Las pistolas de la verg¨¹enza en la NBA
Arenas, la estrella de Washington, ten¨ªa armas en su taquilla y un compa?ero le amenaz¨® con otra
El sustrato pandillero que existe en la hiperprofesionalizada NBA, cada vez m¨¢s nutrida de jugadores de la calle, ha alcanzado cotas sin precedentes. El astro m¨¢s refulgente de los Washington Wizards puede ser una estrella fugaz. Gilbert Arenas, la bola de fuego del baloncesto estadounidense, apunt¨® con un arma de fuego a su compa?ero de equipo Javaris Crittenton el pasado 24 de diciembre (supuestamente en medio de una discusi¨®n por deudas de juego), en los vestuarios del Centro Verizon de la capital de Estados Unidos. La vehemencia con la que el jugador se ha comportado en los ¨²ltimos d¨ªas ha llevado a la NBA a suspenderle. Ahora, apartado de la cancha, espera los resultados de unas pesquisas policiales que podr¨ªan llevarle a la c¨¢rcel.
El caso, sin embargo, sigue entre dudas. Seg¨²n la confesi¨®n de Arenas a la polic¨ªa, que ayer public¨® el Washington Post, en el vestuario de los Wizards no hab¨ªa cuatro pistolas, sino cinco, una propiedad de Crittenton. ?ste, seg¨²n Arenas, carg¨® su pistola durante la discusi¨®n y le amenaz¨® con pegarle un tiro en una rodilla reci¨¦n operada, lo que provoc¨® el p¨¢nico entre el resto de compa?eros en el vestuario.
Lo que ha enfurecido a una buena parte de los aficionados estadounidenses no es s¨®lo el incidente en s¨ª mismo, sino tambi¨¦n la actitud posterior de Arenas. El 5 de enero, en un partido contra Filadelfia, salt¨® a la cancha y comparti¨® un momento de asueto con sus compa?eros. Sonriente y desafiante, se coloc¨® en medio de un c¨ªrculo de jugadores, hizo el s¨ªmbolo de la pistola con ambas manos y fingi¨® que les disparaba.
As¨ª bromeaba con la violencia la estrella del equipo de una ciudad que hoy ostenta una de las normas m¨¢s restrictivas de tenencia de armas del pa¨ªs. En la taquilla de Arenas se encontraron cuatro pistolas. Arenas no ten¨ªa licencia para ninguna. Adem¨¢s, las leyes locales obligan a que las personas con licencia mantengan sus armas en su vivienda o negocio "bajo pena de prisi¨®n de hasta cinco a?os". Por eso penden dos investigaciones criminales sobre Arenas, una del gobierno federal y otra de las autoridades locales. Cuando Arenas fing¨ªa que disparaba a sus compa?eros en Filadelfia, todos re¨ªan, ajenos a la imagen que transmit¨ªan a los miles de ni?os que les ve¨ªan. Pero hubo alguien que enfureci¨®: el comisionado de la NBA, David Stern, que decidi¨® suspenderle fulminantemente sin sueldo, a la espera de los resultados de la investigaci¨®n. Por cada partido perdido, el baloncestista dejar¨¢ de ganar unos 100.000 euros. Stern fue tajante: "Su conducta demuestra que no est¨¢ en condiciones de jugar".
Era d¨ªa de Reyes, y el 28 cumplea?os de Arenas. El jugador emiti¨® un sobrio comunicado en el que pidi¨® disculpas por "decepcionar a los compa?eros y a los seguidores". Pero en su p¨¢gina en la red social twitter se ha mostrado entre desafiante y martirizado. "Me levant¨¦ esta ma?ana y vi que soy el nuevo JOHN WAYNE", escribi¨® el 1 de enero. Posteriormente se compar¨® con l¨ªderes negros como Barack Obama, Martin Luther King y Malcolm X.
El jugador, que en 2007 se gast¨® un mill¨®n de d¨®lares en festejar su 25 cumplea?os, se ha esforzado en los ¨²ltimos d¨ªas en parecer lo contrario: un jugador mod¨¦lico, padre de dos hijos, culto, humilde y ajeno a unas armas que aparecieron en su armario. Su versi¨®n oficial es que escondi¨® las pistolas en su taquilla porque no quer¨ªa dejarlas en la misma casa en la que duermen sus hijos.
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