El desconcertante mundo del a?o 2010
Hay se?ales muy positivas: no s¨®lo progresa la tecnolog¨ªa sino tambi¨¦n la cooperaci¨®n internacional. Y otras muy negativas: persisten las turbulencias econ¨®micas y se mantienen los nacionalismos. El viaje es dif¨ªcil
Durante 2008, un grupo de trabajadores de una instituci¨®n humanitaria y de ayuda al desarrollo inici¨® la construcci¨®n de unas escuelas en una regi¨®n oriental del Congo devastada por la guerra. Da la casualidad de que uno de los administradores del proyecto es mi hijo mayor, Jim Kennedy, de manera que la familia ha recibido un chorro de fotos digitales de escuelas a medio construir, grupos de muchachos aprendiendo encantados el arte de mover marionetas y otras se?ales de que las cosas est¨¢n mejorando.
A menudo me veo asintiendo con la cabeza acerca de lo que el caso me dice, alentadoramente, a prop¨®sito de nuestra interconexi¨®n global: he aqu¨ª un proyecto financiado por la Agencia Noruega de Auxilio, dirigida por un ingl¨¦s educado en universidades de B¨¦lgica, China, Holanda y el Reino Unido, trabajando en proyectos de ayuda humanitaria, informando por Internet a miles de millas de distancia, protegido por tropas pacificadoras paquistan¨ªes de Naciones Unidas... y todo ello en Goma, escenario de El coraz¨®n de las tinieblas, de Joseph Conrad. El mundo parece haber cambiado a mejor en los ¨²ltimos cien a?os.
La posici¨®n del d¨®lar es muy fr¨¢gil; quiz¨¢ no estemos lejos de una crisis monetaria global
En Estados Unidos hay quien piensa m¨¢s en c¨®mo contener a China que en resolver lo de Afganist¨¢n
Luego vienen las malas noticias. Hace algunos meses se hizo algo m¨¢s dif¨ªcil mantener el programa de construcci¨®n de escuelas cuando cerca de 100.000 refugiados ruandeses cruzaron la frontera, huyendo del acoso de unidades de su Ej¨¦rcito (en otras palabras, las batallas entre hutus y tutsis contin¨²an). Y, justo una semana despu¨¦s, el equipo de ayuda al desarrollo y los trabajadores locales se encontraron, en mitad de la noche, atrapados en un intenso fuego cruzado entre rebeldes congole?os y unidades del Ej¨¦rcito del Congo. Tras seis horas cuerpo a tierra fueron rescatados por los pacificadores de Naciones Unidas, y una agotadora retirada en un batiburrillo de camiones les condujo hasta la relativa seguridad de Goma.
M¨¢s o menos al mismo tiempo, los talibanes mataron en Kabul a cinco monitores electorales de Naciones Unidas. Unas cinco semanas antes, cinco miembros del Programa Mundial de Alimentos murieron en Islamabad por la explosi¨®n de una bomba causada por un suicida. Los heroicos equipos de primera l¨ªnea de la sociedad civil internacional est¨¢n siendo atacados por las fuerzas del caos y el odio. Uno se acuerda de un comentario de John Buchan: "Bajo la delgada corteza de la civilizaci¨®n, murmuran las voces primarias". Y atacan.
A lo largo y ancho del planeta est¨¢n sucediendo cosas que deber¨ªan preocupar a todos los observadores sensibles. Por un lado, hay se?ales de progreso y creciente prosperidad en pa¨ªses que van desde Canad¨¢ a China, o desde Australia a Brasil. Por otro, est¨¢n los indicadores de cat¨¢strofes medioambientales, inestabilidades financieras, guerras civiles, Estados fallidos, disputas sobre tierras y fronteras, abusos contra los derechos humanos y demostraciones de nacionalismo airado y ego¨ªsta.
?C¨®mo explicar este desconcertante fen¨®meno de simult¨¢nea integraci¨®n global y desintegraci¨®n tribal? Si tuvi¨¦ramos que explicar a una misi¨®n investigadora de Marte cu¨¢l es la situaci¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica del globo cuando entramos en el a?o 2010, tendr¨ªamos que dar cuenta de un mont¨®n de paradojas y explicarles a los desconcertados marcianos que las se?ales para el futuro de la Tierra apuntan hacia direcciones muy diferentes.
A nivel tecnol¨®gico, por ejemplo, la caravana del progreso contin¨²a avanzando. No pasa un d¨ªa sin que tengamos el anuncio de alg¨²n nuevo tipo de descubrimiento. Pero si uno se fija en los mundos de las finanzas y el comercio, los impuestos y el gasto, la escena resulta mucho m¨¢s confusa: de hecho hay muchos tumbos y sacudidas confirmados durante los ¨²ltimos 18 meses por las quiebras causadas por las subprime en el mercado, la banca y las empresas. Es como si el gale¨®n llamado Econom¨ªa Global estuviera zarandeado por una fuerte tormenta y se viera batido por olas y vientos procedentes de distintas latitudes, aunque se mantiene todav¨ªa a flote a pesar de tener mucho de su aparejo (Lehman, Northern Rock, AIG) destrozado. Hay algunos pilotos nuevos al tim¨®n y las nubes pueden estar despej¨¢ndose por el Este, pero tanto los meteor¨®logos expertos como los marineros saben que el ojo de la tormenta puede estar en realidad bastante tranquilo en comparaci¨®n con el torbellino de condiciones desatadas a su alrededor.
Por empezar con una corriente turbulenta, los desequilibrios comerciales parecen bascular peligrosamente. El Fondo Monetario Internacional ha estado enviando advertencias desde hace a?os, pero los gobiernos que dominan las instituciones de Bretton Woods no parecen tom¨¢rselas en serio. Es cierto que se encuentran en las reuniones del G-20 y hacen declaraciones tranquilizadoras: Estados Unidos reducir¨¢ sus d¨¦ficits presupuestarios, China dotar¨¢ de mayores est¨ªmulos a su econom¨ªa dom¨¦stica, se tomar¨¢n medidas para reducir la especulaci¨®n monetaria, y cosas as¨ª. Pero todo el mundo sabe que ni el Congreso de EE UU ni la Casa Blanca ofrecer¨¢n a sus votantes el amargo trago de unos significativos aumentos de impuestos ni de unos significativos recortes presupuestarios.
Y, mientras China tenga que dedicar seguramente mucho m¨¢s dinero a acuciantes cap¨ªtulos dom¨¦sticos, tales como vivienda, centrales el¨¦ctricas, puertos y ferrocarriles, por no hablar de sus fuerzas armadas, la consecuencia ser¨¢ que cambiar¨¢ los cientos de miles de millones de su reserva de d¨®lares, ganados por su super¨¢vit exportador, a yuanes, hundiendo un poco m¨¢s a la moneda norteamericana. Quiz¨¢ no estemos lejos de una crisis monetaria global, con los gobiernos de Asia y los fondos soberanos de inversi¨®n patrimonial -por no hablar de los especuladores- titubeando sobre el alambre de la decisi¨®n de si comprar oro y vender d¨®lares, como hizo India recientemente. Con doctos art¨ªculos y editoriales hablando sobre ello en cada peri¨®dico del mundo, crecen las oportunidades de volatilidad. La frase de Buchan podr¨ªa ser modificada: "Sobre la delgada corteza de un sistema de libre mercado autoequilibrado, chillan los milanos y los buitres".
Respecto a nuestro mundo pol¨ªtico, tendr¨ªamos dificultades para explicar a los visitantes marcianos por qu¨¦ estamos como estamos -192 Estados separados, algunos desintegr¨¢ndose- y c¨®mo ha sucedido eso. Por extra?as razones hist¨®ricas, los m¨¢s de 6.000 millones de seres humanos del planeta se han dividido en un rid¨ªculamente amplio n¨²mero de naciones separadas, grandes y peque?as, ricas y pobres, pac¨ªficas y belicosas, cada cual exhibiendo sus banderas, himnos, fuerzas armadas, oficinas de aduanas e inmigraci¨®n y todo lo dem¨¢s. Esto quiz¨¢ fuera tolerable si todas las naciones vivi¨¦ramos en armon¨ªa, pero no lo hacemos. Ahora mismo, esa guerra que se est¨¢ desplegando entre el Congo y Ruanda es una de las cerca de 20 con las que lidian las fuerzas de pacificaci¨®n de Naciones Unidas, y la suma no incluye a los fuegos que se propagan desde la qu¨ªntuple mara?a de Irak/Ir¨¢n/Afganist¨¢n/Pakist¨¢n/Cachemira. Y hoy m¨¢s de un planificador naval o a¨¦reo norteamericano no est¨¢ prestando realmente mucha atenci¨®n a Afganist¨¢n, puesto que tiene a China en la cabeza, y m¨¢s de un planificador chino est¨¢ calculando una estrategia para mantener a Estados Unidos alejado de Asia Oriental.
A estas alturas, los marcianos seguramente habr¨¢n decidido volverse a casa: la Tierra no es un lugar razonable para ser ocupado por vida inteligente. Pero, a diferencia de los marcianos, nosotros tenemos que estar aqu¨ª, en nuestra confusa circunstancia pol¨ªtica, econ¨®mica y tecnol¨®gica, con nuestros l¨ªderes pol¨ªticos, servidores civiles internacionales, bancos y creadores de opini¨®n tratando de hacer las cosas mejor, o por lo menos, asegur¨¢ndonos de que no van de mal en peor.
Ha habido mucho progreso en el planeta durante las d¨¦cadas precedentes y hay se?ales de que habr¨¢ m¨¢s en el futuro. Pero hay tambi¨¦n por delante muchas tormentas, mareas y rocas que superar, que es por lo que, una y otra vez, nos volveremos hacia nuestros gobiernos nacionales y organizaciones internacionales, por defectuosos que sean, por humanos que sean, para mantener la nave global a flote y capaz de seguir navegando. Sin embargo, nadie deber¨ªa asumir que vaya a ser un viaje f¨¢cil.
Paul Kennedy es profesor de Historia y director de Estudios de Seguridad Internacional en la Universidad de Yale. ? 2009, Tribune Media Services, Inc. Traducci¨®n de Juan Ram¨®n Azaola.
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