Navidad en la c¨¢rcel
La dura reacci¨®n danesa contra Greenpeace se suma a la tendencia de acallar a las ONG
La liberaci¨®n de los cuatro activistas de Greenpeace, entre ellos el director de la organizaci¨®n en Espa?a, Juan L¨®pez de Uralde, puso fin el mi¨¦rcoles al desconcertante cap¨ªtulo protagonizado por la polic¨ªa y la justicia danesas. L¨®pez de Uralde, Nora Christiansen, Christian Schmutz y Joris Thijssen fueron encarcelados el pasado 17 de diciembre por colarse en una cena de gala ofrecida por la reina Margarita a los l¨ªderes pol¨ªticos que participaron en la Cumbre del Clima e intentar desplegar una pancarta de protesta por su falta de compromiso.
La inmediata detenci¨®n de los cuatro activistas y la posterior investigaci¨®n sobre sus identidades y objetivos son medidas no s¨®lo l¨®gicas sino exigibles. El control de la seguridad y la aplicaci¨®n de la ley son ineludibles y los propios activistas planearon su protesta conscientes del riesgo que corr¨ªan. A partir de ah¨ª, lo que resulta sorprendente es la dureza de los cargos, as¨ª como la prolongaci¨®n de la prisi¨®n durante 20 d¨ªas y el tratamiento dispensado a los medioambientalistas como si de peligrosos delincuentes se tratara.
Dinamarca endureci¨® sus leyes a favor de la seguridad semanas antes de la celebraci¨®n de la Cumbre del Clima como preludio a la sobreactuaci¨®n de la que hizo gala durante la misma. Las fuertes restricciones y la contundencia en sofocar las protestas fueron llamativas, pero comprensibles en un contexto de riesgo terrorista y de des¨®rdenes p¨²blicos capaces de eclipsar las negociaciones y unos acuerdos que nunca llegaron.
No era previsible, sin embargo, que acabada la Cumbre se mantuviera una actitud tan extrema. Manifestaciones similares por parte de organizaciones como Greenpeace, que ejercen una importante influencia en la defensa medioambiental y utilizan medios pac¨ªficos para sus protestas, se saldan habitualmente con unas cuantas horas de detenci¨®n y una multa. La reacci¨®n danesa ha sido desproporcionada y supone una seria amenaza para este tipo de ONG, que basan parte de su estrategia de comunicaci¨®n en acciones espectaculares para aumentar el impacto de sus mensajes.
Esta discutible actuaci¨®n danesa es especialmente preocupante porque se suma a la tendencia creciente y general de marginar y reprimir en los encuentros internacionales a las ONG, que representan las ¨²nicas voces de esa sociedad civil que tanto suelen ponderar los pol¨ªticos.
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