Uribe se deja empujar
El presidente colombiano se niega a revelar sus intenciones si el tribunal avala un tercer mandato
El presidente colombiano ?lvaro Uribe ser¨ªa el Hitchcock latinoamericano, maestro del suspense, si no estuviera jugando con su eventual reelecci¨®n a un tercer mandato, para el que a¨²n tendr¨ªa, sin embargo, que ganar un refer¨¦ndum que le permitiera retocar la Constituci¨®n. En sus ¨²ltimas declaraciones se ha encomendado al Alt¨ªsimo, al pueblo y a la Corte Constitucional, de quienes dice que depende su presentaci¨®n a las elecciones de mayo. Pero de la triple invocaci¨®n, a la que hay que hacer plena confianza es a la del tribunal, porque sin su consentimiento -que se espera desde hace meses- no caben consulta ni candidatura.
La situaci¨®n sigue, con todo, calent¨¢ndose en lo que ya es verdadera precampa?a, ante la que se perfilan dos escuelas. La que sostiene que los recientes atentados de las FARC, con el brutal asesinato del gobernador de la provincia del Caquet¨¢, Luis Francisco Cu¨¦llar, prueban que la pol¨ªtica de seguridad democr¨¢tica es incapaz de acabar con la guerrilla -en realidad, un hatajo de bandoleros y terroristas-, y la que, por el contrario, porf¨ªa con que hace falta una tercera oportunidad para que Uribe saje definitivamente ese absceso de la democracia colombiana. Y a la vista de los alt¨ªsimos ¨ªndices de popularidad presidencial, cabe poca duda de que la segunda es mayoritaria.
Igualmente, la verborragia del vecino de al lado, el presidente venezolano, Hugo Ch¨¢vez, secunda para conjurar problemas de pol¨ªtica interior esa preferencia, con sus acusaciones de que Estados Unidos va a atacar a su pa¨ªs desde bases colombianas e islas holandesas del Caribe, raz¨®n por la que mete tambi¨¦n en el ajo a un pa¨ªs que desde que perdi¨® Indonesia en 1949 no ha querido o¨ªr hablar de aventuras militares.
Son cada d¨ªa m¨¢s las voces nacionales e internacionales que piden al presidente que adelante su compromiso de no presentarse a un tercer mandato aunque la sentencia del tribunal lo autorice: que se contente con ocho a?os de ¨¦xitos en la lucha contra la subversi¨®n, pero de profunda aton¨ªa en lo social. Un tercer Uribe es, adem¨¢s de inapropiado (que la ley por ¨¦l impulsada le sea aplicada), innecesario. Sucesores los hay en casa y en la oposici¨®n, pero, sobre todo, Colombia precisa otros aires. El mejor y m¨¢s democr¨¢tico servicio que puede prestar hoy a la naci¨®n es tomarse un merecido descanso.
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