La voz de Camus
Cuando en 1957 se le otorg¨® a Albert Camus el Nobel, su pa¨ªs recibi¨® la noticia de forma desigual. No fue s¨®lo L?Humanit¨¦, el peri¨®dico comunista, el que desaprob¨® la concesi¨®n del premio. Cuando apenas dos a?os despu¨¦s, el pasado d¨ªa 4 hizo cincuenta a?os, fallec¨ªa en un accidente de autom¨®vil, se puede decir que Camus era un escritor en horas bajas. Despu¨¦s, se siguieron leyendo y estudiando sus novelas, pero lo que se acall¨® fue su voz, la valent¨ªa de una opini¨®n que lo convirti¨® en una autoridad moral, pese a los esfuerzos de sus detractores para desprestigiarlo. Hab¨ªa muerto, cierto, pero tambi¨¦n los muertos hablan. Lo hacen cuando nos preguntamos, ?qu¨¦ habr¨ªa dicho X sobre esto, y sobre esto otro?, es decir, cuando asumimos o tratamos de asumir los presupuestos desde los que X hablaba. Y los presupuestos de Camus eran clar¨ªsimos. Los explicit¨® ¨¦l mismo.
En su conferencia de Upsala, pronunciada a ra¨ªz de la concesi¨®n del Nobel, habl¨® de la tarea del arte y del artista. En la actualidad, frente a ¨¦pocas pasadas, este ¨²ltimo se hallaba embarcado, expresi¨®n que le parec¨ªa m¨¢s adecuada que comprometido (engag¨¦), situaci¨®n que lejos de ser para ¨¦l un compromiso voluntario consist¨ªa m¨¢s bien en algo similar a un servicio militar obligatorio. Y tras rechazar el esteticismo del arte por el arte, el malditismo nihilista de la negaci¨®n de todo y el realismo socialista, define en qu¨¦ consiste ese estar embarcado: para el artista no existen los verdugos privilegiados. Es por eso, contin¨²a diciendo, que la belleza no puede servir a ning¨²n partido, s¨®lo sirve al dolor o a la libertad de los hombres. El ¨²nico artista comprometido es el francotirador, esto es, aqu¨¦l que sin rechazar el combate, rechaza al menos unirse a los ej¨¦rcitos regulares. "Solitaire" y "solidaire", como explicar¨ªa en una conferencia de prensa d¨ªas antes, no ser¨ªan t¨¦rminos antit¨¦ticos, sino complementarios. Fue esa libertad solidaria la que le gan¨® el anatema de otros intelectuales "engag¨¦s" y menos libres, y es la que hoy fundamenta su grandeza, que no ha hecho sino crecer estos ¨²ltimos a?os.
Justo la v¨ªspera de esa conferencia de Upsala, Camus tuvo un enfrentamiento dial¨¦ctico con un representante del FLN argelino, en cuyo transcurso pronunci¨® esa c¨¦lebre frase que yo quiero situar en su contexto, y cuyo significado ¨¦l explic¨® luego en su pr¨®logo a Actuelles III. Esto fue lo que dijo Camus: "He condenado siempre el terror. Debo condenar tambi¨¦n un terrorismo que se ejerce ciegamente, en las calles de Argel por ejemplo, y que un d¨ªa puede golpear a mi madre o a mi familia. Creo en la justicia, pero defender¨¦ a mi madre antes que a la justicia". Nos falt¨® la voz de Camus, s¨ª, cuando nos sobraron tantos predicadores insensatos, que tanto da?o nos hicieron. Retrospectivamente s¨®lo cabe lamentarlo. Y lean, para empezar bien el a?o, El primer hombre, esa maravilla que tuvo que esperar hasta 1994 para ver la luz.
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