: parece que no vio nada. Tampoco se enteraron de mucho los que velaban por los tesoros del coleccionista: encontraron rota la puerta acristalada de la mansi¨®n y luego comprobaron que alguien hab¨ªa pasado por all¨ª para llevarse consigo un bot¨ªn.
Todas las hip¨®tesis son v¨¢lidas y no se descarta ninguna pista. En agosto de 2004, seis tipos entraron en Estocolmo en el Museo de Oslo y a punta de pistola se llevaron dos cuadros de Edvard Munch, El grito y Madonna. Un presidiario se ofreci¨® de mediador para recuperar las obras a cambio de que le rebajaran la pena. El chantaje no se acept¨®, pero al final el bot¨ªn termin¨® por aparecer. ?C¨®mo? Otro misterio, que un inspector intent¨® camuflar bajo la f¨®rmula de "sistem¨¢tica y bien planeada operaci¨®n de la polic¨ªa de Oslo".
Seguramente se puede aceptar que la belleza de un cuadro sea un misterio y que tambi¨¦n sea misterioso el valor que determinadas obras alcanzan en el mercado. Lo que ya provoca m¨¢s inquietud es que sean misteriosos los robos y misteriosas las pesquisas de la polic¨ªa. Veremos qu¨¦ pasa esta vez.
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